Poesía de exilio de Juan Gelman
El
presente trabajo se propone llevar a cabo una aproximación a lo que ha
sido la producción poética de Juan Gelman en su época de exilio,
deteniéndonos fundamentalmente en el análisis de dicho motivo, así como
en aquellos otros temas más sobresalientes que lo acompañan y
complementan. Al ser en su poemario Bajo la lluvia ajena, donde
el autor con más profundidad reflexiona sobre el destierro, será esta
obra la que adquiera un papel predominante en el estudio.
The
purpose of this article is to study the poetry of Juan Gelman during
his exile, concentrating specifically on the analysis of this material
as well as the other important topics that accompany and constitute it.
As it is in Bajo la lluvia ajena that the author eflects most on exile this will be the primary focus of this article.
* * *
Las
dictaduras militares del Cono Sur provocaron la salida de sus países de
gran cantidad de escritores, así como de obreros, estudiantes,
científicos, etc., por razones políticas. Uno de ellos fue el poeta y
periodista argentino Juan Gelman, que en 1975 se vio obligado a
abandonar Argentina con destino a Europa, donde le esperaba un largo
exilio de más de doce años repartidos fundamentalmente entre Roma y
París. La recuperación de la democracia en su país no significó su
regreso, estableciéndose definitivamente en México desde 1989.
* * *
Hechos1, Buenos Aires - Roma, 1974-1978
Hechos constituye
su primer poemario escrito en el exilio. El poema que da título al
libro nos muestra los efectos de la dictadura, la dura realidad que
Argentina comenzaba a padecer:
afuera seguía la lucha de clases/el
capitalismo brutal/el duro trabajo/la estupidez/
la represión/la muerte/las sirenas policiales cortando
la noche/ (...)
(p. 65)
capitalismo brutal/el duro trabajo/la estupidez/
la represión/la muerte/las sirenas policiales cortando
la noche/ (...)
(p. 65)
A ello se le une el tema de la poesía. El autor argentino es consciente
de que esta actividad no puede derrocar a los dictadores, que su
utilidad es poca en una situación como la que vive su país, pero a pesar
de todo el poeta sigue volcándose en ella como forma de alcanzar la
belleza:
este hecho explica que ningún endecasílabo derribó hasta
ahora
a ningún dictador o burócrata aunque
sea un pequeño dictador o un pequeño burócrata/y también
explica que
un verso puede nacer del encuentro entre una piedra y un
fulgor de otoño o
ahora
a ningún dictador o burócrata aunque
sea un pequeño dictador o un pequeño burócrata/y también
explica que
un verso puede nacer del encuentro entre una piedra y un
fulgor de otoño o
del encuentro entre la lluvia y un barco y de
otros encuentros que nadie sabría predecir/o sea
los nacimientos/casamientos/los
disparos de la belleza incesante2
(p. 65)
otros encuentros que nadie sabría predecir/o sea
los nacimientos/casamientos/los
disparos de la belleza incesante2
(p. 65)
La reflexión metapoética está presente también en textos como
“Horarios” y “Arte Poética”. En éste último, poesía y realidad aparecen
inseparablemente unidas, como corresponde a una concepción de la
literatura comprometida de lleno con su patria en momentos tan duros
como los que atravesaba:
como un martillo la realidad/bate
las telitas del alma o corazón/forja en
caliente o frío/no presume/reseca
ilusiones podridas/piensa
(p. 90)
las telitas del alma o corazón/forja en
caliente o frío/no presume/reseca
ilusiones podridas/piensa
(p. 90)
Este compromiso le lleva a reprochar a uno de sus grandes maestros,
Ezra Pound, la defensa que en su obra hacía de los paraísos artificiales3.
En la Argentina del horror y la represión para Gelman no tenía ningún
sentido la literatura de evasión, la imaginación gratuita. Su lucha
social necesitaba una literatura fiel a la Revolución:
(...)/a
no ser por este escándalo de odio que
estalla en cada mesa en mi país
golpeado/ensangrentado/rodeado
no ser por este escándalo de odio que
estalla en cada mesa en mi país
golpeado/ensangrentado/rodeado
de fantasmas que se mueven por mí/cercanos
modelando la difícil Belleza que usted
buscó no en vano/ aunque el Paraíso sea artificial/o más
artificial que la casta Pasiphaë/no quisiera
modelando la difícil Belleza que usted
buscó no en vano/ aunque el Paraíso sea artificial/o más
artificial que la casta Pasiphaë/no quisiera
decir más que esto/en realidad
no quiero/visto
el duro olvido general/las pérdidas de guerra/el
escándalo de la belleza incesante
(“Cantos”, p. 85)
no quiero/visto
el duro olvido general/las pérdidas de guerra/el
escándalo de la belleza incesante
(“Cantos”, p. 85)
Cuando
el Régimen Militar lleve al extremo su guerra sucia, la poesía como
motivo literario desaparecerá de su producción. La dramática situación
de su país y su gente ya no dejará cabida a contenidos de este tipo,
pasando a ser la denuncia y el testimonio lo que domine a partir de este
momento en su lírica. Textos como “Abrigos”, “Médulas”, “Descansos”,
“Ausencias”, “Épocas”, “Pasajes”, “Sábanas”, se llenarán del recuerdo de
los compañeros y familiares asesinados por la dictadura. De este modo
intentará que no se los olvide, que el tiempo no borre la verdad
histórica, y recuperarlos en lo posible para sí.
Con
todo, nuestro autor, en estos primeros años de la dictadura todavía
confía en un posible triunfo de la Revolución, de ahí que en sus poemas
“Distracciones” y “Suertes” la homenajee con pasión:
la revolución es así/se critica
todo el tiempo a sí misma/se para
a cada rato/vuelve
sobre lo que empezó para empezarlo otra vez/aparta
todo el tiempo a sí misma/se para
a cada rato/vuelve
sobre lo que empezó para empezarlo otra vez/aparta
dudas debilidades miserias con
impiedad increíble en un pájaro4/vuela
como rostros del mundo o
pobres del mundo o sol
(“Distracciones”, p. 71)
impiedad increíble en un pájaro4/vuela
como rostros del mundo o
pobres del mundo o sol
(“Distracciones”, p. 71)
Notas, Calella de la Costa - París - Roma, agosto-octubre, 1979
En Notas persiste esa confianza en el éxito de la lucha armada5
que encontrábamos en el poemario anterior. Este optimismo
revolucionario le permite soportar los sufrimientos. Sabe que su
padecimiento actual tiene como fin lograr un futuro más justo para
todos:
la tiempo que vendrá /más justo/
donde juntarse vivos y muertos/
que quisieron la libertad/
que te quisieron /libertad/
(“Nota X”, p. 105)
donde juntarse vivos y muertos/
que quisieron la libertad/
que te quisieron /libertad/
(“Nota X”, p. 105)
Las
muertes de sus amigos y parientes no pueden ser inútiles, así,
apoyándose en su memoria, intenta vencer a la derrota que supone el
régimen militar. Esta idea es la que recogen la “Nota I”, “Nota III” y
“Nota XI”:
te mataré uno con paco.6
otro lo mato con rodolfo.
con haroldo te mato un pedacito más.
te mataré con mi hijo en la mano.
y con el hijo de mi hijo/muertito.
voy a venir con diana y te mataré.
voy a venir con jote y te mataré.
te voy a matar/derrota.
nunca me faltará un rostro amado para matarte otra vez.
vivo o muerto/un rostro amado.
hasta que mueras/
dolida como estás/ya lo sé.
te voy a matar/yo
te voy a matar.
(“Nota I”, p. 95)
otro lo mato con rodolfo.
con haroldo te mato un pedacito más.
te mataré con mi hijo en la mano.
y con el hijo de mi hijo/muertito.
voy a venir con diana y te mataré.
voy a venir con jote y te mataré.
te voy a matar/derrota.
nunca me faltará un rostro amado para matarte otra vez.
vivo o muerto/un rostro amado.
hasta que mueras/
dolida como estás/ya lo sé.
te voy a matar/yo
te voy a matar.
(“Nota I”, p. 95)
Es sin duda el recuerdo de los seres queridos que la dictadura le
arrebató el motivo primordial del libro, presente en casi la totalidad
de los poemas, ya sea como referencia aislada o como contenido
dominante. Sin embargo, pese a esta trágica situación, el autor sabe que
debe seguir adelante, para ello tendrá que escapar de la furia, de la
rabia, de la muerte, y seguir soñando y luchando. Así lo expresa en la
“Nota VII”, “Nota VIII” y “Nota XII”:
ya no te quiero/furia/
no te quiero más/rabia
me desolás el corazón/
me volvés ciego el corazón
no te quiero más/rabia
me desolás el corazón/
me volvés ciego el corazón
y yo necesito que
la claridad me bese como
amor donde amo mi acabar
como empezar/vení tristeza/
(“Nota VII”, p. 101)
la claridad me bese como
amor donde amo mi acabar
como empezar/vení tristeza/
(“Nota VII”, p. 101)
Por primera vez en su poesía, casi cuatro años después de haber
abandonado Argentina, Gelman se detiene a reflexionar sobre el exilio y
los sentimientos ante tal experiencia, lo hará en su “Nota XXII”. El
texto recoge principalmente un análisis del éxodo como realidad
colectiva. Todos los “exiliados del sur”, además de perder sus
posesiones, han perdido también sus sueños de lograr un futuro mejor.
Llenos de dolor pasean “bajo la lluvia ajena”. Es esta imagen la que
dará título años después al único poemario que el autor dedique por
entero al tema del exilio. Ellos sufren en una tierra que no es la suya,
mientras recuerdan a sus víctimas, a “sus pedacitos”7.
