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lunes, 5 de abril de 2021

Poemario:"La cólera de Aquiles" por Ramón Palmeral

 

 

 

 

 

Por eel porte Ramón Palmeral, residente en Alicante

Canto primero

                    

 HOMERO

 

 

Ojos de Zeus sin odio turbio

la herida de tu frío beso

la ceguera desde tu divina mano

protectora desde el Monte Olimpo.

 

     Viento que al alba  la luz consume

y tu colérico ego borra,

detrás del paño, oculta

negro y vengativo el rostro

de los divinos rayos destructores.

 

    Un día en Quios o en Ios: islas del Jónico,

un niño llamado Lysander , de apodo Homero plantó pie en el mundo transitorio de la vida, siete años para estar ciego por una abeja.

 

     El divino ciego, iluminado por Zeus, el dios de los dioses, concedió la gracia para: La Ilíada y la Odisea la mayores aventuras clásicas.

 

 

 

 

 

Golpearé este papiro hasta que grite

quiero que responda a mis preguntas

quiero que la tinta que habita

salga desparramada como guerreros

a contarnos sus hazañas.

 

    La noria sacó su cuello de cisne

y a ver al aire triste

se sentó sobre la piedra fósil

a esperar mi cuenco de sed

de un hombre que busca ya su sombra dentro de sus días.

 

    ¡Oh Musas!, de despellejados senos, que habitáis en el anchuroso cielo y en el reluciente astro, hijas de Zeus el portador de la égida, el que amontona las nubes, el que restablece las leyes divinas mediante la justicia

      –leyes, leyes con reglamentos–

el rey de reyes: Zeus.

     Tengo dolor de caminos, heridas abiertas en carne estremecida, pasión de la tierra,  otorgadme el hechizo de vuestros divinos cantos acompañados de cítaras y tibias que embelesan a las  multitudes y glorifican a los héroes  inmortales, a los victoriosos aqueos.

Ante que los fósiles del aire se congelen.

      Tu mano: flor de caricias,

inocente de mis culpas

te sacude de encima el laberinto de sus dedos que están vivos.

 .............................

Comentario de Julio Calvet Botella 


Julio Calvet Revisado en España el 2 de marzo de 2017

EL FASTUOSO VIAJE DE HOMERO A TARSIS DE LA MANO DE PALMERAL POEMANDO LA BELLEZA.

Homero, aquel vate ciego, de orígenes y tiempos desconocidos, nos lego los poemas épicos mas hermosos y acaso el origen de todos los tiempos para quienes amamos la poesía y estamos orgullosos de nuestro origen greco-latino.

Con esta emoción retoma el camino perdido el gran escritor y poeta Ramón Fernández Palmeral en su reciente libro que titula “La Cólera de Aquiles”, como “Poemario Épìco” para contribuir también a llenar de belleza estos tiempos que vivimos que no pueden quedar reducidos a un campo yermo y solo lleno de espinas.

Dedicado “A todos los hombres que alguna vez quisieron ser héroes”, lo inicia “A modo de ventana que grita”, diciéndonos cómo este poema épico es “un viaje de Homero a Tarsis, capital de las Hespérides, en la delta de un gran río que los árabes, siglos después llamaron Guadalquivir, reino de Argantonio del que hablara Anacreonte o Herodoto”. Y al poco en su “Canto Primero”, Palmeral, nos regala un precioso poema dedicado a Homero, que no me resisto a trasladar a este comentario, que espero me permita su autor:

“Ojos de Zeus sin odio turbio

la herida de tu frío beso

la ceguera desde tu divina mano

protectora del Monte Olimpo

Viento que al alba la luz consume

y tu colérico ego borra,

detrás del paño, oculta

negro y vengativo el rostro

de los divinos rayos destructores.

Un día en Quios o en Ios; islas del Jónico,

un niño llamado Lysander, de apodo Homero

plantó pie en el mundo transitorio de la vida, siete

años para estar ciego por una abeja.

El divino ciego, iluminado por Zeus, el dios de

los dioses, concedió la gracia para: La Ilíada y la

Odisea las mayores aventuras clásicas.”

Y Homero nos dejo las dos epopeyas heroicas de todos los tiempos, La Ilíada y La Odisea.

La Iliada es un pasaje de aquella guerra que duro diez años que se inició cuando Helena, mujer de Menelao, rey aqueo, fue raptado o seducida por el príncipe Paris, hijo de Príamo rey de Ítaca, también llamada Ilión, llevándosela consigo, y ocasionando tras un largo asedio finalmente la destrucción de aquella.

Es un poema coral, como todas las guerras. Coral y cuerpo a cuerpo, donde concurren dioses, hombres y estridentes armas en una enorme tragedia cargada de emociones. Y es un pasaje presidido por la cólera de Aquiles, hijo de la ninfa Tetis y de Peleo, nació en Ftia, ciudad de Tesalia, al que su madre sumergió en la laguna Estigia para lograr su inmortalidad, olvidando de sumergir su talón.

