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domingo, 2 de abril de 2017

Un apartado de mi libro "De la creación poética": c) ¿Cómo llegar a ser un buen rapsoda?



   c) ¿Cómo llegar a ser un buen rapsoda?



     El autor de este libro, un servidos, ha participado en más de doscientos recitales, por ello creo que puedo hablar de mis experiencias en los estrados y escenarios. Recitar y rezar son palabras sinónimas, cuestión que hemos de tener presente.


    EL RAPSODA es el poeta que recita de memoria en público. El rapsoda en un actor en el escenario, y la técnica de aprendizaje de los poemas es las mismas que para un actor dramático: La de memorizar los textos. Es similar a un cantautor o cantaor de flamenco. Cuando consigues recitar en público sin miedos consigues alcanzar las nubes de la libertad individual, y un halo espiritual te rodea, y si ese día te llega el duende no hay quien te pueda, decía la cantaora flamenca Tía Anica «La Pirañica» que cuando la boca le sabía a sangre nadie podía con ella. Escribe Federico García Lorca en su conferencia «Teoría y juego del duende»:

    «Su voz ya no jugaba, su voz era un chorro de sangre digna por su dolor y su sinceridad, y se abría como una mano de diez dedos por los pies clavados, pero llenos de borrasca, de un Cristo de Juan de Juni».



    Entre RECITAR Y DECLAMAR, existen diferencias. Recitar es decir en alta voz y de memoria versos. Declamar es recitar con la entonación precisa, ritmos e interpretación adecuada los versos, interpretando y poniendo, sobre todo, pasión en lo que recitas. Un poema no existe mientras no se recita o declama. Antiguamente, los poemas se componían para ser cantados. Hoy día los poemas se pueden escribir para ser leído o no leídos. No se trata de dramatiza el poemas –se nota mucho– sino de sentir el poema.



    Ejercicios de memoriza:

    Hemos de partir de que nuestro cerebro es un músculo que se desarrolla con el ejercicio.

    Un truco que uso para memorizar un poema nuevo es el de copiarlo a mano, luego intentar recordarlo tapando renglones y esforzándome por recordar lo que he tapado. Una vez medio aprendido lo vuelvo a escribir de memoria. Posteriormente, cada día los memorizo ante de acostar, es la repetición la que facilita la retención del poema. Sucede como con el Padre Nuestro, nos lo sabemos de memoria por su repetición, por eso dije al principio que recitar y rezar son palabras sinónimas. Luego se ha de recordar cada 7 días, y luego cada mes. Yo tengo un bloc color rojo con todos los poemas que me sé memoria: son unos treinta, y de vez en cuando los repaso, para no olvidarlos. Por memorizar no se nos van a romper las neuronas, sino que es un ejercicio útil contra el Alzheimer, y te puede hacer más inteligente, pero este no es mi caso.

    Si es posible, debemos recitar a toda voz en el campo o en una playa solitaria, para probarnos y oírnos. Y la forma de articular las palabras.



     Puesta en escena:

     Se comienza aprendiendo de memoria uno o varios sonetos, como si fueran el Padre Nuestro, una vez sabidos hay que salir al escenario, cerrar los ojos y que salga de tu boca el soneto aprendido de memoria como una oración. Es importante empezar con grupos de amigos o en tertulias de confianza, digo lo de confianza, porque una vez fui por primera vez a una tertulia literaria de Málaga, intenté recitar «La casada infiel» de Lorca y se me olvidó la mitad, y tuvo que salir un veterano a enmendarme.

     Una vez superada la primera prueba, se aprenden poemas de poetas famosos como Espronceda, Antonio Machado, Pablo Neruda, Miguel Hernández o Federico García Lorca.

    Todo avance en  recitar es lento, pero si se trabaja, se consigue, la memoria entrenada es un gran recurso que poseemos los humanos. Se ha de empezar joven a aprender a memorizar, luego de mayor, si el hábito no está entrenado, es más difícil. Con entrenamiento recitar poemas en tan fácil como rezar a coro en la iglesia.

    Cuando el rapsoda está entrenado y seguro de sí, ya puede recitar poemas propios en público. Es importante la vestimenta, sin vas con traje y corbata, el público te mirará con una autoridad,  se distanciará emocionalmente, creerá la mitad de lo que  estás recitando. Debemos ir cómodos. Si va a recitar, por ejemplo a Miguel Hernández, lo más adecuado sería ir con pantalón de pana y una camisa remangada y medio desbotonada.

   



      Modelos:
      Para aprender no basta con oír a los grandes maestros como el caso de Nuria Espert,  Paco Valladares o Berta Singerman, oír sus discos, asistir a sus recitales e imitarla, estos tres ejemplos, además de ser unos gran actores, tienen detrás años de estudios sobre arte dramático.  No es humilde ponerse como ejemplo, pero yo he imitado la dramatización de Paco Valladares en el poema «Penas y alegrías del amor» de Rafael de León. Además he participado en más de doscientos recitales en Alicante y su provincia. Por mi experiencia, puedo decir que para ser rapsoda el camino más directo es el de exponerse al público.  A veces, se apodera de ti el duende del autor de poema, y ya no hay quien pueda contigo. Otros grandes rapsodas  y declamadores alicantinos son Juanjo Rey, María Dolores Carretero o Mª Consuelo Franco, me han enseñado mucho, y he aprendido de ellos.





   Poetas recitadores:

    Y es que el poeta que recita, a diferencia de otros que únicamente escriben, no puede, o no se atreve a recitar en público, ha de practicar en los grupos o tertulias, y esta es la palabra clave: oírnos y práctica. Los grupos son el foro ideal para ensayar, y donde los errores no importan. Porque el rapsoda también es un actor, si entra en trance, en insuperable.

    Cuando uno sube al estrado, primero guarda unos segundos de silencio a la espera de que el público se calle y permanezca atento. A mí, personalmente me gusta hacer una introducción sobre su autor.


   El público, por lo general es respetuoso, no es un tribunal, y no se come a nadie. Por ello hay que armarse de valor y recitar sin tenerles miedo, porque cuando te aplauden es un recompensa muy gratificante, y luego viene los recitales y las invitaciones.








    d) Ensayos previos en la práctica de la recitación



    El miedo al escenario, o a hablar en público siempre existe, la cuestión es exponerse, salir al escenario, ten en cuanta no mirar a los ojos del público para no distraer tu atención, mira un palmo por encima de las cabezas de los espectadores, con el tiempo y dominada la técnica el público no te intimidará. Guarda unos segundos de silencio. Siempre se debe llevar el poema por recitar escrito en papel y tenerlo en el bolsillo por si acaso tienes un desliz de memoria. Es muy importante no beber bebidas alcohólicas antes de ponerse a recitar.



    Practicas: