Comentarios para “Versos compartidos
con Espronceda” de María Teresa Rodríguez Cabrera
Estaba el espíritu del gran
poeta José Espronceda —del primer Romanticismo español— en tránsito celestial, en
un estado inmaterial pero presente y, sin saber cómo se le aparece a la “novel
poeta” María Teresa Rodríguez (como la
llama Espronceda en el primer poema: “Un
encuentro inesperado”). Es lo que se llama un encuentro cuco ante un nivel de
conciencia real y un espíritu que deambula por este mundo. Aparición similar a
la que tuvo el poeta checo Rainer Maria Rilke cuando bajó un ángel del cielo
para dictarle las diez famosas Elegías de Duino.
Se hallaba el espectro de
Espronceda en “una esquina/ junto a una plaza” (primer poema página 28) y se
comunica con la poeta novel a la que utiliza como si ésta fuera un médium, para
establecer una comunicación muy lírica
con leguaje de la época del siglo XIX, a la vez ágil y narrativo como si fueran
los diálogos de una obra de teatro amena y rica en detalles y sentimientos. Es
decir, que la utiliza para materializar sus pensamientos del pasado en presente
histórico.
El recurso literario para
establecer el encuentro (espectro y poetisa) lo definiría como muy natural y
soberbio como se dice en los versos: “…donde cuerpo astral, mente y espíritu/
descansan y se mantienen fundidos” (del poema
19). Se le aparece en sucesivas citas en
el espacio temporal entre el 19 de junio de 2015 y el 28 de diciembre de 2018
(fechados al pie de cada uno de los 19 poemas). Estas conservaciones entre el
espectro de Espronceda y la poeta elegida por él, se plasmarán en el poemario Versos compartidos con Espronceda, o
como dice el colofón: “Estas letras se
hicieron papel”, es decir, el éter de las conversaciones se materializaron en libro. Es de destacar la rápida
empatía que se establece entre el espectro o fantasma de Espronceda con la
“dama poeta María Teresa Rodríguez” por llamarse igual que su amada y amante
Teresa Mancha.
Versos compartidos con Espronceda consta de diecinueve poemas
en relatos de versos libres, y abarcan
124 páginas en una edición de gran calidad publicado en la editorial El
Alquimista Ciego. Cada uno de los poemas se encabeza con una cita de fragmentos
de poemas de Espronceda, la mayoría de El
diablo mundo. El presente libro es la última entrega de la poeta alicantina
o poetisa, como se prefiera, María Teresa Rodríguez Cabrera. La portada es de la fotógrafa María
García Torres, tiene una página de Agradecimientos, un magnífico Prólogo del
escritor José Antonio Iniesta, una Introducción de la autora, y una breve
biografía del José de Espronceda y Delgado (1808-1842) que se abre con un
retrato a plumilla, de quien escribe estos
comentarios que firma como Palmeral, y que he de agradecerle por insertar esta
dibujo porque nos conocemos desde hace años y hemos colaborado en Radio
Milenium, en el programa “Horizontes Culturales” de José María Pachón.
En los diálogos y encuentros con Espronceda se alude a todos los temas que
conforma la vida de este poeta del Romanticismo y su tiempo, como la crítica
social y palaciega, los líos de faldas, lecciones morales, sin faltar las
costumbres de la época como fueron los duelos (con estoques o pistolas) en
defensa del honor, se recrean las meriendas
campestres de aquella época, escenas recreadas por el genio de Goya. Me sorprenden
algunos versos y cómo, con naturalidad se comunica Espronceda con la mente de
María Teresa y, sobre todo, lo inmediato que ambos se entienden. Los versos que
destacaría por su originalidad son: “La vida de un poeta es sublime (V.18 del
poema 3); “…pantalones escondidos en las
altas botas” (V.20 del poema 9. Militar). “Adquiriendo valores para enriquecer
el alma (V. 62, del poema 10. Las Creencias). “Hay seres de luz que ordenan la
energía” (poema 10, Las Creencias), y por último los versos: “Gracias por ser
vos mi pluma/ durante esto años terrestres (versos en el poema 19, Se Despiden)
que explica y resume las causas y motivos de estos encuentros líricos, tan
personales en el plano confidencial y a la vez fructíferos.
