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jueves, 14 de septiembre de 2023

Insigne escritor alicantino Gabriel Miró Ferrer

 

“Ciento cuarenta (140) años del nacimiento de Gabriel Miró” Por Ramón Palmeral

Un aniversario que ha pasado desapercibido por las instituciones culturales alicantina, oriolana y polopina. No tiene busto en los jardines de la Diputación

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Un día como hoy 28 de julio de 1897 (que era lunes) nació a la seis de la tarde el insigne y destacado escritor Gabriel Miró Ferrer en la calle Castaños 14, 2º piso, de Alicante, segundo hijo de matrimonio Juan de Dios Miró Moltó  (ingeniero de caminos) y María de la Encarnación Ferrer Ons (ama de casa), alcoyano y oriolana, respectivamente. En una calle que si Gabriel Miró levantara cabeza se sorprendería al verla convertida en un bulevar, donde, a ciertas horas de la tarde es complicado  caminar sin tropezarte con alguna silla, y que a su vez, desemboca en la hoy plaza de Gabriel Miró donde, sombreado con grandes ficus tiene un lugar el pedestal busto que lleva su nombre cincelado en piedra caliza del escultor José Semper Ruiz, que fue inaugurado el 27 de mayo de 1935 (aniversario de los cinco años  de su muerte en 1930), antes llamada plaza de Isabel II, por la reina madre del Rey Alfonso XII.  Pero no es necesario recordar  en  1935 estábamos en plena II República de derechas de la CEDA en el bienio llamado rectificador, bienio conservador o bienio contrarreformista, denominado también bienio negro, despectivamente por las izquierdas. En la plaza de Isabel II antes de  construirse el edificio de Correo y Telégrafos (1917-1920) había un almacén de sal, y luego fue la cárcel de Alicante, y se llamaba de las Barcas por su proximidad al puerto.

Pero entrado directamente en la caja de los de truenos, y he decir, con estupor, que no tengo conocimiento de que, ni en Alicante, ni en Orihuela ni en Polop de la Marina se hayan  realizado seminarios, jornadas o encuentros literarios en homenaje a Miró, que tanto nombre ha dado a la millor terrea del món (para algunas cosas como la fiestas y el arroz con bogavante). Yo siempre creí que este 140 aniversario se iba a celebrar un seminario o unas jornadas en el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, situado en la casa Bardín, o en el Sede de la Universidad, conocida por la de  Canalejas (político liberal), pero no, no amigos lectores, en ninguna de las dos instituciones culturales ni se le ha mencionado ni recordado, como si fuera el vecino del terceros que no pagara la comunidad. El único homenaje que me consta es el que le hicimos el 8 de mayo actual en Ámbito Cultural  El Corte Inglés, por iniciativa del quien escribe esta amarga reseña, más un grupo de amigos/as como  Mª Consuelo Giner Tormo, Consuelo Jiménez de Cisneros y Laura Polomo Alepuz, y numeroso público sediento de saber su biografía.

Mirad por donde, el 11 de julio actual giré visita a los jardines de la Diputación de Alicante para fotografiar a los hijos ilustres de Alicante (placa de Pérezgil, recién colocada), y me llamó la atención, entre otras omisiones, que no estaba el busto ni siquiera un relieve de la efigia de nuestro excelso Gabriel Miró. Lo cual me chocó considerablemente como una bofetada, o como un acto de menosprecio institucional provincial a esta figura internacional de las Letras universales, sí,  sí,  han oído bien, universales, autor entre otras novelas importantes: Las cerezas del cementerio, Nuestro Padre San Daniel, El Obispo Leproso o el libro de relatos genuinamente alicantino Años y leguas. Pero nunca es tarde, a lo mejor a Carlos Mazón, recién tomada la alternativa de la presidencia de la Diputación se acuerda y le pone uno, sin darnos cuenta, evidentemente.

Un amigo mío me decía que si en lugar del 140 aniversario fuera un número más redondo como el 150 o los 200, sería más fácil que las autoridades  movieran el trasero, y yo le respondí, tajantemente: «Dentro de diez años nosotros no estaremos en condiciones ni físicas ni mentales para homenajear a Gabriel Miró, porque él y Sigüenza  seguirán siempre jóvenes  porque es inmortal entre los dueños de la pluma».  Sí es cierto, amigos y atentos lectores, seguirá ahí afuera como el dinosaurio del mini-relato del guatemalteco Monterroso: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Pero nosotros no estaremos en ningún limbo de esos ansiados, soñados o anhelados de las bibliotecas del mundo. Y este amigo me preguntó: ¿Y además del homenaje en El Corte Inglés tú qué has hecho? Yo además de una paella con lágrimas, he escrito un comentario de Años y leguas, ilustrado, solamente de 466 páginas que se titula Buscando a Gabriel Miró en Años y leguas, publicado en Amazon.