Solamente en la última estrofa aparece su destierro individual. Para él
la patria es su memoria, el lugar donde nació, y en el que debe morir y
ser enterrado:
huesos que fuego a tanto amor han dado
exilados del sur sin casa o número
ahora desueñan tanto sueño roto
una fatiga les distrae el alma
exilados del sur sin casa o número
ahora desueñan tanto sueño roto
una fatiga les distrae el alma
por el dolor pasean como niños
bajo la lluvia ajena/una mujer
habla en voz baja con sus pedacitos
como acunándoles no ser/o nunca
bajo la lluvia ajena/una mujer
habla en voz baja con sus pedacitos
como acunándoles no ser/o nunca
se fueron del país o patria o puma
que recorría la cabeza como
dicha infeliz/país de la memoria
que recorría la cabeza como
dicha infeliz/país de la memoria
donde nací/morí/tuve sustancia/
huesitos que junté para encender/
tierra que me entierraba para siempre
(p. 118)
huesitos que junté para encender/
tierra que me entierraba para siempre
(p. 118)
Carta abierta, París - Roma, enero, 1980
Carta abierta, dedicado
a su hijo Marcelo Ariel, constituye la confesión sincera del autor de
lo que había pasado a ser su vida desde que en 1976 la dictadura le
arrebatara a su hijo. Si lo emocional y subjetivo domina en toda su
poesía de exilio, incluso en la más testimonial, en esta obra su
presencia se acentuará aún más. La intimidad que el propio motivo
requería, dota a algunos de los textos de una complejidad, tanto en su
contenido como en su forma, no muy frecuente en la lírica del poeta
argentino, por lo general más próxima al lector. La explicación a dicha
dificultad la encontramos en que estos poemas tienen como supuesto
interlocutor o destinatario a su hijo, llevándose a cabo una especie de
diálogo, de carta, del padre con su hijo.
El recuerdo de éste se une siempre a su añoranza:
perderme en tu perder/desabrigada
agua de vos/música bajo perros
de esta mitad rota de vos/sin vos/
que te trabaja ciega/ya atrevida
(“II”, p. 131)
agua de vos/música bajo perros
de esta mitad rota de vos/sin vos/
que te trabaja ciega/ya atrevida
(“II”, p. 131)
Su ausencia hunde al poeta en la desolación, el dolor, el sufrimiento:
con la cabeza gacha ardiendo mi alma
moja un dedo en tu nombre/escribe las
paredes de la noche con tu nombre/
sirve de nada/sangra seriamente/
(“IV”, p. 133)
moja un dedo en tu nombre/escribe las
paredes de la noche con tu nombre/
sirve de nada/sangra seriamente/
(“IV”, p. 133)
Marcelo Ariel formaba parte de esas más de treinta mil personas desaparecidas durante el Régimen Militar Argentino8,
por ello es lógico que una de las preocupaciones esenciales de Gelman
en este libro sea intentar conocer el paradero de su hijo. Dicho
desconocimiento ocasiona que sus composiciones se pueblen de
interrogantes9, de preguntas, de inseguridad. Así lo vemos en sus poemas “VII”, “VIII”, “XXI”, “XXV”, entre otros:
¿dónde estás mesmo ahorita?/¿descansás?/
¿nadie tortura tu blancor?/¿ya mudo
quietás tu luz contra tinieblas?/¿late
tu oscuridad?/¿llagás en puro fuego
¿nadie tortura tu blancor?/¿ya mudo
quietás tu luz contra tinieblas?/¿late
tu oscuridad?/¿llagás en puro fuego
capaz de vos?/(...)
(“XXI”, p. 150)
(“XXI”, p. 150)
Como destaca Julio Cortázar, nuestro poeta nunca se dejará llevar por la ira al afrontar la desaparición de su hijo:
Acaso
lo más admirable en su poesía es su casi impensable ternura allí donde
más se justificaría el paroxismo del rechazo y la denuncia, su
invocación de tantas sombras desde una voz que sosiega y arrulla, una
permanente caricia de palabras sobre tumbas ignotas.10
Al igual que sucede con la mayor parte de los familiares de
desaparecidos, tampoco Juan Gelman estaba dispuesto a reconocer las
muertes de su hijo y nuera, como nos declara en la nota que cierra Carta abierta, hasta que sus cuerpos no aparecieran:
el 24 de agosto de 1976
mi hijo marcelo ariel y
su mujer claudia, encinta,11
fueron secuestrados en
buenos aires por un
comando militar.
como decenas de miles
de otros casos, la dictadura
militar nunca reconoció
oficialmente a estos
“desaparecidos”. habló de
“los ausentes para siempre”.
hasta que no vea sus cadáveres
o a sus asesinos, nunca los
daré por muertos.
(p. 155)
mi hijo marcelo ariel y
su mujer claudia, encinta,11
fueron secuestrados en
buenos aires por un
comando militar.
como decenas de miles
de otros casos, la dictadura
militar nunca reconoció
oficialmente a estos
“desaparecidos”. habló de
“los ausentes para siempre”.
hasta que no vea sus cadáveres
o a sus asesinos, nunca los
daré por muertos.
(p. 155)
Si dulcemente, Roma, enero-marzo, 1980
Si dulcemente continúa
con los contenidos vistos hasta el momento en su poesía de exilio,
dominando de nuevo el recuerdo y homenaje a sus víctimas. Así, en poemas
como “La suavidad que vuelve” o “Esperan”, en los que encontramos ya la
añoranza por la patria, éste asunto se presentará siempre unido y
relegado a la rememoración de los amigos perdidos:
(...)/barrios que
pasás a paso de olvido/calladita/
no respondés a mis palabras/tu
mejilla es luna no ofrecida/beso
que los pasados días no besás/
no respondés a mis palabras/tu
mejilla es luna no ofrecida/beso
que los pasados días no besás/
patria o peso del pecho/corregís
tanta amargura/bellezas del mundo/
con ninguna te puedo comparar/
sola/abrazando a tantos compañeros
(“Esperan”, p. 182)
tanta amargura/bellezas del mundo/
con ninguna te puedo comparar/
sola/abrazando a tantos compañeros
(“Esperan”, p. 182)
Como sucedía en Notas,
Gelman vuelve a abogar por la lucha. La derrota sólo debe ser
transitoria, rendirse ahora la haría definitiva. Continuar luchando es
el mejor modo de honrar y recordar a los que perdieron la vida en ello,
así su muerte cobrará sentido:
llegó la muerte con su recordación/
nosotros vamos a empezar otra vez/
otra vez vamos a empezar/
otra vez vamos a empezar nosotros
nosotros vamos a empezar otra vez/
otra vez vamos a empezar/
otra vez vamos a empezar nosotros
contra la gran derrota de la mundo12/
compañeritos que no terminan/o
arden en la memoria como fuegos/
otra vez/otra vez/otra vez
(“Esperan”, p. 183)
compañeritos que no terminan/o
arden en la memoria como fuegos/
otra vez/otra vez/otra vez
(“Esperan”, p. 183)
De gran utilidad para comprender qué llevaba al pueblo a volcarse en la
Revolución es su poema “A pobres”. Con sólo dos estrofas Juan Gelman
consigue transmitirnos los sentimientos de miles de personas que
decidieron dar su vida, antes de someterse a la dictadura militar y a la
sensación de “derrota general” que por aquellos años dominaba en
Argentina:
a pobres que comíamos paciencia/nos
crecieron almas de volar/alas/armas/
contra la sombra que dictadura su ley
de plomo/o sea callar/aguantar/encerrarse/fue así
crecieron almas de volar/alas/armas/
contra la sombra que dictadura su ley
de plomo/o sea callar/aguantar/encerrarse/fue así
que empuñamos el alma por la culata/la
ala por lo que suele andar de aire/
y lo de menos fue morir/como fuego
matando la derrota general
(p. 179)
ala por lo que suele andar de aire/
y lo de menos fue morir/como fuego
matando la derrota general
(p. 179)
Todos
los poemas del libro, salvo los dos finales, se encuentran enlazados
entre sí, el último verso de cada texto será el primero del siguiente,
logrando de esta forma el efecto de hallarnos ante una larga
composiciones que contuviera todos los contenidos del poemario. En buena
medida esto es lo que sucede en todo el volumen, como señala Julio
Cortázar en el prólogo de la obra:
Un solo y único poema nace de todos ellos, el último ilumina el primero
como el primero contiene el último, y cada uno es un paso en la
continuidad de la ruta.13
Comentarios, Roma, Madrid, París, Zürich, Ginebra, Calella de la Costa, 1978-1979 y Citas, Roma, noviembre-diciembre, 1979
Tanto Comentarios como Citas están dedicados a su país. En ambas obras Gelman abandona el tono testimonial y de denuncia de libros como Hechos o Si dulcemente, volcándose de nuevo en lo emotivo e intimista como hiciera en Carta abierta.
El poeta buscará su inspiración en
autores que han cultivado el tema de la nostalgia por el amado o amada
ausentes. Reconoce en ellos sus propios sentimientos y estados de ánimo.
De este modo compondrá sus Comentarios tomando como referencia a escritores tan variados como los místicos españoles Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz14, la mística flamenca del siglo XIII Hadewijch15,
fuentes religiosas y bíblicas como Isaías, Ezequiel, San Pablo o el Rey
David, creadores contemporáneos como Baudelaire y Van Gogh, o cantantes
argentinos como Gardel y Lepera, entre otros. Por lo que respecta a sus
Citas, siempre tendrán como motivación a Santa Teresa de Jesús.
