Portada de Martigodi del libro Hablan los Poetas VIII, 2019 de Espejo de Alicante
Contrapotada deSoledad García Calabuig
Edificio de Vissium (Vistahermosa en Alicante) donde se celebró el acto en el salón de actos de presentación del libro y de los Socios de Honor de 2019. El mejor sitio posible.
..............ANÁLISIS Y COMENTARIO CRÍTICO POR CONSUELO JIMÉNEZ DE CISNEROS........
Contrapotada deSoledad García Calabuig
(En la mesa Maria Iglesia, Dr. Jorge Alió, Consuelo Jiménez de Cisneros y Consuel Giner Tormo |
..............ANÁLISIS Y COMENTARIO CRÍTICO POR CONSUELO JIMÉNEZ DE CISNEROS........
PRESENTACIÓN DEL LIBRO HABLAN LOS POETAS. EL COLOR DE LA POESÍA.
Consuelo Jiménez de Cisneros
Antes de empezar, quiero dar
las gracias a Consuelo Giner, Presidenta de Espejo de Alicante, que me invitó a
presentar este libro, nada menos que el octavo, lo que significa una
continuidad admirable en un proyecto ya de largo alcance. También quiero dar
las gracias a Vissum y a la Fundació Alió que ofrece sus magníficas
instalaciones para realizar este acto: y más en concreto, a Jorge Alió y su esposa
María que nos acompañan en la mesa.
Este libro es fruto del
esfuerzo de mucha gente: no solo escritores y artistas, sino también quienes
realizan la labor impagable de ordenar, revisar y dar forma final a los textos
y las ilustraciones. Es un libro variado y plural como la vida misma, que nos
ofrece una sucesión de emociones, fantasías, sentimientos y reflexiones
escritos en diversos estilos y lenguajes; he intentado, en las muestras de
textos seleccionados, dar cabida a la mayor variedad y riqueza de voces.
Cada autor o autora escribe
por gusto, por la necesidad de expresarse, de trascender; porque la literatura
es una forma de no morir, de dejar constancia de que hemos vivido, como lo hizo
Pablo Nerud en el título de sus Memorias: Confieso
que he vivido. Eso mismo podrían decir todos los autores que participan en
este libro, que es suma de muchas experiencias personales e intransferibles.
Nuestro socio y amigo, el
doctor Mas Magro, geriatra, ha dicho en más de una ocasión que él recomendaba a
sus pacientes escribir un diario para cultivar la memoria. Pero el diario, la
plasmación escrita de las experiencias vitales, no es solo recomendable para
las personas mayores: los jóvenes y en especial los adolescentes también lo
cultivan, aunque hoy en día lo hagan más en su blog, su twiter o su página de
facebook. Y la poesía no es sino la cumbre más alta de ese diario que normalmente
sería una llanura monótona, como la vida cotidiana. Pero de vez en cuando
acontecen sucesos que rompen esa monotonía: sean alegres (amores, paisajes,
experiencias hermosas) o tristes (desamores, ausencias, pérdidas).
Todo esto es lo que alimenta
la poesía, una terapia sin duda maravillosa para curarse del dolor y, en el
lado opuesto, para compartir la alegría, la permanencia de los sentimientos, la
ternura inagotable.
Ya antes de abrirlo el libro
es atractivo gracias a la elegante portada del conocido pintor Martigodi y la
preciosa contraportada de Soledad García Calabuig.
El libro comienza con el
Obituario, que recoge el fallecimiento de la pintora Soledad García Calabuig,
de la cual, además de la contraportada, se inserta un precioso cuadro, y del
poeta Luis Quesada, a quienes hay que añadir la poetisa Concha Cesteros
recientemente fallecida.
Dos poetas que en los poemas
recogidos en este libro, hablan de amor
y de amistad, que es otra sublime forma del amor. Siempre he dicho que el mejor
homenaje a un poeta es leer sus versos, así que voy a leer unos versos de cada
uno de ellos. Del poema “Sí...Sólo te
escribo a ti” de Luis Quesada:
Lo
que importa es amarnos sin que el corazón salga fuera y se quede tan vacío
como el hueco que rodea a las aves y los lirios en la
noche espesa y negra…
Y del poema de Concha
Cesteros “Amiga espiritual” dedicado a Consuelo Giner, leemos el comienzo:
Como en espejo de
agua vida,
de manantial brilla
el Sol,
Consuelo Giner Tormo
así brilla.
