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jueves, 18 de abril de 2019

Un feliz encuentro con Alfredo Gómez Gil, con "Nervio" y Rilke, al fondo






Un feliz encuentro con Alfredo Gómez Gil, con Nervio y Rilke, al fondo

 Por Ramón Fernández Palmeral





El lunes 15 de abril de 2019, en plena Semana Santa me llamó por teléfono el recién conocido amigo Alfredo Gómez Gil (Seminario de Vicente Ramos en la Sede Universitaria de Alicante), para quedar en la cafetería Gourmet de El Corte Inglés  la de la planta baja, en la zona de las vidrieras que parece que estábamos en un escaparate.

En una larga conversación que duró una hora y media, Alfredo y yo hablamos de todo como si fuéramos viejos amigos de toda la vida, aunque teníamos como vínculos de amistad el haber conocido a Vicente Ramos y a Gaspar Peral Baeza. Como presente nos intercambiamos libros, Alfredo me regaló dedicado su obra poética Nervio, de 2013, publicada en la prestigiosa  Ediciones Vitruvio, y yo le di mi libro Exégesis de la Elegías de Duino de Rilke, publicado en Amazon. Venía Alfredo, juvenil, vestido deportivamente con un aspecto diferente a cuando nos conocimos con traje y corbata. Cuando llegó la camarera, de aspecto rubio ucraniana, le pedí un descafeinado con leche de sobre y Alfredo un Gin-Tonic, que vino en una copa grande con varios iceberg flotando, en una ginebra perfumada, que hasta a mi me llegó el olor del enebro destilado.

Al día siguiente Alfredo me mandó un emilio que decía entre otros temas: “…adecuadísimas y extraordinarias tus doce ilustraciones”.  Lo cual me congratuló bastantes. Puesto que la ilustración es mi fuerte. Además Alfredo tenía referencias mías por mi otra obra de la edición no venal de Hermenéutica de la Elegías de Guadalest de Vicente Ramos, y Rilke, que lleva las 18 elegías ilustradas. Una elegías, las de Ramos, salidas después un unos momentos dolorosos, escritas en su casa  llamada "Alone" en Benimantell.

Yo tenía el poemario Nervio, con su vestimenta de luto de los pies a la cabeza como es propios de las ediciones de Pablo Méndez, director de Vitruvio. Y como es frecuente, allí estaba en  el montó de libros que me regalan o compro, amontonados, como una pirámide asimétrica, como un jardín japonés. Hasta que ayer lo abrí, al fin, en la cama que es mi sendero de lectura, era temprano, los primerizos rayos de sol se abrieron paso  a través de las rendijas de la persiana de polietileno (domado en caprichosa arquitectura servil).  

Nervio, es un gran libro, puro nervio de sátiras, desahogos y experiencias de la vida, de quien está a vuelta de todo, después de haberle dado la vuelta al mundo en barco, en aviones y en globo como Phileas Fogg. Nervio tiene 206 páginas divido trece capítulos, un número 13 sin adición a la superstición de su mala suerte popular y populista, iniciado con un magnífico y extenso prólogo (pág. 7-13) de Vicente Ramos (1919-2011) que fuera profesor, amigo personal y compadre de Alfredo Gómez, nacido en Alicante en 1936, cuando este era alumno de los Maristas de Alicante; donde tras una presentación acorde con su erudición literaria, no escatima en datos biográficos y académicos del catedrático de Literatura y profesor en varias universidades americanas como Yale, Hartford, en la madrileña Francisco Vitoria, y doctor honoris causa por la Universidad de Richmond de Londres. Y para remate de su cosmopolitismo se ha casado con una japonesa doctora en Derecho Internacional.

En el primer capítulo «Didáctica» que agrupan como gaviotas en la playa, 17 poemas, leo el número dos: «Safo encanallada», donde he de pararme en la palabra «súcubo» e ir la diccionario para buscar la acepción de esta palabreja que significa: "Que bajo la apariencia de mujer mantiene relaciones sexuales con un hombre" lo que podía ser un travesti o travestido, porque en este mundo nuestro y sexual abundan las tendencias de todo tipo. Hemos de saber primero que Safo fue una poetisa griega de Mitilene, en Lesbos, que es de donde tiene su origen la palabra «lesbianas». En los versos: «No me traigan al súcubo/ ladino jugador, perverso maricón de playa,/ de suspiro al transverso del morro sexual/ de catinga habitación perspiratoria/ de estremecedor almizclado tufo…»  (vv.1-5), se resume la intención sáfica. Este segundo poema es un anticipo del librepensador, de la voz poética erudita de un poeta del que hay que tirar de diccionario, porque el poesía no se compone para entenderla sino para sentirla. El resto de los poemas se los dejo al juicio del lector interesado en este fino y avizor poeta.

Recuerdo de Alfredo que es un hombre inteligente, que sabe de todo y que a todos conoce, me dijo que en Murcia había estudiado dos años de medicina, pero cuando entró a una sala de disección de cadáveres, intuyó que no le gustaba la carrera de galeno, y se decidió por la carrera de Cervantes, Azorín o Gabriel Miró, mucho más limpia y a la vez más abierta al viaje y a la fantasía.

Gracias Alfredo Gómez por tu amistad, tertulia  y este poemario que leeré con fruición y sumo interés.



Alicante, Jueves Santo, 18 de abril de 2019