"La muerte de un viajante", sobre recomentadad de Arthur Miller
Personajes
Willy Loman:
es un fracasado obsesionado por alcanzar el éxito, devoción fanática
que impone a sus hijos. Vive de falsas esperanzas e ilusiones; se
autoengaña. Willy, un viajante de unos 60 años, ha desarrollado a lo
largo de su vida una teoría propia acerca del atractivo personal y de
gustarle a la gente: si gustas a la gente, todas las puertas se abrirán.
Willy ha construido su vida en torno a este sueño. Pero para vivir de
acuerdo con estas ideas, se ve obligado a contar muchas mentiras que
acaban cobrando realidad en su mente: empieza a mentir acerca de su
importancia en la empresa, aunque sabe que no es así. La necesidad de
reforzar su personalidad lo llevará a cometer adulterio en uno de sus
viajes a Boston. Desde muy pronto, Willy inculcó a sus hijos la idea de
que había que gustarle a la gente, como si reconociese su fracaso y
quisiera vivir sus ilusiones a través de ellos, especialmente de Biff,
buen futbolista pero mal estudiante. Cuando suspende las matemáticas,
Biff irá a Boston para que su padre convenza a su profesor con su
encanto personal, pero allí descubrirá el adulterio de Willy, y lo
rechazará y huirá. En los siguientes catorce años, Willy va encerrándose
en sus sueños, por lo que no se da cuenta de que vive en un mundo
ilusorio. Ridículo en ocasiones, a pesar de vivir en la falsedad, Willy
será capaz de morir por sus sueños, lo que dota al personaje de un hondo
patetismo.
Linda Loman: Esposa de Willy, a quien ama y defiende aun
con su enfermedad mental. Refugiada en la soledad y desamparada, vive en
una burbuja. Linda Loman representa la eterna figura de la esposa.
Willy a menudo se porta mal con ella, pero su vida gira en torno a su
marido, puesto que siempre está dispuesta a creer en él. Linda también
tiene parte de culpa en la tragedia de Willy, pues siempre que este hizo
un intento por verse de manera más realista, Linda alienta su ego
rechazando esas observaciones realistas y reforzando las ilusiones de su
esposo sobre sí mismo, incluso cuando su hijos empiezan a ver la
realidad sobre su padre. La vemos en los flashbacks remendando medias,
para no gastar, pero sabemos que Willy regala medias nuevas a su amante,
lo que refuerza su imagen de esposa sufriente.
Biff Loman: Hijo de Willy. Desde que descubrió que su padre era infiel a su madre se muestra resentido con él. Intenta vivir una vida opuesta
a la que le inculcaron. A pesar de que a lo largo de toda la obra Biff
rechaza las ideas de su padre, cuando lo observamos con detenimiento,
vemos que la oposición entre apariencia (parece no tener nada que ver
con su padre) y la realidad es falsa: Biff ha vivido de acuerdo con las
ideas de Willy. Por ello da mucha importancia a ese gustar a la gente,
así que llegará a robar (lo que es tolerado por su padre), y no
aguantará ningún trabajo e incluso pasa una temporada en la cárcel. El
problema de Biff no es otro que el de haber asumido por completo los
valores de su padre y no haber creado unos valores propios. Al descubrir
el adulterio de su padre, se da cuenta de que Willy es un farsante, y
su mundo se hunde. Durante catorce años luchará con las ideas paternas,
hasta que se da cuenta de que ni él ni su padre son personas
excepcionales, sólo gente normal, y empieza a ver la vida con realismo,
lo que constituye el único hecho esperanzador de la obra.
Happy Loman: El otro hijo, confuso y desorientado,
obsesionado por tener éxito, secunda a su padre e intenta conseguir por
todos los medios su aprobación. Desde pequeño, Happy se vio eclipsado
por su hermano, aunque nunca expresó ningún tipo de resentimiento; sin
embargo, intenta llamar la atención de su padre constantemente (“Estoy
adelgazando” es la frase que repite), pues se siente abandonado. Cuando,
en el restaurante, Biff le pide ayuda para comunicarse con su padre, se
enfrenta a su hermano, pero será Happy el que negará ante las chicas
que Willy es su padre, rechazándolo como Willy hizo con él. En el fondo,
Happy es el más afectado por las ideas de su padre, pues no reconocerá
que Willy estaba equivocado ni siquiera en el funeral.
