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miércoles, 18 de agosto de 2010

"Anikula naiti"

"Anikula naiti". Relato corto

Entramos en contacto con los aborígenes del desierto de Gibson en Australia, y las mujeres de la tribu no paraban de gritarme algo así como «anikula naiti», que no sabía no lo decían. En mi viaje a Sidney acompañando al Dr. Wiliam Riopar como secretario particular, eminente arqueólogo, etnólogo, lingüista de lenguas perdidas.
Después de unos días en Sydney viajamos a Perth, los clientes del señor Riopar le invitaron a una excursión y visitar unas reservas de nativos de la zona central y desértica del condado de Lerveton en Australia, zona donde viven los aborígenes, la gente más fea, que yo haya podido encontrarme jamás, las mujeres son altas y grandes, no tienen formas, son de un negro chocolate sin leche y la nariz por lo general es como un pimiento morrón pegado a la cara. Viajamos en un 4x 4, sobre los polvorientos y rojizos carriles, y kilómetros de alambradas..., en fin que llegamos a ver una tribu, como nada, como quien quiere ver un tablao flamenco. Folclore puro.
Nada más bajar de los jeep con nuestros pantalones cortos y nuestros sombreros o quitasoles porque en el mes de diciembre allí es verano, el guía y traductor nos llevó a una especie de cabaña para presenciar una especie de boda o ritual de apareamiento entre aborígenes, donde se cambian cerdos por la novia, y eso sí cerdos godos y seleccionados. Son una raza fea, de nariz ancha y pelo a lo «afro» sin color definido. En cuanto me vieron las mujeres, ellas empezaron a gritar «anikula naiti» una y otra vez, y me señalaban con el dedo. Cuando le pregunté al guía que me lo tradujera me quedé estupefacto, y comprendí la verdad de las circunstancias de cada cultura. Las mujeres aborígenes estaban criticándome entre ellas, y más o menos decían: «¡Qué tío más feo».

Relato de Ramón Fernández Palmeral