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martes, 26 de marzo de 2019

Presentación del libro "Hablan los poetas" VIII de Espejo de Alicante, en Vissium, 25-03-2019

                           Portada de Martigodi del libro Hablan los Poetas VIII, 2019 de Espejo de Alicante
                                                        Contrapotada deSoledad García Calabuig
(En la mesa Maria Iglesia, Dr. Jorge Alió, Consuelo Jiménez de Cisneros y Consuel Giner Tormo
               Edificio de Vissium (Vistahermosa en Alicante) donde se celebró el acto en el salón de actos de presentación del libro y de los Socios de Honor de 2019. El mejor sitio posible.



..............ANÁLISIS Y COMENTARIO CRÍTICO POR CONSUELO JIMÉNEZ DE CISNEROS........




PRESENTACIÓN DEL LIBRO HABLAN LOS POETAS. EL COLOR DE LA POESÍA. Consuelo Jiménez de Cisneros

Antes de empezar, quiero dar las gracias a Consuelo Giner, Presidenta de Espejo de Alicante, que me invitó a presentar este libro, nada menos que el octavo, lo que significa una continuidad admirable en un proyecto ya de largo alcance. También quiero dar las gracias a Vissum y a la Fundació Alió que ofrece sus magníficas instalaciones para realizar este acto: y más en concreto, a Jorge Alió y su esposa María que nos acompañan en la mesa.
Este libro es fruto del esfuerzo de mucha gente: no solo escritores y artistas, sino también quienes realizan la labor impagable de ordenar, revisar y dar forma final a los textos y las ilustraciones. Es un libro variado y plural como la vida misma, que nos ofrece una sucesión de emociones, fantasías, sentimientos y reflexiones escritos en diversos estilos y lenguajes; he intentado, en las muestras de textos seleccionados, dar cabida a la mayor variedad y riqueza de voces.
Cada autor o autora escribe por gusto, por la necesidad de expresarse, de trascender; porque la literatura es una forma de no morir, de dejar constancia de que hemos vivido, como lo hizo Pablo Nerud en el título de sus Memorias: Confieso que he vivido. Eso mismo podrían decir todos los autores que participan en este libro, que es suma de muchas experiencias personales e intransferibles.
Nuestro socio y amigo, el doctor Mas Magro, geriatra, ha dicho en más de una ocasión que él recomendaba a sus pacientes escribir un diario para cultivar la memoria. Pero el diario, la plasmación escrita de las experiencias vitales, no es solo recomendable para las personas mayores: los jóvenes y en especial los adolescentes también lo cultivan, aunque hoy en día lo hagan más en su blog, su twiter o su página de facebook. Y la poesía no es sino la cumbre más alta de ese diario que normalmente sería una llanura monótona, como la vida cotidiana. Pero de vez en cuando acontecen sucesos que rompen esa monotonía: sean alegres (amores, paisajes, experiencias hermosas) o tristes (desamores, ausencias, pérdidas).
Todo esto es lo que alimenta la poesía, una terapia sin duda maravillosa para curarse del dolor y, en el lado opuesto, para compartir la alegría, la permanencia de los sentimientos, la ternura inagotable.
Ya antes de abrirlo el libro es atractivo gracias a la elegante portada del conocido pintor Martigodi y la preciosa contraportada de Soledad García Calabuig.
El libro comienza con el Obituario, que recoge el fallecimiento de la pintora Soledad García Calabuig, de la cual, además de la contraportada, se inserta un precioso cuadro, y del poeta Luis Quesada, a quienes hay que añadir la poetisa Concha Cesteros recientemente fallecida.
Dos poetas que en los poemas recogidos en este libro,  hablan de amor y de amistad, que es otra sublime forma del amor. Siempre he dicho que el mejor homenaje a un poeta es leer sus versos, así que voy a leer unos versos de cada uno de ellos. Del poema  “Sí...Sólo te escribo a ti” de Luis Quesada:
Lo que importa es amarnos sin que el corazón salga fuera                           y se quede tan vacío como el hueco que rodea                                                 a las aves y los lirios en la noche espesa y negra…
Y del poema de Concha Cesteros “Amiga espiritual” dedicado a Consuelo Giner, leemos el comienzo:
Como en espejo de agua vida,                                                                              
de manantial brilla el Sol,                                                      
Consuelo Giner Tormo así brilla.

