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viernes, 26 de abril de 2013

Contra la esclavitud infantil de nuestros días.



El 16 de abril es el día contra los 400 millones de la esclavitud infantil. 

 He quedado transido, al ver que la codicia e incluso va en aumento. El oro que acumulan los adinerados proviene de las doradas manos infantiles  lo que cada día este problema supone no es posible que nuestras conciencias lo puedan soportar si no conseguimos apartar de la cabeza. Con este vetusto poema, pero desgraciadamente sigue siendo actualidad, lo saco con dolor y vergüenza, de nuevo, a pasear…


EL FANTASMAGÓRICO “ETIRENO”

vuelve a Benin(delta del Níger), pero
sin niños esclavos.

Este hecho vuelve a poner

en evidencia el siniestro comercio.

Hambre, miseria, incultura y hombres de negocios...
la sociedad, la suciedad anónima capaz
de esclavizar, cada año, centenares de millones de niños.

Míseras y miserables conciencias conforman
la mayor sociedad inhumana de nuestro injusto mundo.
Martirizan nuestras mentes, laceran mi corazón,
y muchísimo peor: ¡esclavizan inocentes,
en el Siglo Veintiuno!. Utilizados en guerras,
como escudos, cebos para explosionar minas.
Doce horas de trabajo en fábricas, campos, minas,       
                                                                  canteras...
Gritos de amargura, pequeños dientes de leche y puños apretados,
quejas, llantos, desesperanzas...
...olvidados, desconocidos, ignorados.
¿Cuántos derechos humanos en ellos, habremos de ver
                                                                 violados?.

Para qué, para agregar unos ceros a opulentas

cuentas, y acaparar infamemente lo innecesario,
para unas cuantas cuentas de miserables almas fraticidas.

Horripilante máquina engullidora de hambrientos niños
que funde sus escuálidos esqueletos en metal líquido,
para acuñar sucios dólares homicidas...¡malditos seáis,
                                                                               malditos!.

¿Dónde y cuándo el poder valiente, liberará conciencias,
liberará responsabilidades?. Pero sobre todo que libere cuerpos
                                                                              inocentes...,
que rompa eslabones, de una vez por siempre.

¡Qué vergüenza, sienten mi corazón y mi alma
por este miserable mundo en el que vivo, y, al que
                                                                           maldigo!.



ã Manuel-Roberto Leonís, Orihuela, Abril 2001.