PARA EL HOMENAJE A FRANCISCO ALONSO
RUIZ
Paco Alonso y yo nos conocimos en
el año 2002 cuando nos reuníamos en la Tertulia de Frutos del Tiempo en el Café
Español en la Avda. de la Constitución, que dirigía Juan Ángel Castaño, que
venía desde Elche. Por aquellos años Paco había publicado Soledad del alma en la colección Lunara de poesía de Elche de la
Acción Cultural Frutos del Tiempo, y para mí, que por entonces no tenía nada publicado, Paco representaba un consumado
poeta que ya tenía libro, un poemario a la altura de Ángel Valente o Blas de
Otero. Porque un poeta sin libro publicado es como un pintor sin exposiciones o
un boxeador al que se le entrena y no se le da un combate.
Para mí Paco representa un poeta a imitar, y
eso que él es un año menor que yo, o sea, que es un año más joven que yo. Con
la lectura de Soledad del alma, aprendí
algo fundamenta de la poesía, como es la sinceridad y autenticidad, porque el
poeta debe escribir con el alma en la mano. Es elogiable y de agradecer su
lenguaje directo, sin florituras ni artificios engaños. Es una poesía de la
experiencia contundente donde toca los temas esenciales de la vida y la muerte,
y las eternas dudas y angustias que todo ser humano nos preguntamos, y que
solamente tienen repuesta en el razonamiento filosófico y en la expresión
poética. Él es un hombre humilde, gran poeta de voz contundente y eficaz.
Por aquello años yo dirigía la
revista PALMERAL (Poético-Artístico) y recuerdo que en el número 3, del otoño
de 2003 le publiqué un poema titulado «Lluviosamente sucio». Y que es el que os
voy a leer:
Esta tarde de lluvia
me he quedado sin sueños,
me he quedado sin alma
y sin ningún recuerdo.
Yo recuerdos tenía
pero fue en otros tiempos.
llueve sin esperanza
sobre el árbol viejo.
Ya desesperanzada
está el alma, y la siento
como quien no la siente,
la sufro desde lejos.
Llueve como llovía,
como cae en los espejos
la sombra de los vivos
la actitud de los muertos.
Esta tarde de lluvia
me he quedado sin sueños,
me he quedado sin hojas,
casi en los mismos huesos.
Yo fui como los árboles
verde hasta los cimientos,
alto como es el día,
puro como el silencio.
Ya el silencio no existe,
hay un rumor intenso
de lluvia en los tejados
que cae sobre mi cuerpo.
Que cae contra mi sangre,
mis venas, mis alientos.
Que he quedado lluvioso,
lluviosamente seco,
lluviosamente sucio,
lluvia ya en mis adentros.
Francisco Alonso Ruiz
Para Paco Alonso con todo mi afecto y amistad
poética.
Ramón Fernández
Palmeral
Casa del Tango, 5 de
junio 2015