Charley: Parece una persona bastante inflexible que
aparenta no preocuparse por nada, aunque intenta ayudar a Willy. Es
claro con él y trata de abrirle los ojos a la cruda realidad. Aunque en
las escenas retrospectivas los chicos lo llamen “tío Charley”, no parece
un familiar, sino un vecino y amigo, viejo conocido de la familia. Su
función dramática es poner el contrapunto a las fantasías de Willy, pues
él (igual que su hijo Bernard con respecto a Biff) es la antítesis de
Willy Loman. Que este tipo de hombre, que no cree en el atractivo
personal, haya triunfado, es más de lo que puede soportar Willy, porque
significaría admitir que toda su vida y sus ideas han sido una falacia.
Nuestro protagonista rechaza el trabajo que Charley le ofrece, aunque
sabemos que todas las semanas le pide préstamos para saldar sus deudas.
Al final, Willy, a pesar de que ha hablado a menudo contra él, se da
cuenta de que el único amigo que tiene es Charley. Charley es la voz del
realismo, que nos da una visión muy acertada de Willy; su función
dramática consiste en mostrar la falsedad de las ideas del protagonista.
Bernard: Es el hijo de Charley, y la antítesis de Biff.
Es bueno con las matemáticas así que le ayuda pero Biff nunca va a sus
clases de repaso con él. Bernard, a diferencia de Biff, tendrá éxito en
la vida.
Ben: Hermano de Willy, ya muerto, sólo aparece en las analepsis.
Es una figura oscura que funciona como símbolo o ilusión más que como
personaje. Ha triunfado económicamente en la vida. Representa para Willy
todos los sueños que él no ha llegado a cumplir; por eso, cuando Willy
se siente profundamente deprimido, cuando no puede hacer frente a los
problemas de la vida, es cuando aparece Ben: por eso funciona como un
símbolo de las frustraciones de Willy.
La Mujer: es con la que engaña a Linda; solo quiere a
Willy porque tiene éxito o al menos lo aparenta. Este siempre le regala
medias nuevas.
Howard: Es el jefe de Willy, y según dice este, es él
quien le pone el nombre, aunque en realidad solo dice que le gusta ese
nombre. Cuando Willy va a pedirle un aumento, Howard lo despide, cosa
que llevaba intentando hacer durante un largo tiempo, porque sus ventas
habían disminuido demasiado.
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Quizá algo que nadie puede negarle a Arthur Miller es haber sido
una de las grandes voces críticas del siglo XX, de los pocos que han
sido consecuentes con la idea de que el teatro debe ser un lugar desde
el que se remueven y azotan conciencias y se analiza la manera en que
vivimos. Pero Miller nunca recurre a sermones y convierte siempre la
"percepción moral" en forma dramática a través de personajes claramente
individualizados. Testigo de excepción de hechos importantes del siglo
XX, guerra de Vietnam, el derrumbe del
comunismo la Gran Depresión de los años 30, la Segunda Guerra Mundial, la
Guerra Fría, el maccarthysmo, la caída del comunismo, incluso la caída de las Torres Gemelas, sobre todos ellos ha
expresado su punto de vista desde la creación dramática o desde sus
escritos teóricos o periodísticos. "La muerte de un viajante" está
unánimemente considerada la obra cumbre de Arthur Miller. La fuerza de
la historia reside tanto en lo que cuenta como en la manera de contarlo.
La obra nos relata las últimas veinticuatro horas en la vida de un
viajante de sesenta y tres años llamado Willy Loman, con un magistral
retrato de unos personajes que, siendo portavoces de una época, son por
encima de todo únicos y singulares, en una atmósfera onírica,
inquietante y emotiva.