Además del habitual prólogo de la Presidenta de Espejo, Consuelo Giner, este libro contiene dos colaboraciones estimables. La primera, un bello poema de Araceli Pérez Navas que elogia a Espejo de Alicante por ser para ella un lugar amable de rencuentro donde compartir experiencias y superar las tristezas de la vida a través de las diversas formas en que puede admirar y practicar actividades artísticas. La segunda, un Prólogo de Valero Alias Tudurí que, siendo matemático, demuestra su enorme interés por lo artístico y lo literario. Me quedo con sus últimas líneas, que comparto plenamente: el libro será para el lector “un instrumento de paz y de placer”. 
Este libro no contiene solo palabras, sino también imágenes de los artistas que han colaborado con sus trabajos para revalorizarlo y convertirlo en algo más que un libro: en un objeto artístico. Las diversas ilustraciones que nos ofrece son una demostración de la enorme riqueza artística de Alicante, que atesora un número más que estimable de pintores y escultores de diferentes géneros y estilos. Por otra parte, el maridaje, si se me permite esta expresión, de poesía y artes plásticas es algo que siempre me ha interesado, que he practicado desde mi juventud (la maravillosa carpeta con Ruiz Morante de 1978) hasta la actualidad, como saben algunos de los artistas plásticos presentes en la Sala. Y lo he practicado también en mi trabajo, en mis años de profesora de Instituto, con actuaciones de interdisciplinariedad entre la literatura, el arte y la música.
Pues bien, en el libro de Espejo hay también un precioso diálogo entre los textos y las ilustraciones, que no se limitan a acompañar el texto, sino que lo ensanchan y reinterpretan. En algún caso coinciden en ser la misma persona los autores del poema y la ilustración, de modo que nos encontramos con poetas que pintan, con pintores que hacen poesía.
Como Mari Carmen Martín, con su bella ilustración “Pasarela hacia el cielo” que acompaña el poema dedicado a su abuela modista; o Paqui López, que pinta el clavel con color y con palabra:
Rizado y rojo clavel,                                                                           
Flores de tarde de toros                                                                            
De paleta y de pincel                                                                              
Nos ofreces un tesoro.

Alfonso Martín Trillo también pinta Béjar con palabras y con una ilustración a todo color. Rosa Candel, Ángela Irasuzte con sus mágicas aves, Antonia Lara, Laura Pobes, que no sabemos si pinta o escribe cuando nos dice lo de “deslizar el lápiz por el papel suavemente…”, el polifacético Ramón Palmeral con sus ilustraciones en forma de collage; Fermín Serrano con un sobrecogedor dibujo dedicado a su poema “La última estación”, todos ellos aúnan la ilustración con el poema. Además tenemos los bonitos ejemplos de Herminia López Mompó acompañando con sus ilustraciones los textos de su hermana Pilar y de Concha Jover pintando el retrato de su hija Lady Concepción para los versos que ella misma dedica a su madre. En fin, ya no me queda sino expresar toda mi admiración y gratitud al conjunto de artistas que han ilustrado este libro.
Entrando en los contenidos de los textos, el amor, la naturaleza, la reflexión literaria y metafísica, la poesía de denuncia y los homenajes a lugares y a personas centran los ejes temáticos del libro.
El amor en todas sus fases y complejidades es uno de los temas esenciales de la poesía y también lo es de este libro. El predominante en número de textos sería el amor sentimental de pareja. Lo encontramos desde el primer poema. Hombres y mujeres sin distinción, desde sus peculiaridades y experiencias, cantan al amor y al desamor. La lista es larga: José María Alegre, Mario Argüello, Rosa Candel, Moisés Cayetano,  Dolores Cortés, Isabel Domenech, Rocío Espinosa, Jesús Gómez de Villavedón, Aurora Hernández “Alma enamorada”, Ángela Irazuste, Valeriana Llacer, Pilar López Mompó, Joaquín Marcos, Alicia Merino de la Cruz, Samuel Miralles, María Monllor, Gregorio Poveda, Pilar Puente, Luis Quesada, Rita Quinto, María Teresa Rodríguez, José Luis Serna, Juan Antonio Urbano, quien además de su poema de amor, navega por “Cielos azules”.
Son tantos los versos de amor y era tan difícil elegir, que he optado por reproducir los primeros que aparecen en el libro, que corresponden al poema “A pesar de la distancia” de José María Alegre.
En la distancia, dormida en el olvido                                                       
como un sueño desvanecido en el pasado                                           
estás con tus brazos extendidos                                                             
a lo lejos, muy lejos, esperando.