En estas dos obras identificará a la amada ausente con la patria,
convirtiéndola en su interlocutora en la mayor parte de los textos, y
demostrándola el sufrimiento que su lejanía le provoca:
con el amor que me desborda y cae/
todo a mi alrededor engordan los
animalitos que da de comer
tu ausencia/¿o tu presencia es
todo a mi alrededor engordan los
animalitos que da de comer
tu ausencia/¿o tu presencia es
la que me aniña como pies que pisan
tristezas a la orilla de lo que va a cantar/
como victoria grande donde
mis almas son claridades de vos?
(“Comentario II (santa teresa)”, p. 190)
tristezas a la orilla de lo que va a cantar/
como victoria grande donde
mis almas son claridades de vos?
(“Comentario II (santa teresa)”, p. 190)
En otros poemas la referencia a la tristeza y la desolación del exiliado por vivir alejado de su patria será lo que domine:
tomaron a un hombre y dijeron
lo echen de vos pero no muera/alzaron
el corazón de este hombre tirándolo
contra el mundo o dolor
lo echen de vos pero no muera/alzaron
el corazón de este hombre tirándolo
contra el mundo o dolor
y allí ardió por un rato
y se apagó y no resucitó como un perrito/o sea
que no movió la cola después
de su pelea con la noche/ni levantó la cara/
(“Comentario XX”, p. 208)
y se apagó y no resucitó como un perrito/o sea
que no movió la cola después
de su pelea con la noche/ni levantó la cara/
(“Comentario XX”, p. 208)
El recuerdo de su país estará presente en su “Comentario XXVIII” y “Comentario LV”:
en el rincón de los recuerdos
vivos de vos/o como vos/
patria que todo iluminás
como dulzura/como sombra
vivos de vos/o como vos/
patria que todo iluminás
como dulzura/como sombra
que se explicara yendo la
alma a oscuridad/(...)
(“Comentario LV (homero manzi)”, p. 243)
alma a oscuridad/(...)
(“Comentario LV (homero manzi)”, p. 243)
Bajo la lluvia ajena (notas al pie de una derrota), Roma, mayo de 1980
Será en este libro, cuando
Juan Gelman aborde de forma directa el tema del exilio. Aunque habían
transcurrido más de cinco años desde que se vio obligado a huir de
Argentina, el recuerdo de los padecimientos de su pueblo, los asesinatos
de amigos y compañeros, la nostalgia de su patria, y sobre todo, la
desaparición de su hijo, no le permitían detenerse a reflexionar sobre
el exilio. Sólo cuando el paso del tiempo le posibilitó asumir estos
hechos, pudo analizar dicha realidad.
El subtítulo del libro, (notas al pie de una derrota),
nos muestra ya su postura pesimista y negativa ante el destierro, la
cual se mantendrá a lo largo de todo el poemario. Así lo vemos también
en la cita que encabeza el volumen:
Escribo sobre un tema que no le gusta a nadie.
Tampoco a mí.
Hay temas que no le gustan a nadie.
Tampoco a mí.
Hay temas que no le gustan a nadie.
Po I-po
(p. 307)
(p. 307)
El triunfo de la Revolución Cubana trajo consigo el nacimiento de
grupos guerrilleros en casi todos los países de Latinoamérica. Su lucha
por la justicia social se vio troncada por los regímenes militares que
en los años setenta asolaron el continente. Es a esta derrota a la que
el autor hace referencia en su poema XXVI:
En realidad, lo que me duele es la derrota.
(p. 337)
(p. 337)
En última instancia, el exilio que padecían millones de
latinoamericanos no era sino una consecuencia más del fracaso de esos
movimientos revolucionarios, en los que Gelman también participó
directamente con su militancia en el grupo Montoneros.
Sin embargo no todos los escritores exiliados del Cono Sur adoptaron
una posición tan negativa como la del poeta argentino, sirvan de ejemplo
los casos de Julio Cortázar, Eduardo Galeano y Mario Benedetti, quienes
optaron por posturas mucho más optimistas ante este fenómeno.
El primero de ellos declarará:
Hasta hoy no me ha sido dado leer muchos poemas, cuentos o novelas de
exiliados latinoamericanos en los que la condición que los determina,
esa condición específica que es el exilio, sea objeto de una crítica
interna que la anule como disvalor y la proyecte a un campo positivo
(...). Quienes exilian a los intelectuales consideran que su acto es
positivo, puesto que tienen por objeto eliminar al adversario. ¿Y si los
exiliados optarán también por considerar como positivo ese exilio?16
Por su parte Galeano aboga por un exilio luchador:
Estar vivo: una pequeña victoria. Estar vivos, o sea: capaces de
alegría, a pesar de los adioses y los crímenes, para que el destierro
sea el testimonio de otro país posible.
A la patria, tarea por hacer, no vamos a levantarla con ladrillos de mierda.
¿Serviríamos para algo, a la hora del regreso, si volviéramos rotos?17
En este mismo sentido se expresa Mario Benedetti:
(...) este exilio de algún modo nos da la ocasión de comunicarnos con
otros pueblos. De apreciar hasta qué puntos esos pueblos ejercen
prácticamente la solidaridad. Nos da la ocasión de sentirnos partícipes
de sus problemas, de sus limitaciones, de sus realizaciones, de sus
luchas y pienso que todo esto va a ser muy importante cuando llegue el
momento de nuestro regreso. Va a viajar también con nosotros al Uruguay
esta experiencia de intercambio, este diálogo vital y dinámico que hemos
tenido con ellos. Y va a ser parte integrante del ánimo y de la actitud
del nuevo Uruguay.18
Estos
escritores conciben el destierro como un aprendizaje, una maduración
que les será muy útil para poder colaborar a reconstruir su patria
cuando regresen.
Como todo exiliado, también nuestro autor tendrá siempre presente la idea del regreso19, pues en buena medida constituye una de las pocas esperanzas que le permite soportar estos durísimos años:
Mi padre vino a América con una mano atrás y otra adelante, para tener
bien alto el pantalón. Yo vine a Europa con una alma atrás y otra
adelante, para tener bien alto el pantalón. Hay diferencias, sin
embargo: él fue a quedarse, yo vine para volver.
(“XII”, p. 321)
(“XII”, p. 321)
En
ocasiones intenta analizar los acontecimientos del pasado que le han
llevado a esta situación, sin embargo, todo ello sólo le sirve para caer
de nuevo en el escepticismo y la decepción. La adaptación al nuevo
país, en los pocos casos que se produce, es sólo aparente. El exiliado
está hundido en la frustración y la apatía, tanto en el plano individual
y social, como en sus relaciones de pareja:
Es
difícil reconstruir lo que pasó, la verdad de la memoria lucha contra
la memoria de la verdad. Han pasado años, los muertos y los odios se
amontonan, el exilio es una vaca que puede dar leche envenenada, al
menos algunos parecen alimentados así.
En la colonia exiliar argentina predomina la apatía política y de otro
tipo. Se trabaja o no, se estudia o no, se aprende el idioma del país
en que se está o no, se reconstruye la vida o no. Las mujeres pasan como
ríos, se las quiere o no, se las conserva o no.
(“I”, p. 309)
(“I”, p. 309)
Es
indudable que parte de la culpa en el fracaso de la integración la
tienen los que vienen, pero tampoco la nueva patria se lo pone fácil.
Juan Gelman, como otros muchos sudamericanos que llegaron a Europa, se
encontraron con culturas totalmente distintas a las suyas, y con idiomas
que desconocían, lo que acentuaba aún más su aislamiento. Aquéllos que
pudieron elegir España, salvaron al menos este último escollo. Pero ese
desconocimiento cultural hace interpretar erróneamente, a menudo, las
buenas intenciones del país que los acoge:
(...) Pasa el tiempo y la manera de negar el destierro es negar el
país donde se está, negar a su gente, su idioma, rechazarlos como
testigos concretos de la mutilación: la tierra nuestra está lejana, qué
saben estos gringos de sus voces, sus pájaros, sus duelos, sus
tormentas.
Son muy distintos a nosotros. No se preocupan verdaderamente de
nosotros. No sufren la injusticia que nos pasó a nosotros. Los más
solidarios tienen como vergüenza por nosotros. Es un problema de ellos,
pero nos afecta a nosotros. Como si el diálogo entre extranjeros sobre
algo aparentemente comprensible -el dolor de los unos- viniera envuelto
por parte de los otros en pudores, candores, paternalismos, usos.
No nos vamos a poner de acuerdo nunca. Y seremos muchas veces
injustos, tomando la humildad por soberbia, la reserva por falta de
compromiso, la voluntad de no herir por la voluntad de no saber.
(“I”, p. 309)
(“I”, p. 309)
A pesar de todo el poeta realiza una llamada a la solidaridad:
Todos los hombres son humanos y lo que cabe en mí, debería caber en
los demás. Y viceversa, porque todos los hombres son humanos. Quepamos,
humanos. (...)
Revolvamos la tierra con las manitas juntas. A lo mejor crece una
planta de dos rostros, que necesita agua de los dos, y mira dos
distancias a partir de la misma soledad. Así estaremos juntos,
verdaderamente.
(“I”, p. 310)
(“I”, p. 310)
Con frecuencia, el autor comprueba que a los exiliados latinoamericanos
se los ha instrumentalizado en Europa. Se los utiliza como objetos, se
los estudia, pero no se los comprende. La solidaridad que reciben la
sabe falsa, hipócrita. Al Viejo Continente no le importa lo más mínimo
las dictaduras que asolan a Latinoamérica. El paso de los años nos ha
demostrado que en gran medida Juan Gelman tenía razón. El “Caso
Pinochet” constituyó un ejemplo más de ello. Argentina, Uruguay y Chile
tienen las manos atadas para encarcelar a sus dictadores, y solamente a
través de la ayuda exterior pueden conseguirlo, pero Europa y Estados
Unidos los dan la espalda. Es esa insolidaridad la que el poeta denuncia
en sus poemas “X” y “XV”:
Serías más aguantable, exilio, sin tantos profesores del exilio,
sociólogos, poetas del exilio, llorones del exilio, alumnos del exilio,
profesionales del exilio, buenas almas con una balancita en la mano
pesando el más el menos, el residuo, la división de las distancias, el 2
X 2 de esta miseria.
