(Conferencias)
Imaginación, Inspiración, Evasión: La mecánica de la poesía
Federico García Lorca
I
O sea —dijo el conferenciante al iniciar su discurso— los tres grados, las tres
etapas que busca y recorre toda la obra de arte verdadera, toda la historia
literaria, en su rueda de finar para volver a empezar y todo poeta consciente
del tesoro que maneja por la gracia de Dios...
Sé perfectamente las dificultades que este tema tiene, y no pretendo, por tanto,
definir, sino subrayar; no quiero dibujar, sino sugerir. La misión del poeta es
esta: animar, en su exacto sentido: dar alma... Pero no me preguntéis por lo
verdadero y lo falso, porque la "verdad poética" es una expresión que cambia al
mudar su enunciado. Lo que es luz en el Dante, puede ser fealdad en Mallarmé. Y
desde luego, ya es sabido por todo el mundo que la poesía se ama. Nadie diga
esto es oscuro, porque la poesía es clara. Es decir, necesitamos buscar, "con
esfuerzo y virtud, a la poesía, para que esta se nos entregue. Necesitamos haber
olvidado por completo la poesía para que esta caiga desnuda en nuestros brazos.
El vigía poético y el pueblo. Lo que no admite de ningún modo la poesía es la
indiferencia. La indiferencia es el sillón del demonio; pero ella es la que
habla en las calles con un grotesco vestido de suficiencia y cultura".
Analiza el conferenciante en primer lugar su concepto de la "imaginación" y
su función en el terreno artístico. Dice:
Para mí la imaginación es sinónima de aptitud para el descubrimiento. Imaginar,
descubrir, llevar nuestro poco de luz a la penumbra viva donde existen todas las
infinitas posibilidades, formas y números. La imaginación fija y da vida clara a
fragmentos de la realidad invisible donde se mueve el hombre.
La hija directa de la "imaginación" es la metáfora, nacida a veces a golpe
rápido de intuición, alumbrada por la lenta angustia del presentimiento.
Pero la imaginación está limitada por la realidad: no se puede imaginar lo que
no existe; necesita de objetos, paisajes, números, planetas, y se hacen precisas
las relaciones entre ellos dentro de la lógica más pura. No se puede saltar al
abismo ni prescindir de los términos reales. La Imaginación tiene horizontes,
quiere dibujar y concretar todo lo que abarca.
La imaginación poética viaja y transforma las cosas, les da su sentido más puro
y define relaciones que no se sospechaban; pero siempre, siempre, siempre opera
sobre hechos de la realidad más neta y precisa. Está dentro de nuestra lógica
humana, controlada por la razón, de la que no puede desprenderse. Su manera
especial de crear necesita del orden y del límite. La imaginación es la que ha
inventado los cuatro puntos cardinales, la que ha descubierto las causas
intermedias de las cosas; pero no ha podido nunca abandonar sus manos en las
ascuas sin lógica ni sentido donde se mueve "inspiración" libre y sin cadenas.
La imaginación es el primer escalón y la base de toda poesía... El poeta
construye con ella una torre contra los elementos y contra el misterio. Es
inatacable, ordena y es escuchado. Pero se le escapan casi siempre las mejores
aves y las más refulgentes luces. Es difícil que un poeta imaginativo puro
(llamémosle así) produzca emociones intensas con su poesía. Emociones poéticas,
desde luego, no puede producir con la técnica del verso esa típica emoción
musical de lo romántico, desligada casi siempre del sentido espiritual y hondo
del poeta puro. Una emoción poética, virgen, incontrolada, libre de paredes,
poesía redonda con sus leyes recién creadas para ella, desde luego que no.
La imaginación es pobre, y la imaginación poética mucho más. La realidad
visible, los hechos del mundo y del cuerpo humano están mucho más llenos de
matices, son más poéticos que lo que ella descubre.
Esto se nota muchas veces entre la lucha entablada entre la realidad científica
y el mito imaginativo, en la cual vence, gracias a Dios, la ciencia, mucho más
lírica mil veces que las teogonías.
La imaginación de los hombres ha inventado los gigantes para achacarles la
construcción de las grandes grutas o ciudades encantadas. La realidad ha
enseñado después que estas grandes grutas están hechas por la gota del agua
paciente y eterna. En este caso, como en otros muchos, gana la realidad. Es más
bello el instinto de la gota de agua que la mano del gigante. La verdad real
vence a la imaginación en poesía, o sea, la imaginación misma descubre su
pobreza. La imaginación estaba en el punto lógico al achacar a gigantes lo que
parecía obra de gigantes; pero la realidad científica, poética en extremo y
fuera del ámbito lógico, ponía en las gotas limpias del agua perenne su verdad.