Acompañando a los aqueos en el rescate de Helena, fue ultrajado por el propio jefe de las tropas griegas, Agamenón, al sustraerle a su amada Briseida, por lo que juró no pelea más por la causa de los griegos, encerrándose en su tienda durante un año entero permaneciendo alejado del combate.

Y Homero comienza su poema La Ilíada, con la expresión de la cólera de Aquiles, ante tal hecho, diciéndonos en el Canto I:

“La cólera canta, diosa, de Aquiles hijo de Peleo, cólera funesta que un dolor infinito causo a los aqueos y tantas valerosas almas de héroes arrojo al Hades, haciéndolos presa de perros y de todas las aves… ”

La guerra, empero continua. Héctor, hijo de Príamo, mata en singular combate a Patroclo, el gran amigo de Aquiles, lo que le hace incorporarse de nuevo al combate, ahora mas fieramente si cabe, para aniquilar a Héctor, al que perfora sus tendones y arrastra su cadáver por la tierra, ultrajándolo hasta el límite, y restituyendo por fin el cadáver, ante sus llorosos ojos, a su padre, Príamo.

Y nos dirá Palmeral en su libro:

“Y como si la cólera de Aquiles no

fuera suficientes espada de temor en

sangrienta lucha, volador de piernas

y zancos en las rodillas, retó a Héctor

en lucha terrible y tremenda de rojos

carmines en la herida del pecho

incólume hasta darle vida.

Una vida que culmina con el pie

atado al carro de Aquiles por la

muralla de Príamo sin piedad de

padre en el honor de un muerto

acogido en el seno de la sepultura de

los héroes.”

Finalmente, Aquiles es herido con una flecha arrojada por Paris clavada en su talón, causándole la muerte al ser el talón su único lugar mortal. Y sus cenizas serán depositadas en el promontorio de Sigeo.

Culminara la Ilíada, con el ardid del caballo de madera que ideara Ulises y engaño a los Troyanos, y el principio del regreso de los vencedores.

Ulises, en su viaje de regreso, en su Odisea, entró en el reino de los muertos, en el Hades, donde entre otros encontró a Aquiles, y tras alabarle su fama y notoriedad como gran héroe dejado en la tierra, escuchó las doloridas palabras del Pelida cuando contestándole le dijo: “No intentes consolarme de la muerte, esclarecido Odiseo; preferiría ser labrador y servir a otro, a un hombre indigente que tuviera poco caudal para mantenerse, a reinar sobre todos los muertos”.

Cambio de heroicidades del Aquiles vivo, que a cada momento prefería la muerte a la deshonra… y estas palabras de ahora, de preferir ocupar el lugar del ultimo de los vivos a la muerte.

Y Palmeral, en su nuevo libro, a través de sus diecinueveavo cantos y tras evocar la guerra de Troya, después de consultar el Oráculo de Delfos, emprende de la mano de Homero, su viaje hacia Tarsis capital deTartessos.

“Como será el viaje a Tarsis?

El Oráculo responde:

-puede ser bueno o malo según el

capricho de Poseidón. Lo mismo

llegáis como que no llegáis

esta es mi sentencia”.

Y aparecerán ante nosotros, con un hermoso lenguaje, la ciudad de Tarsis de la que dicen que Gárgoris fue su primer rey: “Marismas como tierra que el mar invade, salino y blanco cuerpo…”; Heracles, la sacerdotisa; los Argonautas; los escribas y los barbechos, y al fin el Hades:

“Detrás de los muertos existe

paraíso de las flores geométricas,

colectivas, eternas, agudas y de

espíritus vegetales.”

Me dice Palmeral, y ello es cierto, que su poemario “no es un cuento ni un relato”, y que es una excusa para poemar la Belleza de las palabras, y que es para leerlo lento y sin ninguna prisa.

Yo he quedado maravillado de este libro, poemario épico, “La Cólera de Aquiles”. Lo voy volviendo a leer a pedazos y a retazos. Me quedo con las ganas de contarles más, pero esto podría suponerme una querella por plagio.

Lo dejo aquí, como está y les invito a leerlo. Sobre todo a los que como Palmeral y yo mismo, amamos el mundo de los griegos heroicos.

Editado lujosamente, con una portada luminosa y expresiva, de la que es autor Ramón Palmeral, también magnífico pintor, y cuajado en su interior de bellas ilustraciones, al tenerlo entre las manos parece que contengamos en las mismas la Grecia heroica, el canto del vate ciego Homero y Tartessos, con su río Guadalquivir, y cuyo ejemplar del libro me ha llegado con la dedicatoria de mi amigo Palmeral que me dice: “Para mi amigo escritor y poeta Julio Calvet, en correspondencia por su magnifico libro “La Sirena”.

Muchas gracias, querido Ramón, por llevarnos a la belleza en este tu magnifico libro, “La cólera de Aquiles”.

Muchas gracias por volvernos a creer en el mundo de los dioses, de los héroes y de las ninfas.

Y volvernos un poco más a nuestros muy lejanos orígenes.

Julio Calvet Botella

Alicante y febrero de 2017.