(Portada de Taxidemia de Rosa Cuadrado)
Comentario a Taxidermia de Rosa Cuadrado
Conocía a Rosa Cuadrado Salinas hace algunos años en los recitales de
Ámbito Cultural de El Corte Inglés, que organizaba su madre, la poetisa Rosario
Salinas, cuando dirigíamos la revista PERITO (Literario Artístico) que tanto éxito
tuvo por ser pionera en Alicante y aglutinadoras de los poetas que estaban dispersos y que han formado grupos.
Pasado los años, el 21
de septiembre del actual, asistí a la presentación de su último poemario Taxidemia en la Librería 80
Mundos, por la admiración que siento por
su obra que, sin duda, no hace más que crecer. Taxidermia no es su primer libro de poemas, pero éste es especial,
por la referencia a sus amores en eros idilicos,
a sus padres y familia, amigos, que en ella convergen en la excelsitud literaria y la humana que se
concentran en Rosa como Diana cazadores de versos, no de ciervos. Libro ilustrado por Ana Pastor. Editado por Olé Libros, Valencia, 2019.
Resuelta y graciable siempre
encuentro en Taxidermia una obra brillante de profundo lirismo, no es menos descubrir en ella a una persona sencilla y
generosa, usufructuaria de una extraordinaria sensibilidad para observar el
mundo que le rodea desde la perspectiva de un Alepf de Borges, que lo ve todo y
todo lo puede expresar por su don de gran observadora.
Rosa Cuadrado (Alicante, 1972) posee una trayectoria profesional entregada al Derecho y a la Universida de Alicante, que ahora se nos revela con un abanico la poesía intimista: ¡qué contradicción!, si el Derecho son normas
y leyes de obligado cumplimiento, la poesía es libertad creativa y liberación
casi psicoterapéutica, es denudarse el alma, vaciar sus océanos interiores, sus
neuronas llenas de recuerdos. Es creativa, porque ella lo lleva en la sangre
como un trasplante de sensibilidad es poesía materna. Miguel Hernández
escribió: «Los poemas desnudos son la anatomía de
los poemas». Porque uno se ha de desnudar interiormente, usando los poemas como
armas de lucha.
Taxidermia se divide en IV partes o
grupos: I Eros, II Tánatos, III Pisque y IV Natura, que suman un total de 49
composiciones diferentes. Ilustrado con láminas a la acuarela por la artista y
amiga personal Ana Pastor. Nos dice Rosa en «Notas al lector» que «Este puñado
de poemas son muestra de amor, de sueño y pesadillas, heridas y suturas», así
es ha acertado completamente. El lector no quedara defraudado, que es siempre
el temor que no invade a todo creador.
Pero es más, porque es pasión por la vida que nos rodea, y que ella
observa desde su caleidoscopio y su cosmovisión poética, con una personalidad
que se va forjando en los crisoles de los sentimientos más íntimos y sus
neuronas más ocultas.
En I Eros, el amor brota con palabras de una mina oscura y profunda,
como el «perdidos en algún descuido» (1
Lonst and Found), de un tiempo en
que las mariposas se descuidaron en la vigilancia de su alas piadosas, bellas,
y como polen de flores se encuentran al
azar, como soplos de besos tiernos. En este primer capítulo encuentro interesantes metáforas que el lector
debe encontrar, como «el eco de un recuerdo antiguo». «Que pasean sus besos/
bajo un cielo pintado» «viajar hasta la luna / y tener en el bolsillo un
tesoro». «…haré mi hogar de esta brisa
de marzo», «más la noche no hallará abrazados» o «el alba se lleva el brillo de
luna».
Es su curiosidad intelectual y artística, Cuadrado, se muestra tal cual
es: pasional que siente por el conocimiento y el arte poético es, todas sus
manifestaciones, una un camino abierto de expresión, sin poner puertas al
campo, y ha conseguido su propósito: crear un interesante, más que bello poemario
en Taxidemia. Porque de hecho, ella, es poseedora de una
erudición, aunque en mi entendimiento la
luz que ilumina su talento, brota de un humanismo abierto a todos los frentes.
Una mira al interior de la piel, al interior de sí misma, son dos
conceptos que dan título a Taxidermia, de
este su nuevo libro, un rayo que no cesa en los estantes
de las librerías, también podría llamarse Radiografía
de mi espíritu.
En la segunda parte Tánatos, que en la mitología griega era la muerte la
personificación de la muerte sin violencia, es el más extenso del libro con 22
poemas. Por ello en «Duelo», alude que existen como un duelo pero sobrevivir
entra la vida y la muerte, pero ante la amenaza de
la muerte no se va dar por vencida.
