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jueves, 7 de septiembre de 2023

Paco Mollá, el poeta de Petrel, represalidado en la época franquista. En la cárcel con Miguel Hernández



PACÓ MOLLÁ, POETA DE PETREL

 Biografía en Wikipedia

Francisco Mollá Montesinos, más conocido como Paco Mollá, nació el 1 de marzo de 1902 en Petrel (Alicante), fue un poeta español. Hijo de Francisco l'Hereu y Magdalena, un matrimonio humilde que vivía en el n.º 16 de la calle Agost.

En 1908 la familia emigró a Brasil, para trabajar en la zona de cafetales de Sao Paulo, donde tampoco asistió a ninguna escuela, pero aprendió a leer y escribir a pesar del duro trabajo en la hacienda.

La lectura de los poetas portugueses João de Deus Ramos, Antero de Quental y Teixeira de Pascoaes, junto con clásicos españoles como Fray Luis de León, en mitad de una naturaleza feraz, inspiraron sus primeros poemas. Pero cumplidos los dieciocho años, la familia decidió regresar a España y Paco dejó allí enterradas a dos hermanas, Cecilia y Magdalena, quedando atrás su primer amor idealizado, la bella Jandira. Instalados en el n.º 3 de la calle de la calle Mayor, de nuevo en el pueblo que le vio nacer para orgullo de sus habitantes, aprendió el oficio de montador mecánico en la fábrica de calzados de Rodolfo Guarinos, en Elda

Realizó el servicio militar en Valencia y, por fin, en 1929 contrajo matrimonio con su compañera del alma, Justa Beltrán Tortosa, sin que en la larga andadura de su amor hubiera hijos. Al iniciarse la contienda civil, se alistó como voluntario en Sanidad, ascendió a sargento y, posteriormente, a comisario político en el frente del Guadarrama. Fue allí donde murió su hermano Bonifacio y donde contrajo una grave enfermedad pulmonar cuyas secuelas arrastraría de por vida. Fue a parar a la cárcel, pese a que jamás se probó su implicación en la quema y destrucción de la capilla de Rabosa, y en el Reformatorio de Adultos de Alicante tuvo su escuela poética, en compañía de presos como Francisco Ferrándiz Alborz, José Capilla, Jorge Llopis y Miguel Hernández, bajo la guía de Vicente Clavel, situación que reactivó su honda vena poética. Trasladado a Carabanchel, salió de prisión el 16 de septiembre de 1946 y su querida Justa fue a reunirse con él. En 1950 regresaron al valle y se instalaron en Elda, comenzando a colaborar en periódicos y revistas de la comarca, hasta que por fin pudo volver a Petrer, el pueblo amado.

En 1967 publicó sus poemas en la antología titulada Cuando las yemas revientan junto a Enrique Amat, Gabriel García Romeu y el sacerdote Jesús Zaragoza, recopilador del volumen. A su debido tiempo llegaron Orto en 1975, Luz en la senda y Alma en 1980, Canciones del valle y Canciones del camino en 1988, así como Últimos poemas en 1991, publicado póstumamente.

Tras una vida de intensa búsqueda del amor y la belleza, el poeta Paco Mollá falleció el 22 de diciembre de 1989 en el hospital de Elda.

El Ayuntamiento de Petrer organiza anualmente el Certamen de Poesía Paco Mollá.


Paco en el frente republicano de Guadalajara

En su defensa, Paco reconoció haber pertenecido a una logia eldense durante sólo 20 días del año 1932, pero que tal hecho -dice- no había significado absolutamente nada en sus ideas y en su vida, puesto que había acudido a las reuniones tan sólo por curiosidad y por su afán de aprender, ya que creía que era una sociedad cultural y filantrópica; por ello -explicó-, en cuanto conoció sus características, se dio de baja.

