(Monaterio de la Fuensanta. La Roda (Albacete)
LA FÁBULA DEL PASTOR Y EL ZORRO
Por Ramón Palmeral
Hacía una tarde-noche gris, monótona, caía una
lluvia fina, delgada y vaporosa sobre la llanura inmensa de un día de finales
de la primavera. Los zarcillos de las parras se enroscaban y reptaban por las rocas húmedas. Las uvas aún menudas como
esferas verdes cinabrio se acurrucaban bajo los pámpanos.
Un pastor con
una puntilla de ovejas, sacó de su vianda las sobras del gazpacho con tortas
cenceñas y un palomino de añadidura que del medio día le había sobrado.
A lo lejos,
en el inmenso llano albaceteño, dos diminutas luces brillantes se movían, eran
los ojos de una zorro escuálido y hambriento que se acercaba al olor de la
vianda del pastor. La menuda lluvia abatía la tierra con un bochorno parecido
al abrazo de una zamarra y unas polainas de pieles sin curtir.
El zorro
listo y sigiloso se acercó al zagal quien para asustarlo y alejarlo dio un
sonoro golpe con el cayado sobre un canto de piedra. El zorro, lejos de huir se
acercó con el rabo entre las patas, cabeza baja y con los ojos cerrados, y le
propuso un trato:
«Si me das
un poco de gazpacho para mi crías te contaré un gran secreto».
El pastor pensó, «cómo es posible que un zorro
hable, ¡yo debo estar delirando!». Pero el zorro continuó con su disertación:
«hay un potente luz extraña cerca de una fuente…» Esto de la luz llamó la
atención del zagal, que le dijo el zorro que le llevara hasta esa luminosidad.
El pastor
dejó su rebaño y siguió al zorro como media legua de distancia, a lo lejos se
veía un gran y extraño resplandor, sintió miedo, pero no se podía volver porque
era como abducido por una fuerza potente. Cuando se aproximó, vio a unos diez
pasos de distancia, sobre una hinchada roca
a modo de altar,
la imagen brillante de una mujer joven rodeada como por una aura de
fuego.
–¿Quién
soy vos Señora?
–Soy la
Virgen de los Remedios y quiero que me hagas aquí un templo
El pastor
se postró de rodillas cabizbajo sin poder siquiera mover un músculo.
–Sí
Señora, pero yo solo soy un pobre pastor de La Robda (La Roda)
–¿Acaso
hijo mío, no crees en los milagros? Y la luz que envolvía a la Virgen
desapareció de inmediato.
El pastor
apesadumbrado le dio mil veces gracias al zorro por haberlo llegado hasta allí
le dio todo el gazpacho manchego que le quedaba. Pero más que un zorro creo que
eres un ángel peludo que me ha enviado Dios. «Ciertamente no soy un zorro, sino
una zorra madre de tres cachorros que tengo que alimentar.
Fuensanta 1482