Si la muerte es una sombra hemos de vencerla, constantemente es un sombra que
nos persigue. Y a veces me pregunto si las sombras a su vez tienen sombra.
En “Getsemaní” se postra en el Huerto de los Olivos, donde oró Jesucristo. El
poema. “A mi padre (elegía)”, que es un poema de lamento como son todas las
elegías, es el poema más largo del libro
que ocupa cuatro páginas (28-31). Lo entendemos con un recuerdo de cuando ellos
vivía en el campo de Callosa junto a la
acequia y la sombra del naranjo donde dormía el padre,
supongo que tras la siesta. Muy bello porque el destino de su padre estaba
unido a la tierra, esa tierra “que separa la sierra del llanto; /cogiendo la
mano de su padre/ aspiraba el perfumado azahar,/ su silencio se fundía en el
paisaje” ( vv.11-14). Porque como todo labrador: “Su espíritu vive en la tierra”, que es un acertado colofón, esa
tierra que los pintores impresionistas supieron ver los colores violetas y
azules en las sombras, quebrando colores en una gama vistosa de verdes,
carmines y rojizos bajo cielos siempre nublados
de paso por los montes y campos sedientos, arados con amor por la yunta de
mulos o bueyes campesinos.
En el tercera apartado Psique, se deja llevar por los sentidos y compone
un haiku en “Cobardía” donde no se atreve a equilibrar la dicha (alegría) y la
tristeza, porque si en esta vida siempre fuéramos felices, nos sabríamos apreciar
cuando no lo somos, y por ello perdería conoce la felicidad en sí mismo. “Naufragios”,
acierta sobre playas fósiles donde antes hubo un mar en este cuerpo, el de la
voz poética, petrificado, estéril, de conchas y caracolas, de sal sin piedad.
En el cuarto Natura es en ciernes relativo al medio ambiente con dos
hauku que siempre son reflexivos, y que deja con una incógnita como es del
gusto misterios de los orienta, para finalizar con un acertijo que podría ser
una proposición “raloV” que no es una sigla, sino Volar al revés, porque en
realidad Rosa Cuadrado a volado en este libro a través de la palabra volar es
que poetizar.
Todos los poemas se muestras encabezados con sutiles títulos, propios de una
poeta sensible, como: “Mis manos vacía”, Amar la vida”, “Voluntad del alba”. A
veces los títulos nos ayudar a dar el primer paso para leer y sabe qué nos
vamos a encontrar.
La perplejidad, el asombro y el amor a la vida empujan a la autora a
meditar, a soñar, a indagar mentalmente
en el recuerdo, con el fuego de la poesía interior, en las eternas cuestiones
de la existencia, porque las palabras son fuego en el pensamiento, en el interior de sí misma. Siempre he
comentado que la poesía no es una suma de palabras sino de sentimiento y
emociones, que es lo que hay que trasmitir al lector, al receptor, y que Rosa
lo hace muy bien. Y de nuevo, se puede escuchar en Taxidemi con certeza el aleteo de las palabras pronunciadas por
Paul Valery: “Si el poeta fuera únicamente poeta, sin la menor esperanza de
abstraer y de razonar, no dejaría tras de él ninguna huella poética”.
Porque el pensamiento poético que nos penetra, aquel que permanece vivo
en nuestra memoria haciéndonos volver de nuevo a una realidad ficticia
imaginativa: sueños, lo encontramos por ejemplo en los versos: “El eco de un
recuerdo antiguo”. “…que paseas besos bajo un cielo pintado o “Fugaz es la
ventura del corazón perdido…” La cremación es lenta, pero el incendio no se
detiene; hay en su temblor de cielos tormentosos, en su convulsión, en su
cosmovisión poética particular, donde reside una parte de su júbilo, su
felicidad, y, porque no de sufrimiento invisible e interior.” Versos turbadores
donde sentimos que el lenguaje rompe las ataduras del tiempo y del espacio y se
hace infinito.
El libro termina con una serie de imágenes y pensamientos radiantes a
modo de aforismos o poemas, de los cuales no me resisto a transcribir: “Tengo
un millón de amaneceres,/miles de puestas de sol/ y algún eclipse de otro”. Se
pliega el libro con una cita del poeta Antonio Gamoneda. “Amé todas las
perdidas. Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible”. Como Rosa Mari es
una mujer luchadora, y le deseo la mejor de las fortunas en esta empresa. Y
como dijo Esther Abellán en la presentación del libro en 80 Mundos, es un libro
que debe faltar en las estanterías de los poetas.
Ramón palmeral
Escritor, poeta
y pintor