Páginas

viernes, 22 de abril de 2022

Aleixandre y Bousoño. Una gran amistad.

 

Un legado de cinco millones de euros

Tras la muerte de Carlos Bousoño, su viuda, Ruth Crespo, queda como única propietaria de los bienes del poeta Vicente AleixandreBousoño (izda.) y Aleixandre disfrutaron de una gran amistad

Bousoño (izda.) y Aleixandre disfrutaron de una gran amistad

La muerte de Carlos Bousoño deja en manos de su viuda, Ruth Crespo, la custodia de dos legados literarios: por un lado el relacionado directamente con el poeta fallecido el sábado y, por otro, el del premio Nobel Vicente Aleixandre. Este último ha sido objeto de no pocas y controvertidas polémicas en los últimos años, especialmente desde que se supo la intención de los Bousoño de venderlo.

En 2007, la Diputación de Málaga y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía anunciaban por todo lo alto su intención de adquirir el archivo personal de Aleixandre para que formara parte de los fondos documentales del Centro Cultural Generación del 27. El 4 de octubre de ese año, los Bousoño participaron en la presentación de un acuerdo que hubiera supuesto la compra del fondo por 5 millones de euros. ¿Es una cantidad muy elevada? Aparentemente sí lo es, pero hablamos de un legado único del que no se tenía ninguna noticia hasta entonces.

¿Qué hay en ese fondo? Cuando se presentó la firma se dio a conocer un inventario provisional. De esta manera sabemos que Ruth y Carlos Bousoño custodiaban la biblioteca personal de Aleixandre, formada por unos 3.000 volúmenes con mucho de la poesía española de posguerra, además de la propia obra del poeta. De su mano son los manuscritos y borradores de «Sombra del paraíso», «Mundo a solas», «Nacimiento último», «Historia del corazón», «Los encuentros», «Nuevos encuentros», «Poemas de la consumación» o «Diálogos del conocimiento», a los que hay que sumar un importante número de textos inéditos

Pero lo que ha creado expectación es el grupo de documentos formado por el epistolario recibido por Aleixandre. En su mayoría son cartas posteriores a 1939, con alguna excepción como las que le envió la alemana Eva Seifert, un amor de juventud ocho años mayor que él y amiga suya toda su vida. Y es que al autor de «Espadas como labios» le escribió todo el mundo: desde veteranos como Azorín o Pío Baroja, pasando por sus compañeros de generación, como Jorge Guillén, Max Aub, Cernuda, Emilio Prados, Dámaso Alonso, Manuel Altolaguirre... A ellos hay que sumar los nuevos autores surgidos con posterioridad y a los que el poeta abrió siempre sus puertas; algunos de estos creadores que le escribieron y fueron José Hierro, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Francisco Brines, José Ángel Valente, Pere Gimferrer... También hay copia de borradores de misivas enviadas por el poeta del 27 a su amigo y confidente José Luis Cano o a Dámaso Alonso.

Los Bousoño también han guardado durante todo este tiempo la medalla del Nobel de Literatura –aunque hay fuentes que aseguran que lo guarda un religioso amigo de la familia Aleixandre–, así como el frac que llevaba en los actos de gala de la Real Academia de la Lengua, su bastón, sus gafas, su agenda personal, una colección de fotografías de Carlos Saura, un grabado dedicado por Joan Miró e, incluso, su mascarilla mortuoria.

Sin embargo, todo se vino abajo. A los pocos días, la familia Aleixandre reclamaba la propiedad del conjunto. Amaya Aleixandre envío un requerimiento para que los Bousoño se abstuvieran de disponer de bienes que pudieran formar parte de la herencia de Aleixandre. El juez decretó medidas cautelares y la Diputación de Málaga tuvo que echarse atrás en la compra. No fue hasta 2011 que la Audiencia Provincial de Madrid decretó que el matrimonio Bousoño era el propietario legal del archivo. Tras conocerse el fallo judicial, la Diputación de Málaga apuntaba que seguía interesada en adquirir el fondo, aunque se matizaba que «las condiciones han cambiado» y «hay que negociar desde cero».

Desde entonces nada ha trascendido. Este año, por ejemplo, Espasa publicó las cartas que Aleixandre envió a Miguel Hernández y a su viuda, Josefina Manresa. Sin embargo, el volumen no incluyó las respuestas de Manresa a quien fue uno de los principales amigos y valedor de su marido y que se sabe que se guardan en el fondo propiedad de los Bousoño. Esto también puede explicar el hecho de que a estas alturas no se haya publicado aún una biografía completa y rigurosa sobre Aleixandre, el premio Nobel del 27.

Fascinante profesor

Fascinada. Así explicaba Ruth Crespo, viuda de Carlos Bousoño, cómo que se quedó la primera vez que escuchó al autor. Fue en la Universidad de Nueva York en Madrid, donde éste impartía clases de poesía contemporánea. Un periodo que rememoraba ayer a Efe: «Nunca le agradeceré lo suficiente haberme elegido como esposa y haberme introducido en el mundo fascinante de la cultura».