También creía Paco que su actividad en la guerra no habría de ser motivo de condena. Con 35 años se alistó como voluntario en Sanidad. Se le envió al frente del Guadarrama y allí se le nombró sargento en su batallón -la 30 Brigada, 2a División- y allí vio morir a su hermano Bonifacio. Enfermo crónico de asma, padeció una pulmonía y fue trasladado a un hospital de Madrid, donde quedó como delegado político suplente dentro de la Compañía de Sanidad. El propio Paco alegó en su defensa que nunca tuvo en sus manos un arma sino cuando, en una noche de julio de 1936, se quedó en la casa del párroco de Petrel, don Bartolomé Muñoz, defendiéndole de posibles atentados; pese a lo cual, el sacerdote fue asesinado cerca de Villena el 6 de septiembre de 1936 por milicianos de Petrel y Caudete. [El 13 de agosto de 1936 fue asesinado en Elda el suegro de Miguel Hernández].

La última acusación, su participación en la confiscación, primero, y posterior destrucción de la imagen religiosa de Rabosa, no se pudo probar. Aunque la defensa que hizo Paco de sí mismo era débil, ningún testigo pudo relacionarlo con el activo concejal y ferviente revolucionario que fue Pascual González, a quien juntamente con otros miembros de las JJSS se le atribuía la ejecución de tales actos.

A pesar de que ninguna prueba resultó fehaciente, Paco fue condenado a 30 años de reclusión mayor, pero por su presunta adscripción a la masonería se le privaba de la redención de penas por el trabajo, a la libertad condicional e incluso a las visitas íntimas de su esposa. Podemos seguir todo el desarrollo del proceso a través de la carta que, casi dos años después de los hechos, Paco envió a su más querido amigo en aquellos momentos: Doroteo Román.

 

El poeta en la cárcel

En Petrel (Alicante), al acabar la guerra civil, muchas de las personas que se habían distinguido en la defensa de los ideales republicanos fueron confinados en el cine de verano que había en la Explanada. Bastantes dirigentes municipales, líderes de los sindicatos obreros o simples particulares, habían huido de la ciudad a finales de marzo. Algunos no tuvieron tiempo de salir de España y sufrieron la cárcel o la muerte, otros vivieron un largo exilio en Francia, Marruecos o Hispanoamérica. Ciertamente la reclusión en el  cine de verano era el medio de control y ficha de todas las personas significadas en el bando vencido. Petrel, que había vivido unos hechos sangrientos durante la guerra y que había sido un pueblo en el que «hasta las piedras eran socialistas» (El Mundo Obrero, 30 de noviembre de 1929), vivió una dura represión. No obstante, pronto empezaron también las cartas de libertad para gran parte de los encarcelados, mientras que otros, con proceso abierto, eran conducidos a otras prisiones.

Paco Mollá fue uno de los que vivieron esa situación. A finales de mayo de 1939 fue puesto en libertad sin cargos significativos, pero se sentía muy incómodo en Petrel por la actitud de algunos de sus paisanos que no perdonaban a la familia Mollá el papel que alguno de los hermanos jugó durante la guerra (Paco había sido presidente de las Juventudes Socialistas ya antes de la República, Bonifacio murió en el frente y Vicente había logrado escapar a Argentina). Por ello, en septiembre de 1939 Justa y Paco se fueron a Elche, donde creían poder rehacer sus vidas mejor que en Petrel, pero Justa no se hacía a vivir allí y la pareja volvió al pueblo a principios de 1940. Inmediatamente Paco fue acusado por determinados convecinos de haber participado en la quema y destrucción de la capilla de Rabosa y de otras actividades políticas y hechos violentos.

Paco y Justa en Madrid, 1946.