También encuentro sarcasmos e
ironías con un estilo impecable del bien decir. La filosofía de la vida es uno
de los ejes fundamentales es este libro, el que se debe leer y releer con
atención, deteniéndose y subrayando las expresiones.
Recordemos que José
Espronceda vivió durante el absolutismo del Rey Fernando VII, un Borbón que
reinó entre 1814 y 1833, que derogó la Constitución de Cádiz y persiguió a los
liberarles, y también derogó la Ley Sálica para que reinara su hija Isabel II
en contra de su hermano Carlos María Isidro que provocó las guerras carlistas.
Espronceda era un librepensador y tuvo que huir de España a Lisboa donde
conocerá a la bella Teresa Mancha, mujer casada y con dos hijos, luego
coincidirán en Londres, se enamoran y ambos abandonaron la ciudad del Támesis
para huir a París y luego a Madrid donde tendrán una hija llamada Blanca. Teresa
Mancha abandonó a Espronceda, y falleció muy joven 1839, a los 29 años. El poeta abandonado fue a ver el cadáver de quien fuera su amada
y le dedicó el famoso Canto II de El diablo mundo titulado “A Teresa” compuesto
por 44 estrofas de octavas reales de rima consonante, cuyo compendio es
filosófico y existencial, de contenido simbólico y alegórico. El hombre es un
ser bueno por naturaleza, pero el mundo y la sociedad lo maltrata y cambia su
pureza. En su conjunto, el “Canto a Teresa” –para mí es su obra maestra, más
incluso que su famosa “Canción del pirata”, por la profundidad de los
pensamientos, un gran poema elegíaco de gran calado donde recuerda Espronceda
el nacimiento del amor, su desarrollo y la amargura inconsolable del crepúsculo del amor,
y, también la muerte no aceptada de Teresa. Dolor auténtico y loas a la belleza
de Teresa y a sus virtudes, en un tono casi petrarquista y garcilasista.
Desconocemos si Teresa Mancha lo abandonó por sus continuas infidelidades de
Don Juan.
Se percibe por los últimos versos del poema 19 “Se despide” de Versos compartidos con Espronceda que continuarán estas
conversaciones cuando dice: “¡Volveré a comunicarme!/ ¡Que Dios os guarde a vos
y familia!”. Es decir, que María Teresa Rodríguez tiene pensado otras futuras
entregas si el espectro de Espronceda se le apareciera otra vez, si no se
marcha definitivamente al cielo con la otra Teresa de sus amores. Muy bien
puede convertirse este encuentro entre un poeta del Renacimiento con una
poetisa actual, en mítico, y en una necesaria trilogía. Hemos de tener en
cuenta que María Teresa Rodríguez es una poeta prolífera y fecunda, ya que tiene otros libros como La voz de las palabras perdidas y De aves y de ángeles. Libros que recomiendo leer por su
singularidad, del bien escribir y enseñanzas en un mundo de ricas metáforas, símbolos e imágenes porque enriquecerán
nuestra capacidad de imaginar y discernir entre lo real y los fantástico,
propio de su riqueza imaginativa exuberante y poco común es estos tiempos
ágiles de
Smartphone.
Y para terminar, he de decir
que el libro de María Teresa Rodríguez Cabrera me ha sorprendido por su
originalidad y sinceridad con la que lo ha escrito. Esperamos de ella nuevas
entregas que estén en la línea de los encuentros con Espronceda.
Se puede ver su obra poética
en su página web
Ramón Fernández Palmeral
Escritor, poeta y pintor
Alicante, 20 de enero de
2020