El amor conyugal explícito está en los versos de Julia Pérez titulados “A mi marido, pensando en ti”. Y sin dejar la temática amorosa, Mercedes Ibáñez hace un original diálogo poético entre un personaje masculino y otro femenino en “Tanto monta, monta tanto” donde la poesía se aliaría con el género dramático.

El amor aparece en toda su extensión, incluyendo los afectos familiares. Hay poemas dedicados al amor filial y maternal:
Madre, con solo nombrarte
se me ensancha el corazón
te doy mi vida y mi arte
te ofrezco todo mi amor.

Así empieza el poema de Paco Carrión titulado “A la madre”. Mari Carmen Arellano nos cuenta la pérdida de una madre en “El adiós”.
Y Julio Fuentes hace una loa de la maternidad en “Amor maternal”. Pilar Puentes se adentra en la maternidad en el mundo animal en su poema “Mamá cigüeña”. Lady Concepción Santos construye en prosa poética autobiográfica (“Hoy, 14 de julio”) un homenaje de gratitud a su madre.

El amor entre abuelos y nietos está presente en varios poemas. El que dedica Consuelo Giner a su nieta Julia en su primer cumpleaños; el de Mari Carmen Martín, dedicado “Con cariño a mi abuela Regina”, “una gran costurera”; el entrañable “Retrato de una abuela” de Carmen Rubio, del que leo unos cuantos versos:

Desglosar quiero esta rima
en favor de las abuelas,
aunque todo me parece
poco para enaltecerlas.
(…)
Se crio a la vieja usanza                                                                            
de cocinar con la leña,                                                                           
cuando todos los enseres                                                                      
se guardaban en despensas.                                                                   
¡No existían frigoríficos                                                                      
ni tantas cosas modernas!                                                                  
Sin embargo, nadie guisa                                                                        
como guisan las abuelas…

Pasando a otros temas, la poesía que reflexiona sobre la misma poesía, sobre el quehacer poético, aparece en varias ocasiones. Ramón Palmeral, ensayista, poeta y dibujante, en su poema titulado “¿Qué es un poema?” trata de darnos una definición forzosamente lírica:
UN poema son palabras que se ordenan y se dejan caer por un abismo inexplicable, ambiguo, anfibio… Todo en él es carne de corazón / desvalido, amoroso / aluvión de alas de mariposas mágicas / memoria reciclada.
En la misma línea, “Nace un poema” de Aurora Hernández nos cuenta un momento de inspiración poética.
José Antonio Asensio escribe sobre la poesía transcendida en su poema “Mirada a lo infinito” y José Antonio Charques desde una perspectiva más lúdica en su poema “Homenaje”, donde nos recuerda esto:
Porque si haces lo que debes,
es preciso hacerlo bien,
pensando con la mente,
pisando con los pies;
corrigiendo esos defectos,
que tenemos cada quién.

La religiosidad y la naturaleza como vía de acceso a lo divino aparecen en los dos poemas de Mary Cámara “Gracias Señor” y “Mi vida es oración”. La reflexión metafísica partiendo también de la naturaleza la muestra Rosa Candel en sus dos poemas, “Ensueño” y “Sobre la muerte” y Cecilia Cantos en su poema “Estoy ahora”, del que leo unos versos:
No voy a abrir los ojos nunca pero no he muerto.                         
Prefiero imaginarlo todo.                                                            
Quiero crear las cosas que me rodean y me envuelven…            
como si me acunaran dulcemente.                                                          
No quiero abrir los ojos nunca… pero no he muerto…                            

