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lunes, 6 de abril de 2020

"Rayos que abrasan", por Agustin Conchilla











RAYOS QUE ABRASAN


Rayos de fuego entran por el hueco de mi ventana,
destellan sobre espacio lúgubre, de paz y sosiego,
y fusionan con partículas de polvo en suspenso,
cual diminutos fantasmas vigilan mi entorno
en soledad y en silencio de figuras flotantes.

Desde la ventana siento deslumbrar la vida a través
de abejas que zumban sobre requiebros de macetas,
se posan sobre rosas y degustan pétalos de amores,
a esquiva de gorriones que gritan, entonan conquista
y pleitean poderío entre saltos y bailes pomposos.

Una letrilla suave escapa al viento, lo escucho sublime,
desde la soledad de mi lecho de jovenzuelo confinado,
y percibo susurros que anhelan paz y preparan batalla
sobre onda de primavera, dulce y suave como la seda.

Me arrimo al ventanal, despacio, y descubro dos piernas
de mariposa sobre tela rabicorta, torneadas, y magnetizo.
Mi corazón despierta, late deprisa, sobre llama de fuego
que se agita y perturba a través de furia que ametralla.

Sus manos suaves, como terciopelo sobre piel labrada,
despiertan mi deseo, dirijo la vista a sus ojos de cristal,
me alejo de fantasías de noche misteriosa, de tiniebla,
y centro atenciones sobre mimos y caricias, despierto.

Añoro la dulzura del cielo sobre algodones plateados
que ocultan la luna, como sociedad a señora desnuda,
y corre por mis venas en caudal de río que se despeña
por altura de caída, en furia de enamorado, y me lanzo
sobre la cuenca del pantano que entra en su pecho
y me contengo sobre la presa de sus labios.



Por Agustín Conchilla