Tres años antes del busto en la plaza Gabriel Miró en Alicante, en Orihuela se había inauguró otro busto el 2 de octubre de 1932, este de bronce del escultor murciano de Librilla José Seiquer Zanón, en la Glorieta de Gabriel Miró, en cuya inauguración estuvieron Ernesto Giménez Caballero, Augusto Pescador, Ramón Sijé o Miguel Hernández, entre otros. Donde actualmente las autoridades municipales «orcelitanas» han tenido la osadía de darle  una manita de cobre-oro brillante que parece un premio cinematográfico como un óscar.

Miró se había casado en 1901  en la parroquia San Juan Bautista de  Benalúa con la señorita Clemencia Maignon Mahuenda, hija del Cónsul de Francia en Alicante, de cuyo matrimonio nacieron sus hijas Olympia (1902) y Clemencia (1905). En 1908 ganó con Nómada el primer premio de novela organizado por El Cuento Semanal, de Madrid, adquiriendo rápidamente gran fama de narrador y estilista, y le dieron un homenaje varios escritores, entre ellos Valle Inclán, Pío Baroja y Felipe Trigo.

Tomando prestado unos párrafos de la biografía de  Miro del profesor y mironiano Miguel Ángel Lozano Marco (Universidad de Alicante), sabemos de su estancia en Barcelona, donde leemos:

«En febrero de 1914, buscando consolidar tanto la economía familiar como la carrera literaria, se traslada con su familia a la capital catalana. Su firma ya había aparecido en Diario de Barcelona, desde 1911, y en La Vanguardia, desde 1913. Animado por Eugenio d’Ors, cuenta allí con excelentes amigos, entre los que se encuentran Enrique Granados, José Carner, Pi y Suñer y Prat de la Riba, quien le ofrece un puesto en la Diputación, un empleo como contable en la Casa de Caridad; empleo que abandona en el mes de junio, cuando la Editorial Vecchi y Ramos le encarga la dirección de una ambiciosa Enciclopedia Sagrada».

Partió la familia Miró para Barcelona en barco, desde Alicante, por piernas, por las amenazas de un celoso marido, pero para saber más de esta rocambolesca anécdota habrá que esperar a otro de mis artículos, así es la sacrificada vida kafkiana.

Colaboró con medios nacionales de Prensa y en La Nación de Buenos Aires. En 1925 ganó el Premio Mariano Cavia de periodismo del ABC por su artículo «Huerto de cruces» (que se publica en Años y leguas, y en 1927 es propuesto por Azorín y otros académicos para la Real Academia de la Lengua pero no fue elegido, quizá por el escándalo levantado ante su novela El obispo leproso (ambientada en la Oleza que es Orihuela), considerada anticlerical por el poder jesuítico y levítico.

Es también autor de la colección de 17 estampas, tituladas Años y leguas, situadas en Polop de la Marina, Aitana, Benidorm, Calpe y otros pueblos como Bolulla, Tárbena o Alcalalí… Puesto que Miró y su familia residieron en la masía alquilada de Les Font de Polop de la Marina los veranos de 1921 a 1928, por enfermedad de su hija Clemencia.   El lector de Años y leguas (que se encuentra en e: book Calameo) debe saber que  no es un libro biográfico de Gabriel Miró, sino una expresión literaria neomodernista de personajes, leyendas y paisajes con el «alter ego» de  Sigüenza, bien estudiado por Vicente Ramos (el próximo 7 de septiembre es su centenario). En Madrid  se puso  en contacto con su amigo el compositor Oscar Esplá y Triay (1886-1976) que, tenía una masía de descanso en la sierra de Aitana llamada Masía El Molí en Benimantell (Valle de Guadalest), y le recomienda una masía de alquiler a las afuera de Polop camino de Xilert.

El escritor oriolano Julio Calvet y presidente del Patronato Histórico-Artístico de Orihuela, publicó un magnífico  artículo  en la  Revista Oficial de Moros y Cristianos de Orihuela, del mes de julio actual,  titulado: «Gabriel Miró. Ciento cuarenta  aniversario de su nacimiento», que he podido leer y es un alarde de saberes de Miró en Orihuela donde, el niño Miró estuvo siete años como alumno interno en el Colegio de Santo Domingo de la Compañía, devotos de San Ignacio de Loyola.

Y hago la siguiente pregunta: ¿Se merezca o no Gabriel Miró un homenaje institucional en la tierra que lo vio nacer? O quedaremos, los alicantinos, como compatriotas desagradecidos y olvidadizos  Estas omisiones contribuyen a desconocer cada vez más a  nuestros escritores, o poetas, o pintores: almas espirituales  de nuestra identidad alicantina.

He dicho: ¡Salchichón!