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martes, 16 de febrero de 2010

Todos somos ángeles



B.3.1 Los ángeles

Corazón cegado de todo esperaza
arcángel desplumado en mí llevo, piedras en la mano,
para el alférez de la espada de fuego severa
que expulsa de su Hacienda a los primeros.

Por hacer lo que me pides me veo como me veo:
bueno, humilde, sumiso y explotado, de dudas lleno y cobarde sueldos ¿Acaso seguir tus consejos
me siguieron de algo?


Recé entre bancos viejos, y trémula luz
que de la coloreada vidriera, puertas del cielo,
ojo catedral gótica los favores se fueron,
y entre albas derramadas de oscuros clérigos,
ayunos impuestos y no espirituales
escapó el ángel de mi guarda con el botín entero.

Dejamos al pequeño querubín alado limpiarse en las
sábanas del lecho, como si fueran botas de militares enfermas,
vomitando iras y siempre con consejos,
nada de paga ni de sueldos. Adiós fe con los pastores.

Arde la duda en mis auroras sin espinas planas,
devoción perdida, ángeles sin sexo y sin plumas,
aladas rosas sin aliento y sin dinero. Me tuve
que hacer cargo de mí mismo
“dudosos pies por ciega noche llevo”.


(Hombres, bestias y máquinas, de Palmaral)