Cecilia Cantos también se inspira en la naturaleza, y en concreto en una de sus manifestaciones más espectaculares y más próximas a nosotros como lo es “El mar”, al que dedica un poema con ese mismo título.
Y sin dejar la naturaleza, María Jesús Ortega nos habla de la luna, el sol y las palmeras en cada uno de sus tres poemas.
Y nuestra naturaleza más próxima, la del azahar y el almendro, primavera enraizada en la celebración de la Semana Santa, está representada en el poema “Con azahar y almendros en flor” de Santiago Hernández, también autor de un poema al pájaro más lírico de la literatura: la paloma. La observación ingenua de la naturaleza y sus encantos se da en el poema “El viejo chalet” de Concha Cesteros. Y la belleza del otoño se muestra en los versos de dos autoras: en el poema “El otoño” de Dolores Cortés y en el poema “El verano se va” de Mari Carmen Ferrandez. La naturaleza domesticada, la del jardín y el patio, aparecen en el poema “Mi jardín” de Isabel Domenech, así como en “El jardín imaginado” de Eumenia Rodríguez, del que resalto estos melancólicos versos:
Yo constato no ser cierto. 
Porque sé que lo he soñado,                                                                  
pues yo jamás he tenido                                                                   
todo cuanto he imaginado.                                                              
¡Sólo era un patio vacío!

Canto de pura belleza, el de la naturaleza en todo su esplendor simbolizada en “El ave del paraíso” sería el poema del mismo título de Maravillas Cano, la cual también nos ofrece otro poema donde la naturaleza se relaciona con el sentimiento amoroso, del cual leo unos versos:
He bajado al valle con una canción,                                                    
Llena de poesía y de inspiración.                                                               
Ya de madrugada la tierra extendió                                                       
Manto de perfumes colores y amor.                                                 
He bajado al Valle a entregar mi amor                                         
Bañada en rocío, ternura y pasión.

Algunos poemas contienen dentro un relato, donde la poesía se une al género de la narrativa, como sucede en el poema “Mi payaso”, la conmovedora historia de amor entre una joven y un payaso que nos cuenta Angelina Jiménez. “La luna en la taberna”, del poeta gaditano Manuel Saborido, también narra entre sus versos una misteriosa historia de amor.
“La prisionera y la mansión”, de Samuel Miralles, nos cuenta una dramática tragedia que podría estar inspirada en alguna noticia de prensa.
Sobre filosofía de vida, son varios los poemas que nos transmiten reflexiones. María Carmen Ferrández lo hace en “¡Qué poco vale la vida!” y María Teresa Rodríguez en “Luz y sombras”. Araceli Pérez en “Tierra madre nuestra” reflexiona sobre la unión ideal que debería existir entre el ser humano y la madre tierra. Extraigo unos versos:
Es la tierra nuestra madre                                                                  
tierra soñada y querida,                                                                        
sin la tierra nada somos                                                                           
sin la tierra no hay partida.
(…)
Eres tierra cuando como                                                                                
de tu seno las espigas,                                                                   
convertidas en pan tierno                                                                 
para dar fuerza a mi vida.

