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miércoles, 18 de agosto de 2010

LA BAÑERA MÁGICA

LA BAÑERA MÁGICA



ESPECTATIVAS:

Cada mañana al levantarme aparecía el mismo problema de siempre: agua en el suelo de la bañera, en el comedor y en la biblioteca. Primero recogía el agua con la fregona, después me lavaba, me afeitaba y me iba al trabajo. Por las tardes venía mi amiga Julia a casa, leíamos, veíamos la televisión o charlábamos un rato sobre nuestros proyectos futuros. Cuando descubrimos lo que pasaba, lo vimos como lo más normal, incluso me preguntaba ¿Quiénes se bañaron anoche? Y yo le contestaba: pues Dikens, Cervantes, Muñoz Molina o Kafka...

Y así pasaban los días, cada mañana la misma faena, me tocaba limpiar con la fregona el agua del suelo, un agua enjabonada y resbalosa.

Una noche que no podía dormir por culpa del estómago, pesadez, me levanté para tomar bicarbonato y al pasar por el cuarto de aseo me encontré a un grupo de escritores del romanticismo en la bañera: Espronceda, Larra, Zorrilla y el Duque de Rivas, no me dieron ni las buenas noches, ellos a lo suyo, a bañarse. Luego me dormí y desperté, a las 8, una hora más tarde de lo normal, me había quedado dormido, llegaría tarde al trabajo y no limpié al agua de la bañera, como siempre, ni del comedor, ni la que inundaba la biblioteca.


Cuando por la tarde llegué del trabajo, Julia me echó la bronca.

- Tu sabes que esto no puede seguir así, esto es una locura. Además no limpias el agua y alguien se puede dar un resbalón.

- Tienes razón, hay que ser realistas, razonemos, pidamos consejo a un psiquiatra, porque esto es de psiquiatría, ¿digo yo, o no?

La casa se llenó de especialistas en parapsicología. Nadie entendía que mi bañera se hubiera convertido en unos baños termales para escritores. Pero no encontraron solución alguna al caso y todo siguió igual.



RESOLUCIÓN INESPERADA:

Julia volvió a la carga, lo que no puede ser -me regañó- es que cada noche los libros salgan de las estanterías, se bañen tranquilamente y al salir no se sequen, y mojados vuelvan a sus sitios. Lo normal es que cuando se bañen se sequen con la toalla. No pido más, esto es muy peligroso, un día me voy resbalar y me voy romper la espalda.



(Ramón Fernández Palmeral)