(“X”, p. 319)
(“X”, p. 319)
Cuando ciertos europeos se dan cuenta del negocio del exilio
latinoamericano, cambian de rostro extrañamente, vacilan, palidecen como
si recorrieran pavores de la infancia. Luego recobran seriedad,
recomponen su estar, reconocen que la solidaridad es necesaria y, sobre
todo, mutuamente solidaria. De la sangre de muchos sacarán un artículo o
dos, alguna cátedra o sueldito. Lo cual carece de importancia.
(“XV”, p. 324)
(“XV”, p. 324)
Será su lucha contra el olvido la principal obligación que se imponga
en su destierro. No está dispuesto a olvidar su realidad actual, su
patria, su origen, ni tampoco a los que le han llevado a él y a su gente
a tal situación. En el Discurso de Agradecimiento que ofreció al
recibir el Premio Nacional de Poesía 1994-1997 el autor declaraba:
“(...) para los atenienses el antónimo de olvido no era memoria, era
verdad”20. Sin duda la verdad, la memoria de lo que ha
sucedido, es una constante temática en todos aquellos escritores
latinoamericanos que padecieron los efectos de las dictaduras -exilios,
separaciones, pérdidas de amigos y familiares, etc.- de este modo
intentan conseguir que los crímenes cometidos no queden impunes. Con
anterioridad el poeta argentino había manifestado: “Se ha atravesado
durante años una situación muy difícil que pareciera depositar capas de
olvido sobre situaciones más difíciles todavía, que se vivieron bajo la
dictadura militar. (...) Espero que en Argentina ese tipo de olvido, que
en el fondo no es olvido porque la cosa subyace, no dure tanto tiempo.
Que esas cuestiones se debatan. Que se terminen los pactos de silencio
que parecen vigentes. Y que se pueda hablar con claridad sobre esa
especie de cáncer, que en la medida que no se ventile, va a seguir
envenenando muchos aspectos de la sociedad argentina”21.
Su poesía combate ese silencio, pues sabe que únicamente aplicando la
justicia se cerrarán, en lo posible, las heridas que dejó la dictadura:
de los deberes del exilio:
no olvidar el exilio/
combatir a la lengua que combate al exilio
no olvidar el exilio/o sea la tierra/
o sea la patria o lechita o pañuelo
donde vibrábamos/donde niñábamos/
no olvidar las razones del exilio/
la dictadura militar/los errores
que cometimos por vos/contra vos/
tierra de la que somos y nos eras
a nuestros pies/como alba tendida/
y vos/corazoncito que mirás
cualquier mañana como olvido/
no te olvides de olvidar el olvido
(“V”, p. 314)
no olvidar el exilio/
combatir a la lengua que combate al exilio
no olvidar el exilio/o sea la tierra/
o sea la patria o lechita o pañuelo
donde vibrábamos/donde niñábamos/
no olvidar las razones del exilio/
la dictadura militar/los errores
que cometimos por vos/contra vos/
tierra de la que somos y nos eras
a nuestros pies/como alba tendida/
y vos/corazoncito que mirás
cualquier mañana como olvido/
no te olvides de olvidar el olvido
(“V”, p. 314)
La
nostalgia será el sentimiento imperante en todo exilio, al menos en sus
primeras etapas, aunque como señala Eduardo Galeano su efecto puede ser
muy perjudicial:
(...) petrificarme en la nostalgia puede ser una manera de negar no
sólo la realidad que me toca vivir en el exilio, no sólo la realidad
actual de mi país, sino también la realidad de mi experiencia pasada.22
Pero nuestro autor no está dispuesto a renunciar a este pequeño
derecho. Por medio de ella se remonta a su infancia, identificándola con
su patria, volviéndose a unir a ésta, pues es su forma de autoafirmarse
en una tierra ajena como Roma, de no perder su identidad, sus raíces:
Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias. Extraño la
callecita donde mataron a mi perro, y yo lloré junto a su muerte, y
estoy pegado al empedrado con sangre donde mi perro se murió, existo
todavía a partir de eso, existo de eso, soy eso, a nadie pediré permiso
para tener nostalgia de eso.
¿Acaso soy otra cosa? Vinieron dictaduras militares, gobiernos civiles
y nuevas dictaduras militares, me quitaron los libros, el pan, el hijo,
desesperaron a mi madre, me echaron del país, asesinaron a mis
hermanitos, a mis compañeros los torturaron, deshicieron, los rompieron.
Ninguno me sacó de la calle donde estoy llorando al lado de mi perro.
¿Qué dictadura militar podría hacerlo? ¿Y qué militar hijo de puta me
sacará del gran amor de esos crepúsculos de mayo, donde la ave del ser
se balancea ante la noche?
(“III”, p. 312)
(“III”, p. 312)
La soledad será también otra presencia ineludible del destierro. Sin
embargo la palabra no sirve para expresar tanta soledad y dolor como se
han padecido. Además ya no puede contar con su gente, con los que
siempre lo han leído y podrían comprenderlo. En esa tierra ajena en la
que ahora habita nadie puede entender sus sufrimientos, lo que acentúa
aún más su sensación de desamparo:
¿En qué lengua podría hablar la soledad? El que perdió sus hijos, su
másvida, ¿qué piedras escupiera por la boca? ¿Y quién las iba a recoger
como señal de amor, o a entender, aceptar, recibir, aunque sea sentir en
la ventana?
(“VI”, p. 315)
(“VI”, p. 315)
Nuestro autor es consciente de que el éxodo es un fenómeno colectivo.
Su situación se explica dentro de un contexto sociopolítico mucho más
amplio que la simple experiencia individual. Él forma parte de toda una
comunidad que se vio obligada a abandonar la patria por su postura
contestataria contra la dictadura24. El exilio y el
régimen militar que lo provocó han traído consigo una unidad de los
pueblos mayor que ningún otro suceso. Es de nuevo el concepto de
Latinoamericanismo, de patria grande25. Son muchos los
latinoamericanos que padecen el destierro, y es a ellos a los que
recuerda en su poema IX, identificándolos y uniéndolos en un solo país:
Hacemos cola ante el país, al descampado, llueve, se alzan lenguas de
fuego que lamen a los santos, las calaveras pasan pajareando, senos de
una mujer arrastran cielo, la cola de 14.000 kilómetros viborea, hierven
los argenguayos, urulenos, chilentinos, paraguanos, están tirando de la
noche sudamericana, rechinan de almas en silencio, su verdadero
trabajar.
(p. 318)
(p. 318)
El
exilio parte a quien lo sufre en dos mitades, mentalmente se permanece
en la patria, aunque físicamente se viva en otra tierra. También el país
queda dividido y roto sin su gente. A pesar de la distancia, la memoria
continúa uniendo ambas mitades. El propio Juan Gelman ha sido incapaz
de asumir su expulsión de Argentina, pero atarse a sus recuerdos aumenta
todavía más sus sufrimientos e impide su adaptación a la nueva patria:
No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y nadie nos
corta la memoria, la lengua, las calores. Tenemos que aprender a vivir
como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de kilómetros de
mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares y un océano. El sol me
mira cuando ellas respiran en la noche, duelen de noche bajo el sol.26
(“XVI”, p. 325)
(“XVI”, p. 325)
También
en este poemario estará presente el recuerdo de sus compañeros muertos,
de su hijo y de la mujer de éste. Los horrores que trajo consigo la
dictadura hacen imposible que nada pueda volver a ser como antes:
¿No estaba muerto Paco? ¿No habían secuestrado a Rodolfo y a Haroldo?
¿No habían matado al Jote, al Lino, a Josefina, a Dardo, a la Diana, tal
vez? (...)
(...) pero a mi hijo lo habían secuestrado dos años atrás y nunca supe
de su suerte. Su mujer estaba encinta de siete meses cuando la
secuestraron con él.
(“XIX”, p. 328)
(“XIX”, p. 328)
El exiliado en muchas ocasiones no es capaz de construirse un presente,
pues se halla anclado en el pasado, en la nostalgia de su patria, o en
el anhelo de un esperanzador futuro. Todo ello le lleva a negar su nueva
realidad:
Animal que vuela, el hombre. Recorre cielo contra la más terrible
irrealidad, es lento y no se espanta de la muerte. Se rehace negándose.
Por cierto tiempo, trabaja entre dos nadas, mira el espejo que va
haciendo donde su rostro es no más que un proyecto tironeado entre
pasado y porvenir, rostro cargado de presente, o sea de lucha entre
pasado y porvenir.
Como otromundo diario.
(“XXIV”, p. 335)
(“XXIV”, p. 335)
Juan Gelman realiza en Bajo la lluvia ajena
una meditación sincera y dolida de su experiencia del exilio, adoptando
siempre una posición combativa. El conformismo hubiera sido una
traición imperdonable a su patria. Lucha por cambiar todo aquello que le
parece injusto en el país de adopción, pues así es como el poeta
argentino interpreta una verdadera integración:
Quien contempla el exilio es absorbido por él. Podrá hablar del
exilio, pero nunca de sí. Quien se limita a contemplar, no tiene hambre,
no se acuerda de sí, de sus raíces, ha olvidado su madre, se limita a
buscar información. Le pasó lo más terrible: no desea.
El deseo es necesidad de cambiar lo contemplado para mezclarse, darse.
Es solamente así que te conozco, te reconozco, exilio, y vos me
conocés.
