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domingo, 13 de diciembre de 2020

Pau Casals y Antonio Machado.

 

Pau Casals y Antonio Machado


Como es sabido -aunque puede que no lo suficiente-, Antonio Machado falleció en la localidad francesa de Colliure el 22 de febrero de 1939, pocas fechas después de haber cruzado la frontera con su madre y dos de sus hermanos. En esa diáspora hacia el exilio lo acompañaron hasta cien mil conciudadanos comprometidos en la lucha de la segunda República contra el fascismo. El poeta perdió su maleta durante el trayecto -donde algunos dicen que guardaba un manuscrito-, por lo que llegó a Colliure ligero de equipaje, casi desnudo como los hijos de la mar, según escribiera en uno de sus poemas.

Machado fue inhumado provisionalmente en un panteón, del que era propietaria una tal María Deboher, amiga de la señora Quintana, dueña del modesto hotel que sirvió de posada a don Antonio, su madre y hermanos. Muchos años después, el Comité de Amigos de Antonio Machado en Colliure decidió promover una suscripción a fin de construir una tumba en la que fueran enterrados los restos de don Antonio y su madre. Fue entonces cuando Pau Casals se ofreció para correr con todos los gastos, algo que el presidente del comité, Josep Maria Corredor, desestimó por preferir que la suscripción fuera popular.

En la misma colaboró Albert Camus, que consideraba a don Antonio como un poète que j?admire par-dessus tout. Se consiguió la cantidad de 38.000 francos antiguos y la ceremonia de inhumación tuvo lugar el 16 de julio de 1958. Casals se sintió dispuesto a participar en el acto con su violoncelo, pero por recomendación expresa de la familia del poeta se quiso evitar cualquier manifestación pública masiva el día de ese segundo entierro, algo que hubiera podido ocurrir con la presencia y la interpretación del músico catalán.

Con motivo de la publicación el 12 de octubre de 1957 en Le Figare Littéraire del artículo de Corredor Un grand poète attend son tombeau, que sirvió para promover esa suscripción popular, el ministro de Asuntos Exteriores de Franco, Fernando María Castiella, quiso repatriar los restos de Antonio Machado a España, a petición de algunos familares de don Antonio residentes en nuestro país. Pero tanto esa vez, como la protagonizada por Fraga Iribarne años más tarde -en 1966- siendo ministro de Información y Turismo de la dictadura, los depositarios de lo dispuesto por José Machado hicieron valer el criterio de éste, para quien ese traslado era una disposición contraria en el actual estado de cosas a los sentimientos que impulsaron a Antonio Machado y a Ana Ruiz a desterrarse.

Pocas semanas después de haber sido inhumados por segunda vez el poeta y su madre, y luego también de que el ministro Castiella tratara de trasladar a una España que el poeta había combatido con su pluma y por la cual hubo de sufrir un doloroso y corto exilio que acabó con su vida, Pau Casals fue a Colliure y en la soledad del cementerio tocó su conmovedor y hermosísmo Cant dels ocells. Estoy convencido de que pocos momentos de la historia de nuestra cultura habrán podido tener tan intensa e íntima emoción como la vivida e interpretada por Casals y su chelo al pie de la tumba de don Antonio y Ana Ruiz, tal como podemos leer en el excelente libro de Jacques Issorel «Últimos días en Colliure, 1939» (Ed. Renacimiento, 2016).