(Camino de esperanza)
De vez en cuando me llegan poemas que me hacen
reflexionar, pensar, cavilar, que merecen la pena invertir nuestro tiempo en
ellos. Algunas veces son poemas dedicados a terceras personas, como pueden ser
los poemas amorosos; sin embargo, los seis que he recibido de Jaime Soler
Bonet, son poemas dedicados a él mismo o sobre sí mismo. Jaime es un poeta
existencialista, que acaba de aterrizar en este mundo complejo como es la
poesía. Y que en realidad no sabemos definir con determinación ni exactitud.
Jaime Soler ha entendido muy bien qué es poesía, y la
abstracción del pensamiento que representa, que yo entiendo como la
arquitectura verbal que disponemos para expresar nuestros sentimientos y emociones, para
salvaguardar esas ideas que a lo mejor nos llegan en una milésima de segundo y
deben ser escritas para que no se
olviden. La poesía debemos entenderla como una de las artes, que el poeta como
artista de la palabra sabe modelar como si de un cuadro se tratara, usando como
materia la palabra.
Observo en Jaime que se deja llevar por una idea y la sustenta en el tiempo verbal hasta encontrar un camino de esperanza y de
salvación, que no son más que la materialización en versos de sus
preocupaciones y anhelos. Algunas
estrofas pertenecen a la poesía surrealista o automática, que de alguna forma
sutil enriquece su lenguaje poético personal. Quizás, pienso, que en la
singularidad del poeta reside su grandeza y particularidad, siempre hemos de
leer entre línea para llevar a la comprensión un paso más allá de lo que nos
dice, porque la totalidad de un poema solamente reside en la mente de quien lo
escribe.
Este breve abanico de seis poemas de Jaime Soler son una muestra, parte de un todo, una cata de su cosmovisión poética, cual si fuera semilla que florecerá en buena tierra cuando escriba un futuro poemario.
Este breve abanico de seis poemas de Jaime Soler son una muestra, parte de un todo, una cata de su cosmovisión poética, cual si fuera semilla que florecerá en buena tierra cuando escriba un futuro poemario.
En el poema que he número con el 1.- titulado “Vocablo de esperezan” donde el poeta bucea
y lucha consigo mismo para encontrar una palabra o vocablo que llene sus
expectativas, y encuentra un vocablo, que es realidad una tabla de salvación como: Esperanza. La esperanza es
siempre una virtud optimista.
En el poema número 2.- titulado “Ocaso”. Es un poema de lucha diaria para fortalecerse, hasta el
ocaso, que es un fin, pero el ocaso de los días no es más que un punto efímero
porque mañana llegara un nuevo día. En el segundo verso donde escribe “de un
mar de emociones profundas / y su justo punto de fuerza y de intensidad”,
percibo que el mar es solo un estado de ánimo una metáforas de grandeza
profunda.
En el poema número 3.- titulado “Una pena y una sonrisa”, nos muestra un antónimo de sentimientos
opuestos entre pena y sonrisa. Miguel Hernández era el gran poeta de la pena y
de los pesares. En los poemas sobre pena y tristezas lo poemas llegan a una
gran altura, en este poema número dos el poeta se encuentra en momentos
difíciles al borde de un vacío, de donde ha de sacar valor que no tiene para
fortalecerse: “…en vez de reír sufría/ era adicto al dolor “. (vs. 11 y 12).
En el poema número 4.- titulado “Vida y muerte”, es el más tétrico de los seis poemas, y el que más
hace pensar, donde el poeta parece estar listo a marchar con la señora de la
guadaña, llevado por un decepción que ignoramos. A lo largo de diecisiete
versos su razón de ser y su destino se quiebran, pero al fin se da cuenta que
“la muerte no es el final sino mi principio” (v.11). El viaje a lo eterno no es más que una
licencia poética, una metáfora de un viaje del que nadie ha regresado, pero un
camino que todos algún día hemos de recorrer, pero cuando Dios quiera.
El poema número 5.- titulado “En la trinchera”, me viene a la cabeza un poema existencialista
porque todos estamos en la misma trinchera de la vida. Todos tenemos una cruz,
todos, como escribe el poeta: “… en mi pecho llevo señales de guerras pasadas/
que dejaron sus mordiscos de perra en celo.”
Llevamos tatuadas señales, cicatrices, a veces heridas mal curadas, y
una sublime metáfora como esta de: “mordiscos de perra en celo”, con la
esperanza de que no está con la rabia.
En el poema 6.- titulado “Río valiente” cuenta el paralelismo entra las vicisitudes de las
aguas de un río que “sufre y se lastima” en su recorrido saltado márgenes, y el
poeta, que nos sorprende al final para decirnos que quiere llenar un botijo
pequeño que lleva dibujado en un papel, lo cual es siempre un sorpresa, porque
como he dicho en el preámbulo la poesía es arte y sorpresas.