(“XXIII”, p. 334)
(“XXIII”, p. 334)
Hacia el sur, Roma, 1981-1982
Con Hacia el sur su
poesía retorna a un tono más sencillo, más próximo al lector, donde
otra vez los ataques contra la dictadura militar, el testimonio de esa
trágica realidad, y el homenaje a sus víctimas constituirán los
contenidos básicos de la obra.
El autor denuncia el horror de las torturas que su pueblo padece, y lo
hace de forma explícita, cruda, con la intención de obligar al lector,
por muy lejano que se halle de esos hechos, a reaccionar, a tomar
postura, o al menos a ser conscientes de que tan horribles crímenes
están siendo cometidos mucho más cerca de lo que supone:
(...)/
mano que me hizo mesa/
sobre mí acuestan a los prisioneros de la dictadura militar/
les dan picana en la boca que anunciaba la Revolución/
mano que me hizo mesa/
sobre mí acuestan a los prisioneros de la dictadura militar/
les dan picana en la boca que anunciaba la Revolución/
le dan 220 voltios a la boca que anunciaba el reino de la
Revolución/
picana en la cabeza que soñaba acostada en las almohaditas
de la Revolución/
picana en los testículos que golpeaban las puertas de la
Revolución/
220 voltios en los labios de las vaginas/despedazando sus
cielos/
Revolución/
picana en la cabeza que soñaba acostada en las almohaditas
de la Revolución/
picana en los testículos que golpeaban las puertas de la
Revolución/
220 voltios en los labios de las vaginas/despedazando sus
cielos/
ya no van a salir hijos por ahí/ni liras/ni baguales/
va a salir puro odio por ahí/no vuelos/no hermanitos/
están torturando el jugo de las vaginas de mi país/
el jugo de mi país parece un animal/
(“La mesa”, pp. 348-349)
va a salir puro odio por ahí/no vuelos/no hermanitos/
están torturando el jugo de las vaginas de mi país/
el jugo de mi país parece un animal/
(“La mesa”, pp. 348-349)
Pero
encontramos en este poemario un elemento completamente nuevo respecto a
los anteriores, el amor del poeta por una mujer, motivo que hasta ahora
no se había dado en su producción de exilio. No es casualidad que sea
en el texto que da título al libro, “Hacia el sur”, donde se recoja este
sentimiento. El amor ha devuelto al poeta el optimismo, la fe en la
vida, aunque no por ello olvida a su patria, “el sur”, y a sus
“compañeros muertos en el sur”. Por el contrario, esta mujer estrechará
aún más el vínculo del poeta con su país y sus recuerdos:
te amo/señora/como al sur/
una mañana sube de tus pechos/
toco tus pechos y toco una mañana del sur/
una mañana como dos fragancias/
una mañana sube de tus pechos/
toco tus pechos y toco una mañana del sur/
una mañana como dos fragancias/
de la fragancia de una nace la otra/
o sea tus pechos como dos alegrías/
de una alegría vuelven los compañeros muertos en el sur/
establecen su dura claridad/
(...)
te amo porque sos mi casa y los compañeros pueden venir/
sostienen el cielo del sur/
abren los brazos para soltar el sur/
de un lado les caen furias/del otro
o sea tus pechos como dos alegrías/
de una alegría vuelven los compañeros muertos en el sur/
establecen su dura claridad/
(...)
te amo porque sos mi casa y los compañeros pueden venir/
sostienen el cielo del sur/
abren los brazos para soltar el sur/
de un lado les caen furias/del otro
trepan sus niños/(...)
(p. 361)
(p. 361)
Hacia el sur incluye otros tres apartados: los poemas de José Galván, final y los poemas de Julio Grecco.
Tanto José Galván como Julio Grecco son heterónimos del propio autor.
No es la primera vez que Juan Gelman se refugia en otros personajes
poéticos. Algo muy parecido había realizado años antes en su libro Traducciones27, con la misma función que los otorga en este poemario: ayudarle a escapar de esa intimidad y complejidad que imperan en Carta abierta, Comentarios y Citas. Así se lo explicaba a Mario Benedetti en una entrevista que con él mantuvo en Buenos Aires en julio de 1971:
Efectivamente, cuando empecé con el inglés, fue para extrañarme de algo
que me estaba ocurriendo (extrañarme lo digo en el sentido brechtiano),
porque mi poesía se estaba volviendo muy íntima (...) Hasta que un día
me decidí a inventar un inglés, que escribiera poesía (...) Es claro que
seguí hablando de mí, hasta que conseguí hablar yo, pero ya no de mí,
sino también de otras cosas. Y esto siguió con el japonés, y después con
el norteamericano.28
Junto a los contenidos recurrentes de este periodo retomará el de la
poesía, motivo que no cultivaba desde su primera obra de exilio, Hechos,
a mediados de la década de los setenta. Así, poniéndose en la piel de
sus dos heterónimos, el autor se permite poetizar sobre una cuestión
ajena a la realidad sociopolítica, materia dominante en su producción de
exilio, como hemos visto. Da la impresión de que el paso de los años le
ha posibilitado alejarse un poco de las lógicas preocupaciones y
obsesiones que la dictadura y el éxodo le ocasionaron, y de este modo
poder recuperar un motivo que siempre le interesó, como ha manifestado
el propio autor: “Creo que el único tema verdadero de la poesía es la
poesía misma”.29
A través de José Galván, en su poema “Ruiseñores de nuevo”, Gelman nos
facilita una extensa nómina de poetas de muy distintas épocas y
latitudes, que con seguridad han influido en su formación: Keats,
Rimbaud, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Quevedo, César
Vallejo, Oliverio Girondo, Darío, Martí, Walt Whitman, y un largo
etcétera se darán cita en este texto.
Como otra víctima más de la represión el propio Julio Grecco es recordado por José Galván:
cayó en combate un día de estos tiempos/
ese día las mujeres se enojaron con Dios/
con los pechos furiosos golpeaban contra los aujeritos
por donde julio se estaba yendo de aquí/
(“Otro tango”, p. 394)
ese día las mujeres se enojaron con Dios/
con los pechos furiosos golpeaban contra los aujeritos
por donde julio se estaba yendo de aquí/
(“Otro tango”, p. 394)
Serán los poemas de Julio Grecco los
que ofrezcan un aire completamente nuevo a la lírica del poeta
argentino. Con un tono muy próximo a la narrativa, con abundante uso de
la anécdota intercalada abruptamente en la trama del poema, y con una
poesía sencilla e inmediata, nuestro autor logrará enamorar al lector y
devolver la alegría perdida a sus versos. Da la sensación de que este
Julio Grecco nada tiene que ver con el Gelman del exilio. Una
imaginación desbordante, con numerosas imágenes irracionales, puebla
casi la totalidad de los textos de este heterónimo, pasando a ser el
amor y la poesía los grandes protagonistas de su universo literario,
mientras las referencias sociopolíticas disminuyen en gran medida,
aunque no desaparecen.
“Sobre la poesía”, “Siempre la poesía” y “La poesía otra vez” constituyen una verdadera poética del escritor argentino.
En el primero de ellos, indudablemente uno de sus textos más querido
por los lectores, una anécdota fantástica como la de “tío Juan”, muerto
por inanición e incinerado mientras cantaba “pío-pío”, le sirve al autor
para definir a la poesía como una forma de buscar el amor de los demás,
en este caso de una mujer:
volviendo a la poesía/
los poetas ahora la pasan bastante mal/
nadie los lee mucho/esos nadie son pocos/
el oficio perdió prestigio/para un poeta es cada día más difícil
los poetas ahora la pasan bastante mal/
nadie los lee mucho/esos nadie son pocos/
el oficio perdió prestigio/para un poeta es cada día más difícil
conseguir el amor de una muchacha/
ser candidato a presidente/que algún almacenero le fíe/
que un guerrero haga hazañas para que él las cante/
que un rey le pague cada verso con tres monedas de oro/
ser candidato a presidente/que algún almacenero le fíe/
que un guerrero haga hazañas para que él las cante/
que un rey le pague cada verso con tres monedas de oro/
y nadie sabe si eso ocurre porque se terminaron las
muchachas/los almaceneros/los guerreros/los reyes/
o simplemente los poetas/
o pasaron las dos cosas y es inútil
romperse la cabeza pensando en la cuestión/
muchachas/los almaceneros/los guerreros/los reyes/
o simplemente los poetas/
o pasaron las dos cosas y es inútil
romperse la cabeza pensando en la cuestión/
lo lindo es saber que uno puede cantar pío-pío
en las más raras circunstancias/
tío juan después de muerto/yo ahora
para que me quieras
( p. 420)
en las más raras circunstancias/
tío juan después de muerto/yo ahora
para que me quieras
( p. 420)
“Siempre
la poesía” nos aporta una concepción del hecho poético muy alejado de
ese supuesto don al que sólo una minoría puede acceder. El poeta ya no
es un privilegiado, y la poesía es propiedad del pueblo y no de unos
pocos:
más bien era uruguayo/
solamente a un uruguayo se le puede ocurrir que la poesía
debe ser hecha por todos y no por uno/
que es como decir que la tierra es de todos y no solamente
de uno/
solamente a un uruguayo se le puede ocurrir que la poesía
debe ser hecha por todos y no por uno/
que es como decir que la tierra es de todos y no solamente
de uno/
que el sol no es de uno/
que el amor es de todos y de nadie/
como el aire/y la muerte es de todos/y la vida
no tiene dueño conocido/
(p. 426)
que el amor es de todos y de nadie/
como el aire/y la muerte es de todos/y la vida
no tiene dueño conocido/
(p. 426)
“La poesía otra vez” apunta esa problemática relación, de amor y odio
en cierto modo, que se establece entre el poeta y la poesía. Como
ocurría en el texto anterior, el aspecto social de la lírica y su
conexión con la realidad es lo que prima. Al mismo tiempo se la concibe
como un modo de introspección en aquellos lugares más oscuros y
dolorosos de uno mismo, sin abandonar nunca esa belleza innata que
reside en la esencia del hecho poético:
¿para qué me mostrás tus pechos?/¿acaso no sé
que debajo de formas/figuras/imágenes/tronos/o hermosísima
luz/
estás crucificada y das jugos?/
me seguís por la calle como si yo fuera el japonés/
(...)
me gustás porque salís a la calle/
no tenés miedo al arrabal/
caminás por el barro del alma
y en todas partes encontrás tu belleza/
(pp. 431-432)
que debajo de formas/figuras/imágenes/tronos/o hermosísima
luz/
estás crucificada y das jugos?/
me seguís por la calle como si yo fuera el japonés/
(...)
me gustás porque salís a la calle/
no tenés miedo al arrabal/
caminás por el barro del alma
y en todas partes encontrás tu belleza/
(pp. 431-432)
El amor será de largo el motivo dominante de los poemas de Julio Grecco.
