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sábado, 23 de enero de 2010
Cuatro poemas diformos
(Palmeral recita en el atril. Ámbito Cultural de El Corte Inglés 2005)
QUITAR LA PIEL AL SOL
¡Oh SOL!, párate y escúchame,
te quiero hablar de tú a tú,
ahora mismo, ya,
después de tu baño diario de mar.
¿Por qué vuelves cada día con exactitud universal?
no ves que empieza la tragedia a tu osadía,
ansiedad, depresión, trabajo, dolor,
guerras, mentiras, insultos y locuras.
¿Párate y no vuelvas más, vete a las lejanas galaxias
a otros universos, donde los seres se amen
donde no se odien. Libéranos de tu tiranía solar.
y ser esclavos de un nuevo amanecer.
¿No gires! No te vayas sin mirarme a la cara,
hoy me va a oír. No me voy a callas
aunque me mandes una cometa
a toda velocidad.
¿Por qué me desuellas con cada amanecer
quién te viste de luz y de piel
yo te vestiré de rayos inagotables,
de sal amorosa y de miel.
LA LUZ
Nada es la vela sin la luz
Sólo cera y un poco de tela
Desnuda verdad en la verdad misma
Llama que escuece y persiste
Que quema y como el sol
Aletea buscando su libertad
Llama impersistente: sin ceguera
JAZMINES DE ACERO
Flores de níquel en cuello de cañones oxidados
de sangre llenos de salpicados jinetes sin aortas
Peste de flores –jazmines de acero-
Muertes y sesos abiertos por todo el desierto
Donde nace la guerra y muere la paz
ENTRE BORNES OXIDADOS
de mi memoria, aromas secos de otros instantes,
la detenida calma de un ayer cercano,
sin demasiadas sombras, tantas palabras...,
oprimen mi emoción hasta vaciarla
como sacramentos que ya nadie cumple
que nadie espera en la sagrada cripta
de un lugar cerrado y triste de violencia.
De primera comunión vestida memoria,
retroceder en el tiempo amarillo,
sin tregua ni regreso, helado sudor
en la corta memoria de la última resaca
más cercana borne del siguiente amanecer,
una foto en marco viejo y desollado
del niño que ya no soy yo, seco y bien peinado.
Prisa de los pasos que nos elevan,
azul sinfonía de trompetas, vainas de cobre calientes,
ilusión de la infancia «almarchareña» en el
hirviente tiempo de la posguerra,
calado hasta el tuétano de frío,
machacado por los lentos días de mi dolor,
con malos pensamientos del hambre,
voy al recuerdo de la lejana encina
y un racimo de hombres colgados
recolectando soles marchitos.
Ramón Palmeral, recitados en Ámbito Cultural del Corte Inglés, Alicante