Además del habitual prólogo
de la Presidenta de Espejo, Consuelo Giner, este libro contiene dos
colaboraciones estimables. La primera, un bello poema de Araceli Pérez Navas
que elogia a Espejo de Alicante por ser para ella un lugar amable de rencuentro
donde compartir experiencias y superar las tristezas de la vida a través de las
diversas formas en que puede admirar y practicar actividades artísticas. La
segunda, un Prólogo de Valero Alias Tudurí que, siendo matemático, demuestra su
enorme interés por lo artístico y lo literario. Me quedo con sus últimas
líneas, que comparto plenamente: el libro será para el lector “un instrumento
de paz y de placer”.
Este libro no contiene solo
palabras, sino también imágenes de los artistas que han colaborado con sus
trabajos para revalorizarlo y convertirlo en algo más que un libro: en un
objeto artístico. Las diversas ilustraciones que nos ofrece son una
demostración de la enorme riqueza artística de Alicante, que atesora un número
más que estimable de pintores y escultores de diferentes géneros y estilos. Por
otra parte, el maridaje, si se me permite esta expresión, de poesía y artes
plásticas es algo que siempre me ha interesado, que he practicado desde mi
juventud (la maravillosa carpeta con Ruiz Morante de 1978) hasta la actualidad,
como saben algunos de los artistas plásticos presentes en la Sala. Y lo he
practicado también en mi trabajo, en mis años de profesora de Instituto, con
actuaciones de interdisciplinariedad entre la literatura, el arte y la música.
Pues bien, en el libro de
Espejo hay también un precioso diálogo entre los textos y las ilustraciones,
que no se limitan a acompañar el texto, sino que lo ensanchan y reinterpretan. En
algún caso coinciden en ser la misma persona los autores del poema y la
ilustración, de modo que nos encontramos con poetas que pintan, con pintores
que hacen poesía.
Como Mari Carmen Martín, con
su bella ilustración “Pasarela hacia el cielo” que acompaña el poema dedicado a
su abuela modista; o Paqui López, que pinta el clavel con color y con palabra:
Rizado y rojo
clavel,
Flores de tarde de
toros
De paleta y de
pincel
Nos ofreces un
tesoro.
Alfonso Martín Trillo
también pinta Béjar con palabras y con una ilustración a todo color. Rosa
Candel, Ángela Irasuzte con sus mágicas aves, Antonia Lara, Laura Pobes, que no
sabemos si pinta o escribe cuando nos dice lo de “deslizar el lápiz por el
papel suavemente…”, el polifacético Ramón Palmeral con sus ilustraciones en
forma de collage; Fermín Serrano con un sobrecogedor dibujo dedicado a su poema
“La última estación”, todos ellos aúnan la ilustración con el poema. Además tenemos
los bonitos ejemplos de Herminia López Mompó acompañando con sus ilustraciones
los textos de su hermana Pilar y de Concha Jover pintando el retrato de su hija
Lady Concepción para los versos que ella misma dedica a su madre. En fin, ya no
me queda sino expresar toda mi admiración y gratitud al conjunto de artistas
que han ilustrado este libro.
Entrando en los contenidos
de los textos, el amor, la naturaleza, la reflexión literaria y metafísica, la
poesía de denuncia y los homenajes a lugares y a personas centran los ejes
temáticos del libro.
El amor en todas sus fases y
complejidades es uno de los temas esenciales de la poesía y también lo es de
este libro. El predominante en número de textos sería el amor sentimental de
pareja. Lo encontramos desde el primer poema. Hombres y mujeres sin distinción,
desde sus peculiaridades y experiencias, cantan al amor y al desamor. La lista
es larga: José María Alegre, Mario Argüello, Rosa Candel, Moisés Cayetano, Dolores Cortés, Isabel Domenech, Rocío
Espinosa, Jesús Gómez de Villavedón, Aurora Hernández “Alma enamorada”, Ángela
Irazuste, Valeriana Llacer, Pilar López Mompó, Joaquín Marcos, Alicia Merino de
la Cruz, Samuel Miralles, María Monllor, Gregorio Poveda, Pilar Puente, Luis
Quesada, Rita Quinto, María Teresa Rodríguez, José Luis Serna, Juan Antonio
Urbano, quien además de su poema de amor, navega por “Cielos azules”.