Cabe destacar como sus dos características básicas una imaginación
exuberante y un erotismo hasta ahora no cultivado en sus poemarios de
exilio, no así en los de periodos anteriores. Modelos de todo ello son
sus poemas “La economía es una ciencia”, “Humedades” y “La belleza de todo lo creado”:
es bien raro eso de nuestros sexos volando/
pero recuerdo ahora que cada vez que yo entraba en tu sexo
y me bañaban tus espumas purísimas con impaciencia/y
dulzura/y valor/
me parecía oír un pajarerío en el bosque de vos/
pero recuerdo ahora que cada vez que yo entraba en tu sexo
y me bañaban tus espumas purísimas con impaciencia/y
dulzura/y valor/
me parecía oír un pajarerío en el bosque de vos/
como amor encendiendo otro amor/o más/
es cierto que cada vez nuestros sexos resucitaban
y se ponían a dar vueltas entre ellos como maripositas
encandiladas por el fuego/
y se querían morir de nuevo buscando incesantemente la
libertad/
(“La economía es una ciencia”, pp. 429-430)
es cierto que cada vez nuestros sexos resucitaban
y se ponían a dar vueltas entre ellos como maripositas
encandiladas por el fuego/
y se querían morir de nuevo buscando incesantemente la
libertad/
(“La economía es una ciencia”, pp. 429-430)
Encontramos asimismo dos alusiones a la Revolución Sandinista en “Mareas” y “La belleza de todo lo creado”. En
los primeros años de la década de los ochenta este hecho se había
convertido en el punto de referencia de la izquierda latinoamericana,
por lo que es comprensible que tanto Gelman como otros muchos autores
depositarán en ella sus esperanzas de nuevos procesos revolucionarios,
que liberaran a sus países de las traumáticas dictaduras que estaban
padeciendo:
tía adelaida
me recuerda al coronel santos lópez/
que peleó con sandino/fue derrotado/sobrevivió/
pasó 30 años limpiando su fusil con los trapitos de la
memoria/
me recuerda al coronel santos lópez/
que peleó con sandino/fue derrotado/sobrevivió/
pasó 30 años limpiando su fusil con los trapitos de la
memoria/
y lo volvió a sacar cuando vino carlos fonseca amador/
el que no usó su nombre en vano/
cuando vinieron tomás borge/silvio mayorga/el cuje/germán
pomares/los del frente/
y se vio al compañero santos lópez en medio del combate/
(“La belleza de todo lo creado”, pp. 448-449)
el que no usó su nombre en vano/
cuando vinieron tomás borge/silvio mayorga/el cuje/germán
pomares/los del frente/
y se vio al compañero santos lópez en medio del combate/
(“La belleza de todo lo creado”, pp. 448-449)
Com/posiciones, París, 1984-1985
Com/posiciones nos remite inexorablemente a Comentarios y Citas.
Como ya hiciera en estos poemarios, el autor vuelve a buscar su
inspiración en otros poetas con los que comparte su experiencia del
exilio. Pese a los muchos siglos que los separan, Gelman se reconoce en
los sentimientos de estos poetas, demostrándonos que los sufrimientos
que acompañan al destierro son muy similares a lo largo de toda la
historia de la humanidad, aunque los tiempos y las culturas cambien, así
nos lo explica en su “Exergo”:
llamo com/posiciones a los poemas que siguen porque los he com/puesto,
es decir, puse cosas de mí en los textos que grandes poetas escribieron
hace siglos. está claro que no pretendí mejorarlos. me sacudió su
visión exiliar y agregué -o cambié, caminé, ofrecí- aquello que yo mismo sentía. ¿como contemporaneidad y compañía? ¿mía con ellos? ¿al revés? ¿habitantes de la misma condición?
(p. 453)
(p. 453)
El tema de la nostalgia causada por la lejanía de la amada, metáfora de
la patria ausente, nuevamente se convierte en el fundamento de textos
como “La petición”, “El Buey”, “La lejanía”, “Canción” y “Dónde”:
vos/que escuchás a los sin dicha/
y atendés sus deseos/
¿cuánto tiempo estarás lejos de mí?/
¿cuánto dolor te ocultarás de mí?/
y atendés sus deseos/
¿cuánto tiempo estarás lejos de mí?/
¿cuánto dolor te ocultarás de mí?/
imploro el peso de tus pies/tu paso/
lloro/pesado el corazón/
siempre te alabaré/
tu amor no se termina/
lloro/pesado el corazón/
siempre te alabaré/
tu amor no se termina/
te espero/te confío/
como quien sueña oscuros sueños
confía en el intérprete de sueños/
como quien sueña oscuros sueños
confía en el intérprete de sueños/
sólo pido que oigas mi petición/
estés cerca de mí/no más/
no menos/
(“La petición”, salomón ibn gabirol, p. 459)
estés cerca de mí/no más/
no menos/
(“La petición”, salomón ibn gabirol, p. 459)
Señalar la peculiar concepción del exilio que nos ofrece su poema “El
expulsado”. En él no será el éxodo de su tierra lo que haga del
protagonista un exiliado, sino el desamor, o quizás la distancia de la
amada. Sin ella se siente expulsado de sí mismo:
me echaron de palacio/
no me importó/
me desterraron de mi tierra/
caminé por la tierra/
me deportaron de mi lengua/
ella me acompañó
me apartaste de vos/y
se me apagan los huesos/
me abrasan llamas vivas/
estoy expulsado de mí/
(yehuda al-harizi, 1170-1237/toledo-provenza-palestina, p. 471)
no me importó/
me desterraron de mi tierra/
caminé por la tierra/
me deportaron de mi lengua/
ella me acompañó
me apartaste de vos/y
se me apagan los huesos/
me abrasan llamas vivas/
estoy expulsado de mí/
(yehuda al-harizi, 1170-1237/toledo-provenza-palestina, p. 471)
En los tres poemarios restantes del volumen de palabra -Eso, Anunciaciones y Carta a mi madre- las referencias al exilio y a la dictadura argentina descienden en gran medida.
Eso, París, 1983-1984; Anunciaciones, París, 1985; Carta a mi madre, Ginebra, París, julio, 1984-París, noviembre, 1987
Eso recoge
en una única composición, “Exilio”, dicho asunto. Ahora el autor parece
haberse resignado a convivir con el exilio, y pese a que continúa sin
comprenderlo, asume que ya nunca dejará de ser un desterrado:
aquí/palabra que fue perro
por la caballa que decía/
ya no hay nada que hacer/
está la luz/que tanta sombra hizo/
por la caballa que decía/
ya no hay nada que hacer/
está la luz/que tanta sombra hizo/
¿por eso dolés tanto/
belleza?/¿me pegás
como si fuera tu hermanito?/
¿boca de tu arrabal?/
belleza?/¿me pegás
como si fuera tu hermanito?/
¿boca de tu arrabal?/
¿qué sos?/¿quién sos?/¿decime un poco?/
ya no serás de aquí cuando nos fuimos/
ni me dejás sacar la mano
del fuego de no ser/
(p. 519)
ya no serás de aquí cuando nos fuimos/
ni me dejás sacar la mano
del fuego de no ser/
(p. 519)
Destacar
igualmente su texto “Operaciones”, con el que nuevamente convertirá al
hecho poético en materia de reflexión. Con indudable semejanza a los poemas de Julio Grecco, con
los que comparte su utilización de lo imaginativo, lo narrativo y la
irrupción de una anécdota en la trama del poema, Juan Gelman ironizará
sobre los estudiosos de la poesía y sus métodos de análisis, dando a
entender que ésta para nada los necesita, siendo incluso capaz de
superar los traumas que dejan con sus “operaciones”, y salir adelante:
los profesores de poesía/
la acostaron sobre la mesa/
le hundían cuchillitos/aquí/allí/
le sacaban una huesito o víscera/la
la acostaron sobre la mesa/
le hundían cuchillitos/aquí/allí/
le sacaban una huesito o víscera/la
pasaban por diversos rayos/
sociológicos/históricos/equis/
le revisaban los tejidos generacionales/encontraban
antepasados ilustres/meñiques místicos en un intestino
delgado/o
(...)
y los profesores de poesía también estaban tristes/
cuando terminaban de cortar/pinchar/herir/lastimar/
sociológicos/históricos/equis/
le revisaban los tejidos generacionales/encontraban
antepasados ilustres/meñiques místicos en un intestino
delgado/o
(...)
y los profesores de poesía también estaban tristes/
cuando terminaban de cortar/pinchar/herir/lastimar/
miraban mancos su mudez/
su mirada de fierro por donde nunca ese burrito pasó/
ni el burrito más feo y mal comido del mundo pasó/
nunca/jamás/de dónde/cuándo/cómo/
su mirada de fierro por donde nunca ese burrito pasó/
ni el burrito más feo y mal comido del mundo pasó/
nunca/jamás/de dónde/cuándo/cómo/
a todo esto/ la poesía/
recta como la espada del camino/
bajo el cielo de zinc/
dasatollóse/desencebollóse/laureóse/echóse a andar...