Fermín Serrano en su poema “La última estación” reflexiona sobre el paso del tiempo y el fin de la vida, simbolizada en la evocación de esa última estación de tren. Antonio Tomás en “Testamento” nos regala su legado poético:
Nada material. Tan solo os dejo, / como herencia;  Las tardes junto al mar,  mis amaneceres luminosos,  las noches azules, plagadas de estrellas.
Los estados anímicos más diversos tienen su lugar. Por ejemplo, “La melancolía” de Fernando Gessa en el poema así titulado. La esperanza en medio de las dificultades en “Amanece” de Paco Carrión. La tristeza por la pérdida de una vida breve en “A un ángel recién llegado” de José Antonio Charques.
La dolorosa ausencia en el poema intimista de Antonia Lara, “Tengo el alma rota”. La evasión en “No existe el tiempo” de Laura Pobes.
La poesía de contenido social también está representada: la de protesta, en el reivindicativo poema sobre los derechos de los pensionistas titulado “La lluvia” de Mario Argüello, que lo dedicaAl imbatible ejército de pensionistas españoles”; y la de paz y solidaridad, en el poema “Postales” de Nieves Viesca. Por su parte, Manuel Saborido lanza su grito de protesta en su poema “Hoy venimos desnudos”.
Moisés Cayetano presenta una visión apocalíptica de la sociedad en su poema “Estaba ardiendo el mundo”. Mariló Cruz en sus poemas “Guerreros de Luz” y “Sin equipaje” reivindica la paz, la libertad y la esperanza. José Romero en su poema “Plasmo palabras en un lienzo mudo” se expresa con fuerza contra la violencia y la injusticia que nos traen las noticias cada día.
Sobre otro tema a mitad de camino entre lo filosófico y lo puramente estético, Julio Fuentes presenta su poema “Belleza”. Y sobre la belleza particularizada en rasgos u objetos, tenemos el poema dedicado “A unos ojos azules” de Jesús Gómez de Villavedón, en la tradición del madrigal castellano: “Ojos claros, serenos…” de Gutiérrez de Cetina.
Hay varios poemas de homenaje y reconocimiento a la Presidenta de Espejo, Consuelo Giner. La cual, por su parte, dedica el poema “Excelso camino andado” A Espejo de Alicante, en su XV aniversario. A ella le dedican sus versos Concha Cesteros, como ya hemos visto, y Antonia Lara que le expresa su devota admiración en su poema “Consuelo Giner es…”. A las que se añaden Isaac García, quien recoge el poema que leyó a Consuelo Giner en el homenaje de 27 de octubre de 2017 y también dedica un romántico soneto a la luna, del que leo el primer cuarteto:
Cuánta belleza tienes: ¡Oh..., gran luna!,
cuando estás sonrïendo en ese cielo                                                         
a los seres que moran este suelo                                                   
dándoles ilusiones y fortuna.

Otros homenajes serían: el de Fermín Limorte a Albatera en su poema “La más guapa”; Roberto Ruiz también recuerda a Albatera en “Albatera y su memoria” y Ramoncita Ruiz hace lo propio con “Cádiz” en el poema así titulado; Alfonso Martín canta a la ciudad de “Béjar”, evocando una historia legendaria de moros y cristianos;  Alicia Merino de la Cruz describe Málaga en su poema “Mi ciudad”; Julia Pérez dedica un delicado poema “Al nacimiento del río Mundo” cuyo paisaje describe así:
Esos remansos abiertos,                                                                  
Esas escalas tan finas,                                                                          
Esos jilgueros cantando                                                                           
Libres por esas campiñas.

Más allá de nuestras fronteras, Gregorio Poveda evoca una “Primavera en París”.
Y pasando de la geografía a los poetas, el “Homenaje a Alberti” de Francisco Mas Magro, es también un homenaje al mar:
El mar, sencillamente, es una ola que abruma. / El mar, / es cielo y es playa, / sol líquido en el dorado / frescor de la mañana.
Eumenia Rodríguez dedica un poema a nuestro muy cantado poeta Miguel Hernández que comienza así:
Sufrió un largo penar de desventura
hasta el fin de su pobre y corta vida…