Sin ningún tipo de juicio, a mediados de febrero fue llevado a la plaza de toros de Monóvar, convertida en prisión, donde pasó vanos meses antes de ser trasladado a Alicante [Reformatorio de Adultos de Alicante donde estuvo preso Miguel Hernández]. A pie, Justa iba a verlo a Monóvar casi todos los días para llevarle algo de comida, y de esos amargos momentos dejó Paco testimonio en tristísimos poemas. Existe un curioso documento, fechado el 24 de septiembre de 1940 por el director del campo penitenciario de Monóvar, en el que se le concede a Paco el Premio de Honor del certamen literario celebrado con motivo de la festividad de la patrona de los reclusos (Virgen de la Merced).


 Muerte del poeta Paco Mollá

El viernes 22 de diciembre de 1989. Esa tarde, cuando un sol que había brillado cálido comenzaba a ocultarse, un hombre de 87 años entraba en la eternidad desde la habitación 412 del hospital de Elda. Paco Mollá, el poeta más líricamente puro que ha dado Petrel, dejaba su rostro mirando al valle, reflejada en sus ojos la luz dorada de la Sierra del Cid. Eran las cinco de la tarde, la hora de los encuentros. Paco se reencontraba con Justa, la esposa que sólo ocho meses antes le había precedido en el camino hacia lo Absoluto.

Ha pasado el tiempo, ahora mismo se cumplirán trece años de su muerte y el uno de marzo pasado debimos celebrar el centenario de su nacimiento. Se han escrito, es cierto, bastantes artículos y algún que otro libro sobre la vida y obra de Paco pero quedan todavía muchos aspectos por estudiar; Paco Mollá es un ejemplo de vida, de compromiso con el ser humano, de acendrado amor a la naturaleza. Lo necesitaremos siempre como modelo vital. Y en cuanto a su obra… yo no creo que una obra de la categoría de la de Mollá se disuelva en el olvido, podrá quedar sumergida durante más o menos tiempo pero finalmente emergerá poderosa porque tiene la forma y el contenido que la hacen ser poesía necesaria y verdadera. Queda mucha labor por hacer: siguen sin recogerse en un corpus único todos los poemas que Paco publicó en distintas revistas o los muchos inéditos escritos en cuadernos que espero que no se hayan perdido. Y está absolutamente por trabajar su breve pero intensa obra narrativa.

Hay, pues, mucho trabajo por hacer en cuanto a la edición y estudio de su poesía, pero es necesario también seguir investigando aspectos biográficos que condicionaron su obra. Hoy quisiera, como homenaje en su centenario y desde esta revista en la que tantas veces colaboró, contribuir con nuevos documentos a dar a conocer a los interesados una etapa decisiva de nuestro poeta: su estancia en la cárcel y el comienzo de su obra. Estas páginas son parte de una investigación sobre la narrativa de Paco que espero dar pronto a la imprenta.

DON VÍCTOR VIÑES SERRANO, Director de segunda dase del Cuerpo de prisiones, con destino en el Campo Penitenciario de Monóvar (Alicante)

 

VIAJE

Llegando a la total ausencia mía,
mirando ya sin ver peñas y pinos,
como llama hacia Dios me diluía.
Yo no sé qué recónditos caminos

en lo ignoto del espíritu andaría
que mi ignorancia se pobló de trinos,
la angustia de mi noche en alegría
y miel inmensurable mis espinos…

…No supe del regreso; ni sé nada
de la región por mi «otro» visitada,
mas se me duerme como un niño el viento…

El mundo es ya un espejo oscurecido
donde va el corazón -de un ansia herido-
entre un espiritual deslumbramiento.

Pacó Mollá

Publicaciones

  • Cumbres (1950)
  • Cuando las yemas revientan (1967)
  • Orto (1975)
  • Alma y otros poemas (1980)
  • Luz en la senda: el alba incesante (1980)
  • Canciones del Valle -mi tierra- (1988)
  • Canciones del camino (1988)
  • Últimos poemas (1991), póstumo.

 

Tomado de Petrereraldia.com y Wikipedia

NOTA.- Es preciso conseguir su expediente penitenciario en Madrid