(pp. 530-531)
recta como la espada del camino/
bajo el cielo de zinc/
dasatollóse/desencebollóse/laureóse/echóse a andar...
(pp. 530-531)
En Anunciaciones será el sentimiento amoroso lo que prevalezca en unos poemas, en ocasiones, de difícil comprensión.
Carta a mi madre inevitablemente nos remite a Carta abierta, pero mientras en aquel poemario el autor intentaba hacer frente a la desaparición de su hijo, en este largo poema autobiográfico30 llevará a cabo una sincera reflexión, tras la muerte de su madre, sobre lo que fue su problemática relación con ella.
Salarios del impío31, París, Ginebra, México, Nueva York, 1984-1992
Salarios del impío se abre con una cita clásica en la que el poeta nos confirma que su exilio ha sido un largo castigo de más de doce años:
La muerte rápida es castigo muy
leve para los impíos. Morirás
exilado, errante, lejos del
suelo natal.
Tal es el salario que un impío
merece.
Eurípides
leve para los impíos. Morirás
exilado, errante, lejos del
suelo natal.
Tal es el salario que un impío
merece.
Eurípides
Los textos de este poemario abordan el tema del destierro con un tono
marcadamente pesimista. Así “Vínculos” niega al exiliado la posibilidad
de encontrar una nueva tierra, los vínculos con la que perdió son
demasiado fuertes, olvidarla es imposible:
El sin tierra ve ahora los otoños que su niñez no sabe traicionar. Allí
pasó mañana. Tiembla de siempre en nunca más. No cesa su porción de
infinito.
(p. 20)
(p. 20)
En “El baldío” parece admitir la inutilidad de los recuerdos en los que
se sumerge la memoria, de nada sirve prolongarlos inútilmente, pues la
vida pasada jamás se podrá recuperar:
Animal de baldío, memoria, comés pastos que no crecieron más.
(p. 41)
(p. 41)
“La vuelta” nos remite a un siempre esperado regreso a la patria que no llegó nunca a producirse32:
Vos, que me das a mí en el espanto del pensar.
La vuelta al pueblo que no fue.
Ternura que se pudre.
(p. 45)
La vuelta al pueblo que no fue.
Ternura que se pudre.
(p. 45)
Dibaxu, 1994
Para finalizar quiero detenerme brevemente en su obra Dibaxu,
que aunque fechada en la década de los noventa, fue compuesta entre
1983 y 1985, lo que la incluye en su producción de exilio. Por lo que
podemos deducir de su “Escolio”, el destierro provocó en el autor la
necesidad de rastrear en sus orígenes33. Esto se
tradujo dentro de su poesía en una indagación en las raíces de su
lengua. Es de este modo como debemos interpretar sus libros Citas y Comentarios, sus poemas en sefardí de Dibaxu, y posiblemente también, aunque él no lo menciona, su poemario Com/posiciones, escrito en los mismos años que el que ahora nos ocupa:
Escribí los poemas de dibaxu
en sefardí, de 1983 a 1985. Soy de origen judío, pero no sefardí, y
supongo que eso algo tuvo que ver con el asunto. Pienso, sin embargo,
que estos poemas sobre todo son la culminación o más bien el desemboque
de Citas y Comentarios, dos libros que compuse en pleno exilio,
en 1978 y 1979, y cuyos textos dialogan con el castellano del siglo XVI.
Como si buscar el sustrato de ese castellano, sustrato a su vez del
nuestro, hubiera sido mi obsesión. Como si la soledad extrema del exilio
me empujara a buscar raíces en la lengua, las más profundas y exiliadas
de la lengua.
(p. 51)
(p. 51)
* * *
Juan
Gelman ha sido una víctima más de los múltiples exilios que en
Latinoamérica han provocado las dictaduras militares. Su producción
poética en dicha época recoge, evitando que se pierda en el olvido, esa
realidad de horror y muerte que asoló a Argentina durante años. Por ello
sus versos se llenan de testimonio y denuncia, de sufrimientos propios y
ajenos, de solidaridad con su gente, lo cual no impide que el amor y
reflexión metapoética tengan también cabida en una poesía de gran
calidad estética, en la que los contenidos sociopolíticos se apoyan
siempre en una exquisita técnica.
Notas:
[1] Juan Gelman, de palabra, Madrid, Visor, 1994. En adelante anotaremos el título del poema y el número de página en el texto principal.
[2] Este mismo motivo se repite a lo largo de su producción; sirva como ejemplo el poema “Confianzas” de su libro Relaciones:
“con este poema no tomarás el poder” dice
“con estos versos no harás la Revolución” dice
“ni con miles de versos harás la Revolución” dice
se sienta a la mesa y escribe
(p. 25)
“con estos versos no harás la Revolución” dice
“ni con miles de versos harás la Revolución” dice
se sienta a la mesa y escribe
(p. 25)
[3] Saúl Yurkievich, “La violencia estremecedora de lo real”, La movediza modernidad, Madrid, Taurus, 1996, p. 312.
[4]
Saúl Yurkievich nos explica el significado de este símbolo: “El
símbolo del pájaro abunda en la poesía de Gelman. Aporta su rica carga
imaginativa. En cuanto pájaro cantor, encarna al poeta. En tanto ave
volátil, representa todo lo que puede asociarse con ser alado: el vuelo
espacioso que amplía y libera, lo que levanta, lo que promueve, la
soltura, el despliegue, el despeje, la elevación, la belleza, todo lo
que se opone a clausura, abatimiento y bajeza. El pájaro simboliza el
ideal revolucionario, el combatiente altruista, el mártir por la causa,
el héroe aguerrido y tierno, el niño angelical. Todo lo que suscita la
adhesión cariñosa de Gelman redunda metafóricamente en pájaro” (Ibíd., p. 317).
[5]
Esta misma actitud la encontramos en otros escritores latinoamericanos
al principio de su exilio, así Mario Benedetti afirmaba: “Los
movimientos de lucha armada, al igual que los de transformación
pacífica, salvo algunas excepciones, han sido derrotados en América
Latina, pero todos esperamos que la derrota sea transitoria” (América
Latina, “Mario Benedetti: Es imposible matar a la cultura”, América Latina, 2, 1978, p. 176).
[6]
Se trata de Francisco Urondo, poeta y compañero en el grupo
guerrillero “Montoneros”, muerto en enfrentamiento armado contra las
fuerzas de la dictadura. Junto a él evoca también en sus poemarios a
otros escritores como Miguel Ángel Bustos, Haroldo Conti, y Rodolfo
Walsh. Por lo que respecta a sus familiares serán su hijo Marcelo Ariel,
la mujer de éste, Claudia, y la hija o hijo que ambos esperaban cuando
fueron secuestrados y desaparecidos, a los que con más frecuencia haga
referencia. Juan Gelman los recordará de nuevo en su Discurso de
Agradecimiento al recibir el Premio Nacional de Poesía 1994-1997: “Me
conmueve la presencia de tantos amigos en este acto y me hubiera gustado
ver entre ellos a esos grandes escritores y poetas que fueron, pero
son, Rodolfo Walsh y Paco Urondo, Haroldo Conti y Miguel Angel Bustos,
caídos en combate contra la dictadura militar o torturados a muerte en
alguno de los 356 campos de concentración de la dictadura militar. Y a
mi hijo y a mi nuera, y a la hija o hijo de ambos” (Recogido en la
página de Internet dedicada al poeta
http://www.literatura.org/Gelman/Gelman.html)
http://www.literatura.org/Gelman/Gelman.html)
[7]
Esta misma imagen para referirse a sus compañeros asesinados se repite
con frecuencia a lo largo de su producción; buen ejemplo de ello es su
“Nota XII”.
[8]
Nuestro autor manifestará al respecto varios años después: “Querría
aclarar algo, mi hijo no es un desaparecido. Sus restos aparecieron a
comienzos de 1990. Las pericias forenses que se hicieron sobre sus
restos prueban que fue asesinado de un tiro en la nuca a 15 centímetros
de distancia, lo que prueba que estaba inerme. No es un desaparecido por
la dictadura militar; es un asesinado por la dictadura militar”
(Entrevista concedida a Edgardo Krawiecki en su programa de radio Imagina, “Juan Gelman: Cantando Pío Pío”, Reshet en la Red. 1992; recogido de la página de Internet http://www.vr.co.il/ent_6.htm). En 1997 Juan Gelman publicó junto a su mujer, Mara La Madrid, el libro Ni el flaco perdón de Dios,
en el que reúnen más de cincuenta testimonios de hijos de desaparecidos
y militantes de derechos humanos, y con los que intentará, como en su
poesía, que el olvido y la desmemoria no se impongan sobre la justicia y
la verdad (Miguel Russo, "Contra el olvido", Página/12, edición El Radar, 1 de junio de 1997).