Porque es mucho más bello que una gruta sea un misterioso capricho del agua
encadenada a leyes eternas que el capricho de unos gigantes que no tienen más
sentido que el de una explicación.
El poeta pasea siempre por su imaginación, limitado por ella. Y ya sabe que su
sentido imaginativo es capaz de entretenimiento; que una gimnasia de la
imaginación puede enriquecerla, agrandar sus antenas de luz y so onda emisora.
Pero el poeta está en un triste quiero y ni puedo a solas con su paisaje
interior.
Oye el fluir de grandes ríos; hasta su frente llega la frescura de los juncos
que se mecen "en ninguna parte". Quiere sentir el diálogo de los insectos bajo
las ramas increíbles. Quiere penetrar en la música de la corriente de la savia
en el silencio oscuro de los grandes troncos. Quiere comprender el alfabeto
Morse que habla al corazón de la muchacha dormida.
Quiere. Todos queremos. Pero ni puede. Porque, al intentar expresar la verdad
poética de cualquiera de estos motivos, tendrá necesariamente que valerse de
sentimientos humanos, se valdrá de sensaciones que ha visto y oíd, recurrirá a
analogías plásticas que no tendrán nunca un valor expresivo adecuado. Porque la
imaginación sola no llega jamás a esas profundidades.
Mientras no pretenda librarse del mundo puede el poeta vivir contento en su
pobreza dorada. Todas las retóricas y escuelas poéticas del Universo, desde los
esquemas japoneses, tienen una hermosa guardarropía de soles, lunas, lirios,
espejos y nubes melancólicas para uso de todas las inteligencias y latitudes.
Pero el poeta no quiere librarse de campo imaginativo, no vivir exclusivamente
de la imagen que producen los objetos reales, deja de soñar y deja de querer. Ya
no quiere, ama. Pasa de la "imaginación", que es un hecho del alma, a las
"inspiración", que es un estado del alma. Pasa del análisis a la fe. Aquí ya las
cosas son porque sí, sin efecto ni causa explicable. Ya no hay términos ni
límites, admirable libertad.
Así como la inspiración poética tiene una lógica humana, la inspiración poética
tiene una lógica poética. Ya no sirve la técnica adquirida, no hay ningún
postulado estético sobre el que operar; y así como la imaginación es un
descubrimiento, la inspiración es un don, un inefable regalo.
Hace a continuación el conferenciante un análisis minucioso de la mecánica de
la inspiración aclarando con ejemplos los dos conceptos anteriores expuestos.
Para después analizar el "hecho poético" que la inspiración descubre, hecho con
vida propia, leyes inéditas y que, según el conferenciante, rompe con todo
centro lógico. Poesía en sí misma llena de un orden y una armonía exclusivamente
poéticos. Las últimas generaciones de poetas se preocupan de reducir la poesía a
la creación del hecho poético y seguir las normas que este mismo impone, sin
escuchar la voz del razonamiento lógico ni el equilibrio de la imaginación.
Pretende libertar la poesía no solo de la anécdota, sino del acertijo de la
imagen y de los planos de la realidad, lo que equivale a llevar la poesía a un
último plano de pureza y sencillez. Se trata de una realidad distinta, dar un
salto a mundos de emociones vírgenes, teñir los poemas de un sentimiento
planetario. "Evasión" de la realidad por el camino del sueño, por el camino del
subconsciente, por el camino que dicte un hecho insólito que regale la
inspiración.
El poema evadido de la realidad imaginativa se sustrae a los dictados de feo y
bello como se entiende ahora y entra en una asombrosa realidad poética, a veces
llena de ternura y a veces de la crueldad más penetrante.
Pone algunos ejemplos de problemas evadidos y aplica finalmente los tres
conceptos, base de la conferencia, a algunas escuelas clásicas y a las
principales corrientes de la estética europea contemporánea, incluso las más
modernas, llegando a la conclusión de que todo arte que persigue la pureza se
refugia en último término en la poesía, fenómeno muy típico, según el
conferenciante, de nuestros días, en que todas las artes adoptan una expresión y
un matiz predominantemente poéticos.
El Señor García Lorca escuchó cordiales y entusiastas aplausos.
II
El sábado dio en el Lyceo, ante nutrida concurrencia en la que formaban
destacadas figuras de nuestra intelectualidad, su anunciada disertación acerca
de "Imaginación. Inspiración. Evasión", el poeta Federico García Lorca Comenzó
así:
Dijo el arquitecto Corbusier en una reunión íntima de la Residencia de
Estudiantes que lo que más le había gustado de España era la frase de "dar una
estocada", porque expresaba la intención profunda de ir el tema y el ansia de
dominarlo rápidamente, sin detenerse en lo accesorio y decorativo.