Y en esta línea de homenajes poéticos, Nieves Viesca destaca a Antonio Machado, construyendo un poema metaliterario, en el que la autora combina acertadamente sus versos con los del inmortal poeta sevillano:
“Anoche cuando dormía / soñé ¡bendita ilusión!” / que el gran Machado escribía / poemas… a Leonor.
Por su parte, Rita Quinto hace un homenaje a la lectura y a la poesía de Mario Benedetti en su poema “Me gusta leer”.
La prosa poética o la poesía escrita en una falsa prosa, ya que posee un ritmo y una musicalidad totalmente lírica, es lo que encontramos en este texto de Mary Carretero, presentado como si fuera prosa pero que es pura poesía: “El último verano”. Leo las cuatro primeras líneas.
Me despido de ti esta mañana, cuando el sol ilumina en lo alto, cuando el agua de la fuente clara me subyuga con su hermoso canto.
Me despido de ti y, al desnudo, con el bello trinar de los pájaros, cierro puertas, ventanas y oculto ese amor que quedó en el pasado.
Mary Carretero es también la autora de otro exquisito poema (esta vez sí presentado como poema) que se titula “Entre versos del alma”.
En prosa poética escribe también Laura Pobes su “Reflexión”. Y en prosa poética describe Isabel Navas, la autora del inolvidable libro “Memorias de una dependienta", la sensación que le producen los distintos momentos del día, desde el amanecer al anochecer, y nos recuerda “que somos parte de esos maravillosos minutos que nos brinda la naturaleza”.
La prosa autobiográfica en primera persona está magníficamente representada por Ramoncita, que nos cuenta quién es con naturalidad y gracia:
Me llamo Ramoncita. Escribir siempre fue mi sueño desde niña. Meter el mundo en una página es mi pasión. El instante en que me siento más viva es aquel en que releo una frase, un pasaje, una idea que he detenido para siempre en el blanco del papel, transformándola a mi manera…”
No nos falta la prosa del ensayo y el artículo. Francisco Burló nos ofrece uno detallado y completo sobre el Misterio de Elche, una de las fiestas más emblemáticas de nuestra tierra. Y Esperanza Fernández en el suyo titulado “La isla de Mayajima” nos cuenta sus experiencias durante un viaje por Japón.
Los eventos y conmemoraciones que traen a la actualidad el arte, el heroísmo y las lecciones del pasado están representados en los versos de dos poetas: Francisco Mas Magro, que recuerda al pintor Murillo, cuyo cuarto centenario de nacimiento se celebró en 2018, y Consuelo Jiménez de Cisneros, que es quien les habla, que recuerda el segundo centenario del fallecimiento del Doctor Balmis, alicantino, y su expedición de vacunación contra la viruela. Leemos algunos versos.
Murillo vive en ella (centenario de Murillo) Leo algunos versos centrales del poema de Mas Magro que evocan la pintura más popular del artista sevillano.
(…). Se pintan ángeles con sus alas pequeñitas. Asoman entre nubes. Afloran los nimbos, algodones de perla. Coloreados, los querubines observan al mundo que persiste tras los años y camina hacia el abismo de la muerte. La Luna, entrelaza los pies de la mujer; ella en azul y blanco. Presume, la Luna, aquella que en la noche nos acecha, que el sueño de la luz prolonga en la oscuridad la memoria. Esa luz, entre marinos y albores mírala cómo en su delicada figura se eterniza inalterable.…
Y he aquí el primero de los cuatro sonetos dedicados a la gesta de Balmis. Leo el texto previo a los cuatro sonetos: “Homenaje al Doctor Balmis y su expedición de la vacuna contra la viruela. En vísperas de la celebración del bicentenario de la muerte del Doctor Balmis en 2019, ofrezco esta colección de cuatro sonetos dedicados a honrar su memoria y divulgar su labor científica y humanitaria.”
         Navegar por océanos de vida:
vida dentro de vidas transparentes,
frágiles corazones refulgentes
latiendo en esperanzas sin medida.
         De su América España no se olvida
y lleva la salud hasta sus fuentes,
hasta los más lejanos continentes,
de piedad impaciente transcendida.
         Veintidós niños, unos cuantos hombres
y una mujer heroica y bondadosa
emprenden un histórico camino.
         Lección de fe, de amor. Todos sus nombres:
Balmis, Salvany, Cendal... forman la rosa
donde florece su simpar destino.

Quiero terminar mi presentación con un poema de la única autora que escribe en la otra lengua de nuestra tierra: el valenciano.
Un precioso y rítmico poema muy breve de Sandra Pérez Mercader que se titula “Per què?” y que leo entero.
Per què véns? Per què et quedes? Per què te’n vas?                          
Pastís de cirera, truita de llamps.                                                     
Per què véns? Per què et quedes? Per què te’n vas?                          
Milotxa de xiclet, cor de gel encantat.  
Per què véns? Per què et quedes? Per què te’n vas?                          
El camí s’ha desfet, ja tot s’ha acabat.                                             
Per què véns? Per què et quedes? Per què te’n vas?                            
Mai més ens veurem, però ens tornarem a trobar.

Moltes gracies, muchas gracias


Firmado por Consuelo Jiménez de Cisneros