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martes, 24 de marzo de 2020

Al pino de mi cortijo, por José Ramón Fernández


AL PINO DE MI CORTIJO

 Eres un pobre arbolillo
 que no te se ve crecer, 
 entre la grieta metido, 
 sostienes a la pared.


 Todo el año soportando
 las inclemencias del tiempo,
 te azotan todos los aires,
 más te estruja el pavimento.


La limpieza llega tarde:
cada dos años una vez. 
Sin que te pueda guiar: 
¡No tienes derecho ni revés!

Estás tan chico, tan ruin,
tan torcido y tan nudoso,
que no puedo conseguír
el darte estirón lustroso.

Tu fruto estéril y escaso, 
que solo he visto una vez, 
un chotillo muy pequeño,
que cabra no llegó a ser.

¿Para qué quiero pensar
 que daras sombra en verano? 
 Cuando te vas a estirar,
 la cabra se come el tallo.

Los impulsos que te doy
 no te valen para nada, 
 jamás llegasrás a ver 
ni el terrao ni la cuadra.

Todo el que pasa te mira
con pena y con aflicción, 
sabe que tu vida es corta,
sin valer para un jorcón.

Cuando te miro en la foto,
la que guardo en mi cartera, 
pienso que tus dos ramitas
 no llegaran a ser viejas.

Sólo has tenido una dicha, 
para mi la mas perfecta,
 que nacistes en el cortiio
donde creció mi Carmela.

Por esto te añoro tanto,
guardando recuerdos de ella, 
junto al terreno que ocupas, 
oí palabras verdaderas.

Un conseio te he de dar, 
que no agrites el cortijo, 
que si el tío Antonio
lo nota irás a freír chorizo.