Son tantos los versos de
amor y era tan difícil elegir, que he optado por reproducir los primeros que
aparecen en el libro, que corresponden al poema “A pesar de la distancia” de
José María Alegre.
En la distancia,
dormida en el olvido
como un sueño
desvanecido en el pasado
estás con tus brazos
extendidos
a lo lejos, muy
lejos, esperando.
El amor conyugal explícito está en los versos
de Julia Pérez titulados “A mi marido, pensando en ti”. Y sin dejar la temática
amorosa, Mercedes Ibáñez hace un original diálogo poético entre un personaje
masculino y otro femenino en “Tanto monta, monta tanto” donde la poesía se aliaría
con el género dramático.
El amor aparece en toda su
extensión, incluyendo los afectos familiares. Hay poemas dedicados al amor filial
y maternal:
Madre,
con solo nombrarte
se me
ensancha el corazón
te doy
mi vida y mi arte
te
ofrezco todo mi amor.
Así empieza el poema de Paco Carrión titulado
“A la madre”. Mari Carmen Arellano nos cuenta la pérdida de una madre en “El
adiós”.
Y Julio Fuentes hace una loa de la maternidad
en “Amor maternal”. Pilar Puentes se adentra en la maternidad en el mundo
animal en su poema “Mamá cigüeña”. Lady Concepción Santos construye en prosa
poética autobiográfica (“Hoy, 14 de julio”) un homenaje de gratitud a su madre.
El amor entre abuelos y nietos está presente
en varios poemas. El que dedica Consuelo Giner a su nieta Julia en su primer cumpleaños;
el de Mari Carmen Martín, dedicado “Con cariño a mi abuela Regina”, “una gran costurera”;
el entrañable “Retrato de una abuela” de Carmen Rubio, del que leo unos cuantos
versos:
Desglosar
quiero esta rima
en
favor de las abuelas,
aunque
todo me parece
poco
para enaltecerlas.
(…)
Se crio
a la vieja usanza
de
cocinar con la leña,
cuando
todos los enseres
se
guardaban en despensas.
¡No
existían frigoríficos
ni
tantas cosas modernas!
Sin
embargo, nadie guisa
como
guisan las abuelas…
Pasando a otros temas, la
poesía que reflexiona sobre la misma poesía, sobre el quehacer poético, aparece
en varias ocasiones. Ramón Palmeral, ensayista, poeta y dibujante, en su poema
titulado “¿Qué es un poema?” trata de darnos una definición forzosamente
lírica:
UN
poema son palabras que se ordenan y se dejan caer por un abismo inexplicable,
ambiguo, anfibio… Todo en él es carne de corazón / desvalido, amoroso / aluvión
de alas de mariposas mágicas / memoria reciclada.
En la misma línea, “Nace un
poema” de Aurora Hernández nos cuenta un momento de inspiración poética.
José Antonio Asensio escribe
sobre la poesía transcendida en su poema “Mirada a lo infinito” y José Antonio
Charques desde una perspectiva más lúdica en su poema “Homenaje”, donde nos
recuerda esto:
Porque
si haces lo que debes,
es
preciso hacerlo bien,
pensando
con la mente,
pisando
con los pies;
corrigiendo
esos defectos,
que
tenemos cada quién.
La religiosidad y la
naturaleza como vía de acceso a lo divino aparecen en los dos poemas de Mary
Cámara “Gracias Señor” y “Mi vida es oración”. La reflexión metafísica
partiendo también de la naturaleza la muestra Rosa Candel en sus dos poemas, “Ensueño”
y “Sobre la muerte” y Cecilia Cantos en su poema “Estoy ahora”, del que leo
unos versos:
No voy a abrir los
ojos nunca pero no he muerto.
Prefiero imaginarlo
todo.
Quiero crear las
cosas que me rodean y me envuelven…
como si me acunaran
dulcemente.
No quiero abrir los
ojos nunca… pero no he muerto…
Cecilia Cantos también se
inspira en la naturaleza, y en concreto en una de sus manifestaciones más
espectaculares y más próximas a nosotros como lo es “El mar”, al que dedica un
poema con ese mismo título.
Y sin dejar la naturaleza,
María Jesús Ortega nos habla de la luna, el sol y las palmeras en cada uno de
sus tres poemas.
Y nuestra naturaleza más
próxima, la del azahar y el almendro, primavera enraizada en la celebración de
la Semana Santa, está representada en el poema “Con azahar y almendros en flor”
de Santiago Hernández, también autor de un poema al pájaro más lírico de la
literatura: la paloma. La observación ingenua de la naturaleza y sus encantos
se da en el poema “El viejo chalet” de Concha Cesteros. Y la belleza del otoño
se muestra en los versos de dos autoras: en el poema “El otoño” de Dolores
Cortés y en el poema “El verano se va” de Mari Carmen Ferrandez. La naturaleza
domesticada, la del jardín y el patio, aparecen en el poema “Mi jardín” de
Isabel Domenech, así como en “El jardín imaginado” de Eumenia Rodríguez, del
que resalto estos melancólicos versos:
Yo constato no ser
cierto.
Porque sé que lo he
soñado,
pues yo jamás he
tenido
todo cuanto he
imaginado.
¡Sólo era un patio
vacío!
Canto de pura belleza, el de
la naturaleza en todo su esplendor simbolizada en “El ave del paraíso” sería el
poema del mismo título de Maravillas Cano, la cual también nos ofrece otro
poema donde la naturaleza se relaciona con el sentimiento amoroso, del cual leo
unos versos:
He bajado al valle
con una canción,
Llena de poesía y de
inspiración.
Ya de madrugada la
tierra extendió
Manto de perfumes
colores y amor.
He bajado al Valle a
entregar mi amor
Bañada en rocío,
ternura y pasión.
Algunos poemas contienen
dentro un relato, donde la poesía se une al género de la narrativa, como sucede
en el poema “Mi payaso”, la conmovedora historia de amor entre una joven y un
payaso que nos cuenta Angelina Jiménez. “La luna en la taberna”, del poeta
gaditano Manuel Saborido, también narra entre sus versos una misteriosa
historia de amor.
“La prisionera y la mansión”,
de Samuel Miralles, nos cuenta una dramática tragedia que podría estar inspirada
en alguna noticia de prensa.
Sobre filosofía de vida, son
varios los poemas que nos transmiten reflexiones. María Carmen Ferrández lo
hace en “¡Qué poco vale la vida!” y María Teresa Rodríguez en “Luz y sombras”. Araceli
Pérez en “Tierra madre nuestra” reflexiona sobre la unión ideal que debería
existir entre el ser humano y la madre tierra. Extraigo unos versos:
Es la tierra nuestra
madre
tierra soñada y
querida,
sin la tierra nada
somos
sin la tierra no hay
partida.
(…)
Eres tierra cuando
como
de tu seno las
espigas,
convertidas en pan
tierno
para dar fuerza a mi
vida.
Fermín Serrano en su poema
“La última estación” reflexiona sobre el paso del tiempo y el fin de la vida,
simbolizada en la evocación de esa última estación de tren. Antonio Tomás en
“Testamento” nos regala su legado poético:
Nada
material. Tan solo os dejo, / como herencia;
Las tardes junto al mar, mis
amaneceres luminosos, las noches azules,
plagadas de estrellas.
Los estados anímicos más
diversos tienen su lugar. Por ejemplo, “La melancolía” de Fernando Gessa en el
poema así titulado. La esperanza en medio de las dificultades en “Amanece” de Paco
Carrión. La tristeza por la pérdida de una vida breve en “A un ángel recién
llegado” de José Antonio Charques.
La dolorosa ausencia en el
poema intimista de Antonia Lara, “Tengo el alma rota”. La evasión en “No existe
el tiempo” de Laura Pobes.
La poesía de contenido
social también está representada: la de protesta, en el reivindicativo poema
sobre los derechos de los pensionistas titulado “La lluvia” de Mario Argüello,
que lo dedica “Al
imbatible ejército de pensionistas españoles”; y la de paz y solidaridad, en el
poema “Postales” de Nieves Viesca. Por su parte, Manuel Saborido lanza su grito
de protesta en su poema “Hoy venimos desnudos”.
Moisés Cayetano presenta una
visión apocalíptica de la sociedad en su poema “Estaba ardiendo el mundo”.
Mariló Cruz en sus poemas “Guerreros de Luz” y “Sin equipaje” reivindica la
paz, la libertad y la esperanza. José Romero en su poema “Plasmo palabras en un
lienzo mudo” se expresa con fuerza contra la violencia y la injusticia que nos
traen las noticias cada día.
Sobre otro tema a mitad de
camino entre lo filosófico y lo puramente estético, Julio Fuentes presenta su
poema “Belleza”. Y sobre la belleza particularizada en rasgos u objetos,
tenemos el poema dedicado “A unos ojos azules” de Jesús Gómez de Villavedón, en
la tradición del madrigal castellano: “Ojos claros, serenos…” de Gutiérrez de
Cetina.
Hay varios poemas de
homenaje y reconocimiento a la Presidenta de Espejo, Consuelo Giner. La cual,
por su parte, dedica el poema “Excelso camino andado” A Espejo de Alicante, en su XV aniversario. A ella le dedican sus
versos Concha Cesteros, como ya hemos visto, y Antonia Lara que le expresa su
devota admiración en su poema “Consuelo Giner es…”. A las que se añaden Isaac
García, quien recoge el poema que leyó a Consuelo Giner en el homenaje de 27 de
octubre de 2017 y también dedica un romántico soneto a la luna, del que leo el
primer cuarteto:
Cuánta belleza
tienes: ¡Oh..., gran luna!,
cuando estás
sonrïendo en ese cielo
a los seres que moran
este suelo
dándoles ilusiones y
fortuna.
Otros homenajes serían: el
de Fermín Limorte a Albatera en su poema “La más guapa”; Roberto Ruiz también
recuerda a Albatera en “Albatera y su memoria” y Ramoncita Ruiz hace lo propio
con “Cádiz” en el poema así titulado; Alfonso Martín canta a la ciudad de
“Béjar”, evocando una historia legendaria de moros y cristianos; Alicia Merino de la Cruz describe Málaga en su
poema “Mi ciudad”; Julia Pérez dedica un delicado poema “Al nacimiento del río
Mundo” cuyo paisaje describe así:
Esos remansos
abiertos,
Esas escalas tan
finas,
Esos jilgueros
cantando
Libres por esas
campiñas.
Más allá de nuestras
fronteras, Gregorio Poveda evoca una “Primavera en París”.
Y pasando de la geografía a
los poetas, el “Homenaje a Alberti” de Francisco Mas Magro, es también un
homenaje al mar:
El
mar, sencillamente, es una ola que abruma. / El mar, / es cielo y es playa, /
sol líquido en el dorado / frescor de la mañana.
Eumenia Rodríguez dedica un
poema a nuestro muy cantado poeta Miguel Hernández que comienza así:
Sufrió un largo penar
de desventura
hasta el fin de su
pobre y corta vida…
Y en esta línea de homenajes
poéticos, Nieves Viesca destaca a Antonio Machado, construyendo un poema
metaliterario, en el que la autora combina acertadamente sus versos con los del
inmortal poeta sevillano:
“Anoche
cuando dormía / soñé ¡bendita ilusión!” / que el gran Machado escribía /
poemas… a Leonor.
Por su parte, Rita Quinto
hace un homenaje a la lectura y a la poesía de Mario Benedetti en su poema “Me
gusta leer”.
La prosa poética o la poesía
escrita en una falsa prosa, ya que posee un ritmo y una musicalidad totalmente
lírica, es lo que encontramos en este texto de Mary Carretero, presentado como
si fuera prosa pero que es pura poesía: “El último verano”. Leo las cuatro
primeras líneas.
Me
despido de ti esta mañana, cuando el sol ilumina en lo alto, cuando el agua de
la fuente clara me subyuga con su hermoso canto.
Me
despido de ti y, al desnudo, con el bello trinar de los pájaros, cierro
puertas, ventanas y oculto ese amor que quedó en el pasado.
Mary Carretero es también la
autora de otro exquisito poema (esta vez sí presentado como poema) que se
titula “Entre versos del alma”.
En prosa poética escribe
también Laura Pobes su “Reflexión”. Y en prosa poética describe Isabel Navas,
la autora del inolvidable libro “Memorias de una dependienta", la sensación
que le producen los distintos momentos del día, desde el amanecer al anochecer,
y nos recuerda “que somos parte de esos maravillosos minutos que nos brinda la
naturaleza”.
La prosa autobiográfica en
primera persona está magníficamente representada por Ramoncita, que nos cuenta
quién es con naturalidad y gracia:
“Me llamo Ramoncita. Escribir siempre fue mi sueño desde niña. Meter el
mundo en una página es mi pasión. El instante en que me siento más viva es
aquel en que releo una frase, un pasaje, una idea que he detenido para siempre
en el blanco del papel, transformándola a mi manera…”
No nos falta la prosa del
ensayo y el artículo. Francisco Burló nos ofrece uno detallado y completo sobre
el Misterio de Elche, una de las fiestas más emblemáticas de nuestra tierra. Y
Esperanza Fernández en el suyo titulado “La isla de Mayajima” nos cuenta sus
experiencias durante un viaje por Japón.
Los eventos y
conmemoraciones que traen a la actualidad el arte, el heroísmo y las lecciones
del pasado están representados en los versos de dos poetas: Francisco Mas
Magro, que recuerda al pintor Murillo, cuyo cuarto centenario de nacimiento se
celebró en 2018, y Consuelo Jiménez de Cisneros, que es quien les habla, que
recuerda el segundo centenario del fallecimiento del Doctor Balmis, alicantino,
y su expedición de vacunación contra la viruela. Leemos algunos versos.
Murillo
vive en ella (centenario de Murillo) Leo algunos versos
centrales del poema de Mas Magro que evocan la pintura más popular del artista
sevillano.
(…). Se pintan ángeles con sus alas pequeñitas. Asoman entre nubes. Afloran
los nimbos, algodones de perla. Coloreados, los querubines observan al mundo
que persiste tras los años y camina hacia el abismo de la muerte. La Luna,
entrelaza los pies de la mujer; ella en azul y blanco. Presume, la Luna,
aquella que en la noche nos acecha, que el sueño de la luz prolonga en la
oscuridad la memoria. Esa luz, entre marinos y albores mírala cómo en su
delicada figura se eterniza inalterable.…
Y he aquí el primero de los
cuatro sonetos dedicados a la gesta de Balmis. Leo el texto previo a los cuatro
sonetos: “Homenaje al Doctor Balmis y su expedición de la vacuna contra la
viruela. En vísperas de la celebración del bicentenario de la muerte del Doctor
Balmis en 2019, ofrezco esta colección de cuatro sonetos dedicados a honrar su
memoria y divulgar su labor científica y humanitaria.”
Navegar por océanos de vida:
vida
dentro de vidas transparentes,
frágiles
corazones refulgentes
latiendo
en esperanzas sin medida.
De su América España no se olvida
y lleva
la salud hasta sus fuentes,
hasta
los más lejanos continentes,
de
piedad impaciente transcendida.
Veintidós niños, unos cuantos hombres
y una
mujer heroica y bondadosa
emprenden
un histórico camino.
Lección de fe, de amor. Todos sus
nombres:
Balmis,
Salvany, Cendal... forman la rosa
donde
florece su simpar destino.
Quiero terminar mi
presentación con un poema de la única autora que escribe en la otra lengua de
nuestra tierra: el valenciano.
Un precioso y rítmico poema
muy breve de Sandra Pérez Mercader que se titula “Per què?” y que leo entero.
Per què véns? Per què
et quedes? Per què te’n vas?
Pastís de cirera,
truita de llamps.
Per què véns? Per què
et quedes? Per què te’n vas?
Milotxa de xiclet,
cor de gel encantat.
Per què véns? Per què
et quedes? Per què te’n vas?
El camí s’ha desfet,
ja tot s’ha acabat.
Per què véns? Per què
et quedes? Per què te’n vas?
Mai més ens veurem,
però ens tornarem a trobar.
Moltes gracies, muchas
gracias
Firmado por Consuelo Jiménez de Cisneros