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viernes, 20 de noviembre de 2020

Azorín y el milagro de la palabra. Reflexiones sobre el legado del escritor español. Wall Tress International Magazin. Ramón Fernández Palmeral

 


  Retrato de Azorín por Ignacio Zuloaga

Azorín y el milagro de la palabra

Reflexiones sobre el legado del escritor español

20 noviembre 2020,
Ramón Fernández Palmeral

Escasos escritores en lengua castellana de la generación del 98 (metáfora de una crisis española al final del siglo XIX), gozaron del prestigio de José Augusto Trinidad Martínez Ruiz (1873-1967), que escribía bajo el seudónimo de Azorín, desde 1904, en su trilogía de novelas autobiográficas: La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904). Fue un reflexivo escritor y periodista parlamentario, natural de Monóvar (Alicante), que cultivó todos los géneros literarios, excepto la poesía: la novela, el ensayo, la crónica periodística, la crítica literaria y, en menor medida, el teatro. Para sus incisivas críticas literarias usó varios seudónimos como «Ahrimán», para su primer libro Buscapiés (Sátiras y críticas), 1894, «Charivari», «Don Abbondio» y «Cándido», en honor del Cándido, o el optimismo de Voltaire, de 1759... 

Leer completo en Wall Street International, de 20 de noviembre de 2020

 

 Notas.-

Vicente Blasco Ibáñez funtño del diario El Pueblo que en 1894 fue para Blasco Ibáñez su barricada personal, partidario de una república federal antimonárquico, en dura contra la represión de la Restauración, que secuestraba el periódico y le llevaba a comparecer en sucesivos consejos de guerra. Uno de ellos le llevó a la prisión de San Gregorio, viejo convento del centro de Valencia. En este diario también colaboró el joven alicantino José Martínez Ruiz. Azorín (con el seudónimo de «Ahrimán» (el dios persa de la destrucción). con sus artículos de ideología anarquista, al gusto de Blasco Ibáñez, luego se convirtió en uno de sus detractores. Azorín, inventor de la denominación de Generación del 98 en 1913, no incorporando en ella a Blasco Ibáñez.