Yo también —agrega— soy partidario de esta posición de la estocada, aunque,
naturalmente, no sea un espada de limpia agilidad. El toro, (el tema) está
delante y hay que matarlo. Valga siquiera mi buena intención.
A continuación defiende que casi todo arte tiene su base más firme en la
imaginación, sinónima de aptitud para el descubrimiento, como no creo en el
artista sentado, sino en el artista caminante. La hija directa de la imaginación
es la metáfora. La hija legítima y lógica, nacida muchas veces con el golpe
rápido de la intuición y con la lenta angustia del presentimiento. La
imaginación está limitada por la realidad. No se puede imaginar lo que no existe
de ninguna manera. Se necesitan objetos, paisajes, números, planetas, y se hacen
precisas las relaciones entre ellos dentro de la lógica más pura. La imaginación
tiene horizontes, quiere dibujar y concretar todo lo que abarca. Vuela la
imaginación sobre la razón como el perfume de la flor sobre la flor misma sin
desprenderse de los pétalos, siguiendo los movimientos de la brisa; pero apoyado
siempre en el centro inefable de su origen.
Es difícil que un poeta imaginativo puro —llamémosle así— produzca emociones
intensas con su poesía, razonada toda ella . Emociones poéticas, desde luego que
no. Puede producir con la técnica del verso y la maestría verbal esa típica
emoción musical de los románticos, desligada casi siempre del sentido espiritual
y hondo del poema puro.
El poeta fija la diferencia entre la realidad visible y la imaginación, y
destaca la superación de valores de aquella con bellos ejemplos entre la realidad
científica y el mito imaginativo.
Habla de la inspiración y cuenta que así como la imaginación poética tiene una
lógica humana la inspiración poética tiene una lógica poética. La inspiración es
un estado de fe en medio de la humildad más absoluta. Se necesita una fe rotunda
en la poesía; se necesita saber rechazar con vehemencia toda tentación de ser
comprometido. La inspiración ataca de plano muchas veces a la inteligencia y al
orden natural de las cosas. Hay que mirar con ojos de niño y pedir la luna. Hay
que pedir la luna y creer que nos la pueden poner en las manos.
La imaginación ataca el tema furiosamente por todas partes y la inspiración lo
recibe de pronto y lo envuelve en la luz súbita y palpitante, como esas grandes
flores carnívoras que encierran a la abeja trémula de miedo y la disuelven en el
agrio jugo que sudan sus pétalos inmisericordes.
La imaginación es inteligente, ordenada llena de equilibrio. La inspiración es
incongruente en ocasiones, no conoce al hombre y pone muchas veces un gusano
lívido en los ojos claros de nuestra musa. Porque quiere. Sin que lo podamos
comprender. La imaginación lleva y da un ambiente poético y la inspiración
inventa el hecho poético.
En este punto, García Lorca hace flamear ante su auditorio, auditorio sumiso,
ganado por la amenidad del poeta, vivos y originales ejemplos de "hecho
poético".
El hecho poético no se puede controlar con nada. Hay que aceptarlo como se
acepta la lluvia de estrellas. Pero alegrémonos—agrega—de que la poesía pueda
fugarse, evadirse, de las garras frías del razonamiento.
Esta evasión poética puede hacerse de muchas maneras. El surrealismo emplea el
sueño y su lógica para escapar. En el mundo de los sueños, se encuentran
indudablemente normas poéticas de emoción verdadera. Pero esta evasión por medio
del sueño o del subconsciente es, aunque muy pura, poco diáfana. Los latinos
queremos perfiles y misterio visible. Forma y sensualidades.
Define el disertante lo que entiende por poesía evadida, la influencia de la
ironía en la poética, con Heine a la cabeza, y cita como tipo de poeta
imaginativo a Góngora, y como inspirado, a san Juan de la Cruz.
Termina García Lorca su interesante lección sobre novísimas estéticas con estas
palabras:
Este es mi punto de vista actual sobre la poesía que cultivo. Actual, porque es
de hoy. No sé mañana lo que pensaré. Como poeta autentico que soy y seré hasta mi
muerte, no cesaré de darme golpes con las disciplinas en espera del chorro de
sangre verde o amarillo que necesariamente y por fe habrá mi cuerpo de manar
algún día. Todo menos quedarme quieto en la ventana mirando el mismo paisaje. La
luz del poeta es la contradicción. Desde luego, no he pretendido convencer a
nadie. Sería indigno de la poesía si adoptara esta posición. La poesía no quiere
adeptos, sino amantes. Pone ramas de zarzamora y erizos de vidrio para que se
hieran por su amor las manos que la buscan.
El poeta fue muy aplaudido
(1928)