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“Mario, ando buscando un camino nuevo”
Cómplice
y amigo de los autores hispanoamericanos más destacados, Benedetti
mantuvo con ellos una correspondencia rebosante de confidencias. A modo
de homenaje, la Fundación Benedetti ha reunido en 'Cien veces Benedetti'
sus mejores fotos y cartas inéditas, de las que El Cultural ofrece una
selección.
Irónico y socarrón, es posible que el propio poeta y narrador
hubiese bromeado sobre la celebración de su centenario, interrumpida
por una pandemia mundial. Conferencias, recitales, conciertos…, todo ha
quedado suspendido, aunque, gracias a la gentileza de la Fundación Mario
Benedetti, el lector de El Cultural puede descubrir parte de esta
correspondencia inédita que ilumina algunos tramos del boom.
Querido Benedetti:
En estas últimas semanas usted me ha dado dos alegrías, diferentes pero muy próximas. La primera es saber que piensa venir pronto a Europa, y que esta vez seguramente nos encontraremos con todo el tiempo necesario para charlar largo. La segunda es Gracias por el fuego. Pasé por París, después de un complicado circuito que me tuvo cuatro meses dando vueltas para ganarme la vida, y en esas pocas horas en que estuve en casa alcancé a abrir mi correspondencia y encontré sus libros. Como pensaba venirme a este ranchito que tengo en la Provenza a descansar un mes, escogí una docena de libros […] y entre ellos su novela. […]
Bueno, aquí entre el tomillo y el “pastis”, con una gran ventana abierta sobre el Vaucluse y los montes del Luberon, me metí en ese Montevideo bastante aterrador de su libro, y no pude volverme al campo hasta llegar a la última página. Si una de las maneras de juzgar una novela rioplatense es su interés (y yo creo que es una de las maneras más importantes), Gracias por el fuego tiene esa virtud en su grado máximo. Mi mujer y yo la leímos en un día. Después, a la hora del mate, la discutimos largamente y estuvimos de acuerdo en todo lo importante. […] Ya ve, usted nos hundió en una casi vivencia uruguaya, que es lo mismo que decir argentina, y a mí por lo menos eso me ocurre cada vez menos, un poco porque ya llevo trece años en Europa y otro poco porque sólo de cuando en cuando me cae en las manos un cuento o una novela capaces de abolir esos trece años como ahora lo ha conseguido usted. Leyendo su libro medí una vez más eso de “mi destino sudamericano”, esa indecible combinación de recuerdos, nostalgias, rencores y pasiones que es ser argentino u oriental. A lo largo de muchos años me ha sucedido con Arlt, con Onetti, con Borges, con algún otro que olvido ahora. Gracias por el fuego me devuelve otra vez a esa dependencia indeclinable, que desde aquí es todavía más intensa porque en el fondo uno la elige al decidir que va a leer una novela uruguaya. No sé si me hago entender; quiero decir que cuando estoy en Buenos Aires no veo la hora de saltar al barco de vuelta, porque siento que eso que llaman la argentinidad me es impuesta; aquí, en cambio, sigo siendo argentino porque, en última instancia, se me da la gana. Una de esas formas de dárseme la gana es seguir leyendo nuestra literatura. […] En diciembre estaré en París. Avíseme de su llegada, sepa que ya lo estoy esperando. Un abrazo fuerte, JULIO
Mi querido Mario:
En respuesta a tu carta de fines del siglo pasado, empiezo por
decirte lo que ya sabes: no fui a Cuba. Solo que ni yo mismo sé muy bien
por qué. A última hora se me enredaron las cosas, se me enfermaron los
hijos, se me asustó la mujer, me fallaron los cálculos del dinero y se
me recrudecieron los de los riñones, y el triste caso es que no fui. Sin
embargo, iré el año entrante. […]
Hoy le escribo a Ada Santamaría sobre la edición cubana de Cien años de Soledad. Este mundo no lo entiende nadie: mientras ustedes gastan papel y tinta en esta reimpresión, algunos jóvenes colombianos cegados por el sarampión revolucionario me acusan de ignorante e irresponsable por la forma en la que distorsiono y mistifico, según ellos, la historia patria, ¿Cuál?
No se trata de hacernos reverencias japonesas, pero he devorado en una noche Letras del Continente Mestizo, y te digo en serio que por primera vez he visto las bases sólidas que sustentan el llamado boom de la Literatura Latinoamericana. No me había detenido a pensar, antes de leer la página 197, que de veras fuéramos tantos y tan buenos. Y sin embargo, ahora creo que tu lista es demasiado drástica. Mi problema actual es que los temas me atropellan y se me acumulan, pero no encuentro con la misma facilidad las soluciones formales. Ando tanteando en las tinieblas, buscando un camino nuevo, y no sé si lo voy a encontrar.
[…] Gabriel
Querido Ángel:
[…] Lo que te contó Matta sobre el artículo de Lisandro es lamentablemente cierto. Lisandro ha pegado una vuelta que ha dejado a todo el mundo estupefacto. Su tesis es nada más y nada menos que el escritor revolucionario debe tomar las armas, o, en su defecto, dejar de escribir. Lo triste es que se ha convertido en un hombre realmente importante en la Dirección de Cultura […].
Esa es la cosa fascinante de esta Revolución: su realidad cambiante, en ebullición, siempre llena de riesgos y también y sobre todo, de posibilidades. Para el individuo es un entrenamiento pavoroso, que lo mantiene alerta aunque no quiera, y que en el fondo lo va capacitando para decisiones rápidas, para cambios profundos, para planteos originales. Uno mismo no puede evitar la oscilación temperamental entre el pesimismo y el optimismo, pero cada vez que vuelve a éste último, uno se siente más en su casa.