Conclusión.-
Pienso sinceramente que Jaime Soler tiene madera de
poeta, madera de boj, que ha de ir puliendo con trabajo autónomo, pues cada
cual ha de sacar de sí mismo con exigencia y esfuerzo lo mejor que pueda
aportar a la poesía.
Ramón Palmeral
Poeta y escritor
Alicante, 3 de febrero de 2018
SEIS POEMAS DE JAIME SOLER
1.- Vocablo esperanza
Voy buceando entre papeles,
descubriendo palabras nuevas,
sacadas de los libros de caballería,
que me animan a imitar a los soldados en batalla,
en esta lucha por ser auténtico que jamás termina,
Veo vocablos indiferentes y otros más sugestivos,
Pero el que más se parece a mi palabra soñada
Es el vocablo esperanza.
Dos mitades separadas y un solo camino que las une,
es la vida que se encarga de unir las palabras,
en una canción que se oye en cualquier lugar,
donde falte un sueño por cumplir.
2.- Ocaso
Sublime como la sal en mis labios,
de
un mar de emociones profundas,
en
su justo punto de fuerza y de intensidad,
que
corta el aire y le pone belleza,
y por fin se despide sin dañar su verdad.
Ese es mi espíritu, fortaleza en la lucha diaria,
donde dejé un arco pongo una flecha,
y un oleaje choca de lleno contra mi libertad,
y a la tercera ola me libero de la espera,
y salgo de nuevo a luchar.
Tengo los ojos rasgados de comprender,
sé que no hay final más allá de donde voy,
que soy mi ángel guardián,
mi último defensor.
3.- Una
pena y una sonrisa
En un oasis de palmeras invencibles,
en
una duna de arenas sutiles,
en
un mar de peces azules,
estoy
yo en estos momentos difíciles.
Estatua
de sal mirando al vacío,
que
contempla la vida desde dentro,
subido
a un tío vivo,
pero
estoy contento.
Voy
sacando de mí el valor que yo tenía,
soy
capaz de comprender mejor mi corazón,
en
vez de reír sufría,
era
adicto al dolor.
De
una manera circunstancial cojo del viento su fuerza,
soy
una cometa que baila en el aire,
y
así pruebo mi fortaleza,
mientras
que dure el baile.
4.- Vida
y muerte
Si
viniera la muerte a visitarme con su guadaña,
no
escondería mi cuello a su filo,
ni
le daría motivos para irse de balde,
que
si la muerte me reclama yo estoy de su parte.
Mi
esperanza me habla de otra vida,
una
vida sencilla y transparente como el canto de un niño,
con
un punto de vista nuevo y moderno,
con
una raíz que bebe de lo eterno y se centra en el cambio,
donde
lo pleno es su razón de ser y el todo su
destino,
me
iría ya mismo cerca de ese mar profundo,
por
eso digo que la muerte no es mi final sino mi principio,
que
vivir no me da igual pero añoro esa vida,
pues
me encuentro desterrado y sin guía,
con
los dos ojos en esta vida mientras espero la futura,
que
estoy arrojado a este mundo desde un principio,
y
aquí comienza el futuro ya en esta existencia,
en
nuestra amada tierra.
5.- En
la trinchera
Voy arengando a mi tropa con frases encendidas,
a mis manos, a mis pies, a mi pecho, a mis oídos,
a toda mi vida y a mi alma dorada y cautiva,
en mi pecho llevo señales de guerras pasadas,
que dejaron sus mordiscos de perras en celo,
y mis manos quieren imitar a Cristo cuando curaba.
Son mis pies soporte de mi cuerpo lisonjero,
y en ellos he puesto cartuchos de artillería,
mis oídos opacos por el silencioso pensamiento,
responden con vivas y aleluyas.
¿Dónde quedó ahora el invierno?
de entre tus manos partió con prisa de mancebo,
y donde quedaba el frío cautivo,
se abrió una exclusa de esperanza,
y un adiós.
6.- Río
valiente
Baja el agua del río hacia la fuente
saltando los márgenes,
llega mansa y sin prisa y se
encauza,
y no sufre ni se lastima por ser obediente,
es el agua del río fecunda como mi
vida,
que cada segundo aparece nueva y va llenando la balsa,
sueña el río con ser grande y fuerte como su padre,
y ensaya sus gestos en los cristales del hielo,
se atusa el bigote y se sube los pantalones,
y baja riendo por las laderas del monte,
hasta llegar a la fuente.
Me espera el río cada mañana y al atardecer,
y yo voy corriendo a su encuentro y me baño en él,
le hablo de cosas banales que el sabe comprender,
y le pido permiso para llenar un botijo pequeño,
que llevo dibujado en un papel.