ABC sobrevivirá, no ya a mí, en el camino de salida, sino a las generaciones que han aprendido a leer en el ordenador
Actualizado:Si ABC no existiera hubiera habido que inventarlo. Las razones las expuso Catalina Luca de Tena en la Tercera de ayer: por ser el único periódico que existe de cuantos hubo en España en los más de cien años de su existencia, pese a todo tipo de obstáculos que encontró en su camino. El mero hecho de que, durante la Guerra Civil, se publicaran dos ABC advierte que las dos Españas lo necesitaban. Un periódico que nació de una revista, que mantuvo de ella lo que la gente desea ver tanto o más que leer: la imagen, la foto, el momento, pues la noticia incluye todo ello, al tiempo que cuidaba la información con tanta pulcritud literaria como fidelidad a
los hechos. Creí entender lo que ABC ha significado, hace muchos años, en unas declaraciones de Wenceslao Fernández Flores, que honró estas páginas de múltiples maneras, incluida la crítica literaria y las crónicas de fútbol. Contaba WFF que, allá por los comienzos del siglo pasado, don Torcuato le llamó a su despacho para pedirle que cubriese en Cataluña las elecciones que iban a celebrarse, con el problema catalán ya en plena efervescencia. Se lo pensó tanto que el fundador de esta casa le preguntó si tenía alguna objeción. A lo que el novelista coruñés le respondió, temiendo incluso por sus colaboraciones dada la españolidad de la Casa: «Sólo una, pero muy seria. Debo decirle que yo soy nacionalista gallego». Pero lo que oyó fue justo lo contrario. Don Torcuato le dijo entusiasmado: «Pues entonces usted es el hombre que necesitamos, para que nos cuente lo que allí está pasando». Y, añadía WFF: «Me publicaron cuanto envié, sin quitar una palabra». Algo parecido me ocurrió a principios de los años ochenta, siendo corresponsal en Nueva York. La Transición rodaba con éxito y la Constitución había sido aprobada por amplio margen, en Cataluña sobre todo. Lo que me hizo recordar mis años estudiantiles y escribir una loa a Cataluña, «que necesitamos tanto o más que Cataluña al resto de España». Un centenar de cartas, todas agradecidas, me llegaron desde allí. Guillermo Luca de Tena, que llevaba entonces el periódico, me dijo, en su próxima visita a NY: «Me costó bastante publicarlo, pero al final se hizo», en páginas de Hueco incluso. Eso es lo que ha hecho mantener tanto tiempo y en tan buena forma a un diario que no tiene igual, no digo mejor o peor, sólo distinto, en el mundo.
Stendhal decía que una novela es un espejo a lo largo del río de la vida. El periódico se contenta con ser el espejo de un día, el de ayer. A la una y al otro se les ha vaticinado la muerte arrollados por los medios de comunicación electrónicos. Pero nunca se han publicado tantas novelas como hoy, y cuando la gente quiere enterarse de verdad de lo que ocurre, acude a su periódico. Lo que me permite decir que ABC sobrevivirá, no ya a mi, en el camino de salida, sino a las generaciones que han aprendido a leer en el ordenador.