Esto sí que no es conversación de café, esto son masas moviéndose, buscando su rumbo, acertando y equivocándose, equivocándose y corrigiéndose, respirando y arremetiendo, la pucha […] ¿Viste la carta de Fuentes renunciando a ir a los Estados Unidos? […]
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Correspondencia: Fundacion Mario Bendetti de la Universidad de Alicante
Carta de Cortázar a Benedetti
Saignon, 12 de noviembre de 1965Querido Benedetti:
En estas últimas semanas usted me ha dado dos alegrías, diferentes pero muy próximas. La primera es saber que piensa venir pronto a Europa, y que esta vez seguramente nos encontraremos con todo el tiempo necesario para charlar largo. La segunda es Gracias por el fuego. Pasé por París, después de un complicado circuito que me tuvo cuatro meses dando vueltas para ganarme la vida, y en esas pocas horas en que estuve en casa alcancé a abrir mi correspondencia y encontré sus libros. Como pensaba venirme a este ranchito que tengo en la Provenza a descansar un mes, escogí una docena de libros […] y entre ellos su novela. […]
Bueno, aquí entre el tomillo y el “pastis”, con una gran ventana abierta sobre el Vaucluse y los montes del Luberon, me metí en ese Montevideo bastante aterrador de su libro, y no pude volverme al campo hasta llegar a la última página. Si una de las maneras de juzgar una novela rioplatense es su interés (y yo creo que es una de las maneras más importantes), Gracias por el fuego tiene esa virtud en su grado máximo. Mi mujer y yo la leímos en un día. Después, a la hora del mate, la discutimos largamente y estuvimos de acuerdo en todo lo importante. […] Ya ve, usted nos hundió en una casi vivencia uruguaya, que es lo mismo que decir argentina, y a mí por lo menos eso me ocurre cada vez menos, un poco porque ya llevo trece años en Europa y otro poco porque sólo de cuando en cuando me cae en las manos un cuento o una novela capaces de abolir esos trece años como ahora lo ha conseguido usted. Leyendo su libro medí una vez más eso de “mi destino sudamericano”, esa indecible combinación de recuerdos, nostalgias, rencores y pasiones que es ser argentino u oriental. A lo largo de muchos años me ha sucedido con Arlt, con Onetti, con Borges, con algún otro que olvido ahora. Gracias por el fuego me devuelve otra vez a esa dependencia indeclinable, que desde aquí es todavía más intensa porque en el fondo uno la elige al decidir que va a leer una novela uruguaya. No sé si me hago entender; quiero decir que cuando estoy en Buenos Aires no veo la hora de saltar al barco de vuelta, porque siento que eso que llaman la argentinidad me es impuesta; aquí, en cambio, sigo siendo argentino porque, en última instancia, se me da la gana. Una de esas formas de dárseme la gana es seguir leyendo nuestra literatura. […] En diciembre estaré en París. Avíseme de su llegada, sepa que ya lo estoy esperando. Un abrazo fuerte, JULIO
Carta de Gabriel García Márquez
Barcelona, 27.II.68Mi querido Mario:
Hoy le escribo a Ada Santamaría sobre la edición cubana de Cien años de Soledad. Este mundo no lo entiende nadie: mientras ustedes gastan papel y tinta en esta reimpresión, algunos jóvenes colombianos cegados por el sarampión revolucionario me acusan de ignorante e irresponsable por la forma en la que distorsiono y mistifico, según ellos, la historia patria, ¿Cuál?
No se trata de hacernos reverencias japonesas, pero he devorado en una noche Letras del Continente Mestizo, y te digo en serio que por primera vez he visto las bases sólidas que sustentan el llamado boom de la Literatura Latinoamericana. No me había detenido a pensar, antes de leer la página 197, que de veras fuéramos tantos y tan buenos. Y sin embargo, ahora creo que tu lista es demasiado drástica. Mi problema actual es que los temas me atropellan y se me acumulan, pero no encuentro con la misma facilidad las soluciones formales. Ando tanteando en las tinieblas, buscando un camino nuevo, y no sé si lo voy a encontrar.
[…] Gabriel
Carta de Benedetti a Ángel Rama
La Habana, 27 de abril de 1968Querido Ángel:
[…] Lo que te contó Matta sobre el artículo de Lisandro es lamentablemente cierto. Lisandro ha pegado una vuelta que ha dejado a todo el mundo estupefacto. Su tesis es nada más y nada menos que el escritor revolucionario debe tomar las armas, o, en su defecto, dejar de escribir. Lo triste es que se ha convertido en un hombre realmente importante en la Dirección de Cultura […].
Esa es la cosa fascinante de esta Revolución: su realidad cambiante, en ebullición, siempre llena de riesgos y también y sobre todo, de posibilidades. Para el individuo es un entrenamiento pavoroso, que lo mantiene alerta aunque no quiera, y que en el fondo lo va capacitando para decisiones rápidas, para cambios profundos, para planteos originales. Uno mismo no puede evitar la oscilación temperamental entre el pesimismo y el optimismo, pero cada vez que vuelve a éste último, uno se siente más en su casa.
Esto sí que no es conversación de café, esto son masas moviéndose, buscando su rumbo, acertando y equivocándose, equivocándose y corrigiéndose, respirando y arremetiendo, la pucha […] ¿Viste la carta de Fuentes renunciando a ir a los Estados Unidos? […]
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Correspondencia: Fundacion Mario Bendetti de la Universidad de Alicante