Retrato a lápiz de Francisca Aguirre por R.Palmeral |
El jurado destacó que su poesía, “la más machadiana de la generación del medio siglo”, está “entre la desolación y la clarividencia, la lucidez y el dolor, susurrando, más que diciendo, palabras situadas entre la conciencia y la memoria”. La autora sucede a Rosa Montero, quien recibió este reconocimiento el año pasado.
Aguirre, que en 2010 ganó el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández y en 2011 el Nacional de Poesía con Historia de una anatomía, es hija del pintor Lorenzo Aguirre —a quien le dedicó el poemario Trescientos escalones—, viuda del escritor Félix Grande y madre de la también poeta Guadalupe Grande.
Su primer libro, premio de poesía Leopoldo Panero, fue Ítaca, que publicó con 42 años de edad. Desde entonces, y con la excepción de la década de los 80, ha continuado publicando su obra de manera ininterrumpida. Ha recibido también el Premi Alfons el Magnànim por Memoria arrodillada: antología, y el de la Crítica Valenciana al conjunto de su obra.
Es autora, además, de poemarios como Ensayo general, Pavana del desasosiego, Ensayo general, poesía completa 1966-2000 o Nanas para dormir desperdicios. También ha publicado el libro de relatos Que planche Rosa Luxemburgo, por el que consiguió el Premio Galiana en 1994, y el libro de recuerdos Espejito, espejito. Sus obras han sido traducidas al francés, italiano, portugués y árabe.