[9]
A propósito de las preguntas en la poesía de Juan Gelman, Julio
Cortázar explicará en su prólogo “Contra las telarañas de la costumbre”
en de palabra: “Por eso tampoco debería desconcertar que aquí se
sucedan interminablemente las interrogaciones frente al gran silencio en
que se han sumido esas voces queridas. Juan pregunta, una pregunta
sigue a la otra, hay poemas que son solamente preguntas. Siento que ahí,
por encima del amor y la rebeldía que no se resignan al silencio, hay
también una razón de ser que nos abarca a todos los que hoy empezamos
también a interrogarnos sobre el destino que nos ha cercado, diezmado y
dispersado en estos años. Cuando Juan se pregunta se diría que nos está
incitando a volvernos más lúcidamente hacia el pasado para después ser
más lúcidos frente al futuro. No hemos sabido hacer las preguntas a
tiempo, ésas que desnudan, que violan, que rasgan de arriba abajo las
telas del conformismo y de la buena conciencia. No hemos sabido mirarnos
en el espejo de nuestra verdadera realidad argentina; y si algo nos
traen hoy los poemas de Juan Gelman es una actitud, una manera a la vez
reflexiva e instintiva de buscar lo que de veras somos sin las
simplificaciones a veces suicidas que nos han arrojado tan lejos de lo
nuestro” (Op. cit., p. 8).
[10] Ibíd., p. 7.
[11]
De nada sirvieron todas las trabas interpuestas por el presidente
uruyuayo Julio María Sanguinetti, finalmente, y con el apoyo, ahora sí,
del presidente Jorge Battle, el 31 de marzo de 2000, tras más de 22 años
de búsqueda, Juan Gelman logró conocer en Montevideo a su nieta,
arrebatada por el ejército de sus auténticos padres y concedida a la que
sería su familia de crianza. Como nos explica Martín Granovsky: “La
nieta de Gelman nació hace 23 años en cautiverio en un hospital
uruguayo, donde fue trasladada la nuera del poeta, María Claudia Irureta
Goyena, secuestrada en Buenos Aires junto a Marcelo Gelman por una
patota que llevó a la pareja al campo de concentración de Automotores
Orletti. Orletti fue el centro de operaciones de la pata
argentino-uruguaya del Plan Cóndor, el mecanismo de coordinación
represiva del Cono Sur en los años de plomo” (“La persona que busco ha
nacido en Uruguay”, Página/12, 1 de abril de 2000).
[12]
María Rosa Olivera Williams opinaba sobre estas peculiaridades
estilísticas de la lírica de Juan Gelman: “El poeta necesita expresar su
dolor, sus muertos, sus tragedias, sus pérdidas (...) Para ello, como
Vallejo, va a tener que alterar el signo lingüístico: los significados y
los significantes, la representación gráfica (la ortografía), las
formas verbales; conjugará verbos imitando el lenguaje de los niños
(“morido”, “andó”, “enmuerta”) y quebrará la sintaxis tradicional”
(“Poesía del Exilio: El Cono Sur”, Revista Hispánica Moderna,
XLI, 1988, pp. 137-138). El propio Gelman declarará al respecto:
“Empezaba a reconocer los límites del lenguaje para expresar ciertas
cosas. Empezaba a chocar con ellos porque lo que quiero expresar tengo
que hacerlo con la mayor precisión. Así que luché con el lenguaje y
cambié algunos sustantivos en verbos o cambié el género a determinadas
palabras” (José Andrés Rojo, “Todo mi dolor ha pasado a la literatura”, El País, 2 de diciembre de 2001, p. 38).
[13] “Contra las telarañas de la costumbre”, de palabra, op. cit., p. 5.
[14]
Nuestro escritor ha declarado en múltiples ocasiones su admiración por
este autor: “Para mí, el poeta más alto de la lengua castellana es San
Juan de la Cruz (...)” (Enrique Portilla F., “Entrevista con Juan
Gelman: Las circunstancias del corazón”, La Jornada, Semanal de México, 4 de agosto de 1996).
[15]
El propio Gelman ha explicado las razones de su inclinación por tales
autores en este periodo: “Los místicos hablan de Dios y su ausencia, y
los releí en el exilio, porque eran como la presencia ausente de lo
amado. Entonces para los místicos la ausencia es Dios, para mí mi país,
los compañeros que habían caído, una mujer amada, mis hijos, es decir,
todo lo que es pérdida presente” (Claudia Posadas de Arena, “Entrevista
con el poeta argentino Juan Gelman”, Agencia Internacional de Noticias Literarias. Librusa Corp., 2001; recogido de la página de Internet Internet http://www.librusa.com/entrevista8.htm).
[16] Julio Cortázar, “América Latina: exilio y literatura”, Argentina, años de alambrados culturales, Barcelona, Mario Muchnik, 1984, p. 20.
[17] Eduardo Galeano, “Sobre verdugos, sordomudos, enterrados y desterrados”, Nueva Sociedad, 35, marzo-abril, 1978, p. 47.
[18] D. Waksman Schinca, “Mario Benedetti: el escritor ante el exilio”, Cuadernos del Tercer Mundo, octubre, 1978, pp. 118-119.
[19]
Curiosamente, tras el fin de la dictadura militar, Gelman no pudo
regresar a su país, ya que la justicia argentina lo perseguía por haber
colaborado durante la década de los setenta con el movimiento
guerrillero Montoneros. Así se lo explica a Edgardo Krawiecki: “(...)
había un juez, Pons, que hizo carrera bajo la dictadura militar, y que
les abrió un juicio a personas entre las que yo me encontraba. Luego,
fue a través de una resolución de la Cámara Federal que se logró la
posibilidad de mi regreso al país” (Op. cit.). Una vez que todo
ello se solucionó, prefirió autoexiliarse en México antes de tener que
soportar cómo aquéllos que asesinaron y torturaron durante la dictadura
permanecían impunes: “Lo mío fue un autoexilio (...) En este sentido
creo que hay actitudes, reacciones o posiciones absolutamente
personales, lo que yo no pude hacer es: o vivir furioso todo el día,
conviviendo o cruzándome con esta gente por la calle; o achancharme y
vivir acostumbrado al roce con esta gente; o a tener reacciones
violentas. Yo creo que las tres alternativas para mí no son alternativas
de vida. De modo que necesito este alejamiento. Y supongo que cuando la
sangre amaine, y cuando otras cosas tal vez ocurran, pueda regresar y
volver a convivir con la gente que quiero. No confundo a estos señores y
quienes fueron sus cómplices con la gente que además los padeció” (Ibíd.).
En su Discurso de Agradecimiento al recibir el Premio Nacional de
Poesía 1994-1997, Gelman volverá a denunciar esta situación: “Hoy los
esbirros de la dictadura militar prolongan sus terrores paseando
impunemente por las calles del país y por los cargos públicos,
perdonados por dos presidentes civiles a quienes, que se sepa, ninguna
víctima les dio el mandato de perdonar a los asesinos en su nombre” (Op. cit.).
[20] Ibíd.
[21] Edgardo Krawiecki, op. cit.
Nuestro autor ha denunciado esta actitud en múltiples ocasiones: “Una
parte importante de la sociedad argentina pretende automutilarse la
memoria como remedio para su miedo y su dolor. Así se mutila a sí misma”
(Miguel Russo, op. cit.).
[22] S.R. Wilson, “El Cono Sur: The Tradition of Exile, The Language of Poetry”, Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, Vol. VIII, 2, Invierno 1984, p. 251.
[23] María Rosa Olivera Williams, op. cit., p. 134.
[24] S.R. Wilson, op. cit., p. 247.
[25] Hugo Achucar, “El Exilio Uruguayo y la Producción de Conocimientos sobre el Fenómeno Literario”, Ideologies and Literature, Vol. IV, 16, 1983, p. 235.
[26]
La misma imagen del hombre visto como un árbol separado de sus raíces
es empleada por otros autores para explicarnos cuáles son sus
sensaciones ante la experiencia del destierro, es el caso del chileno
Gonzalo Millán:
Nos descabezaron.
Talaron el árbol.
Nos descuartizaron.
Tronzaron el tronco.
Cortaron las ramas.
El raigón siguió vivo.
Las raíces creciendo bajo la tierra.
Hoy el tronco talado brota.
(Texto obtenido de María Rosa Olivera Williams, op. cit., p. 135)
Talaron el árbol.
Nos descuartizaron.
Tronzaron el tronco.
Cortaron las ramas.
El raigón siguió vivo.
Las raíces creciendo bajo la tierra.
Hoy el tronco talado brota.
(Texto obtenido de María Rosa Olivera Williams, op. cit., p. 135)
[27] Juan Gelman, Los poemas de Sidney West. Traducciones III. Barcelona, Libros de Sinera, 1972.
[28] Mario Benedetti, Los poetas comunicantes, México, Marcha Editores, 1981 (1ª ed. 1972), p. 192.
[29] Verónica Chiaravalli, “Entrevista con Juan Gelman: Heridas y medallas de un poeta”, La Nación, 10 de diciembre de 1997.
[30] El propio poeta ha señalado: “Carta a mi madre tal vez sea mi libro más autobiográfico” (Ibíd.).
[31] Juan Gelman, Salarios del impío y otros poemas, Madrid, Visor, 1998. Este volumen reúne Los salarios del impío, Dibaxu, Incompletamente.
[32]
Gloria da Cunha-Giabbai señala que anclarse en los recuerdos del pasado
y obsesionarse por el regreso impiden la adaptación a la nueva patria (El exilio, realidad y ficción,
Montevideo, Arca, 1992, pp. 17, 20, 21). Juan Carlos Plá recoge en su
artículo “Sobre la condición del exilio” una opinión de N. Yampey
incidiendo sobre esta misma idea: “Es correlativo al primer período de
adaptación superficial, de euforia incluso, el sentimiento de estar de
paso, de vivir sólo a medias en el nuevo país. Nada estable y duradero
puede ser emprendido (...) Este grupo no puede integrarse sino cuando
puede abandonar el sueño de pronto retorno” (Cuadernos de Marcha, mayo-junio, 1979, p. 89).
[33]
Juan Carlos Plá coincide con esta opinión al afirmar que en el
exiliado aparecen unos “deseos de saber (...) acerca de su origen (...)”
(Ibíd, p. 91).
© Jaime Ibáñez Quintana 2004
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
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Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid