DENTRO
“El silencio se te queda dentro”, me dices,
y se te quiebra la voz
como si unas manos diminutas
estrangularan la orilla de los ríos.
El silencio de las paredes y los cuerpos
que viste con tus ojos asombrados.
Silencio de madres doloridas.
Saber después que fue imposible despedirse,
que el imposible abrazo era
la más cruel mordedura,
la que no deja huella y tiene
sangre en las pupilas aún abiertas.
Cómo sobrevivir a la intemperie,
cómo reconocer el camino de vuelta.
Llenar de palabras el silencio
hasta matarlo.
Recordar
para que nadie olvide.
Javier Díaz Gil
26 de noviembre de 2020