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viernes, 11 de octubre de 2024

"Oda al pan" Pablo Neruda 1954. pan de tres elementos: Harina, agua y fuego

 

             ("Pan y tomate" Óleo de Palmeral, 2015, 30 x 40 cm sobre contrachapado)
 

 

 

Oda al Pan

PAN

con harina, agua y fuego te levantas,
espeso y leve, recostado y redondo,
repites el vientre de la madre,
equinoccial germinación terrestre.

Pan,
qué fácil y qué profundo eres:
en la bandeja blanca de la panadería
se alargan tus hileras como utensilios,
platos o papeles,
y de pronto, la ola de la vida,
la conjunción del germen y del fuego,
creces, creces de pronto
como cintura, boca, senos,
colinas de la tierra, vidas.
Sube el calor, te inunda la plenitud,
el viento de la fecundidad,
y entonces se inmoviliza tu color de oro,
y cuando se preñaron
tus pequeños vientres.
La cicatriz morena
dejó su quemadura
en todo su dorado
sistema de hemisferios.

Ahora, intacto,
eres acción de hombre,
milagro repetido, voluntad de la vida.
Oh pan de cada boca,
no te imploraremos,
los hombres no somos mendigos
de vagos dioses o de ángeles oscuros:
del mar y de la tierra haremos pan,
plantaremos de trigo,
la tierra y los planetas,
el pan de cada boca, de cada hombre,
En cada día llegará porque fuimos
a sembrarlo y a hacerlo.
No para un hombre sino para todos.
El pan, el pan para todos los pueblos.
Y con él lo que tiene
forma y sabor de pan repartiremos:
la tierra, la belleza, el amor.
Todo eso tiene sabor de pan,
forma de pan, germinación de harina.
Todo nació para ser compartido,
para ser entregado, para multiplicarse.

Pablo Neruda 1954 (Las odas elementales)

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                                       CARACTER SAGRADO PAN

El carácter divino del pan ha estado presente a lo largo de la historia en diversas culturas, donde su valor simbólico y ritual lo ha vinculado con lo sagrado. En la tradición griega, el pan era más que un alimento: se consideraba un regalo de los dioses, especialmente de Deméter, diosa de la agricultura y las cosechas. Este carácter divino del pan se reflejaba en su uso en ceremonias religiosas y en su mención en textos de grandes pensadores como Homero, Platón, Aristófanes y Ateneo. Para los griegos, el pan ácimo (sin fermentar) era un manjar ritual, reflejando la idea de pureza y simplicidad.

El simbolismo del pan como alimento sagrado también se trasladó al cristianismo a través de la Eucaristía. En esta tradición, el pan se convierte en el cuerpo de Cristo, en un acto que representa la unión espiritual y la redención. A lo largo de los siglos, la Eucaristía se consolidó como uno de los ritos más importantes del cristianismo, y el pan, como elemento central de este ritual, adquirió un significado trascendental: al consumir el pan eucarístico, los fieles no solo participan en un acto conmemorativo, sino en la comunión directa con lo divino.

En el cristianismo primitivo, el uso del pan sin fermentar, o ácimo, en la Eucaristía reflejaba el legado de las tradiciones judías, como el pan sin levadura que consumían en la Pascua. Este simbolismo fue evolucionando y, al igual que en la antigua Grecia, el pan pasó a ser no solo un símbolo de sustento físico, sino de alimento espiritual y comunión.

La relación del pan con lo sagrado no se limita al ámbito grecorromano o cristiano. En muchas otras culturas, el pan ha sido un símbolo de vida, prosperidad y bendición. Esto subraya su profundo arraigo en las creencias humanas y su capacidad para trascender las funciones básicas de la alimentación.

La "torta de Corcelles", conservada en Suiza y datada en el año 2800 a.C., es un recordatorio de cómo el pan ha estado presente en la humanidad desde tiempos remotos. El hecho de que esta torta haya sido preservada durante milenios muestra no solo la importancia alimenticia del pan, sino su relevancia cultural e histórica. Así, desde la antigüedad hasta nuestros días, el pan ha sido visto no solo como un alimento esencial, sino como un símbolo de la conexión entre lo humano y lo divino.

En resumen, el pan ha recorrido un largo trayecto desde ser considerado un alimento ritual de origen divino en Egipto, en la Grecia antigua, pasando por su papel esencial en la Eucaristía cristiana, hasta convertirse en un símbolo universal de sustento y comunión. Su mención en textos de poetas y filósofos griegos, como Homero, Platón o Aristófanes, evidencia su relevancia no solo en la vida cotidiana, sino también en la filosofía y la religión de diversas culturas.

Ramón Palmeral, 2915