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jueves, 3 de diciembre de 2015

5 poemas de Marta Núñez, poeta del sentimiento.



MARTA NÚÑEZ


            Tomando como punto de partida el soneto “Vida” de José Hierro, cuyos versos servirán de título a estas cuatro composiciones, que se presentan como un juego entre el “Todo” y la “Nada”, dos términos a la vez que antagónicos, complementarios, pues el ser humano será conocedor de la realidad del “Todo”, siempre y cuando haya caído de bruces en el nihilismo más absoluto de la “Nada”, y viceversa.
            Si tomamos estos poemas como una gradación ascendente en cuanto al sentido de la vida, podemos observar que, aunque desde el primer poema encontremos multitud de referencias a la muerte y al sinsentido de la vida, una vez que llegamos al poema cuarto “Tanto todo”, el lector podrá observar un atisbo de esperanza en esos “últimos besos”, “pues ellos sí verán el deseado mañana”. Es sabido que los amantes morirán, el ser humano morirá pero, al contrario del verso final del poema de Hierro “después de tanto todo para nada”,  aquí el esfuerzo no será en balde. La vida es un sufrimiento constante, una lucha por la vida a la manera darwinista.
La “Nada” es irremediable, pero no por ello carecemos del “Todo” forjado a diario, de esas pequeñas cosas que se convierten, con el paso del tiempo, en transcendetales.





TANTO TODO

Después de todo, todo ha sido nada,
[…]
Después de nada, o después de todo
[…]
después de tanto todo...

JOSÉ HIERRO[1]



DESPUÉS DE TODO


Adiós, parte sagrada.
Era lo acordado.
Te pesa la historia.
Parten los fuertes de corazón.
No hay criba para ti.
Me dijiste adiós.
Era parte del trato.
Cuando me rozas la mano, invisiblemente fría
contemplo la vida que no es,
la mirada incierta,
el labio abierto al tiempo,
los años que nos pesan.
Oigo las palabras que se fueron,
o que nunca estuvieron,
ya da igual.
Y quiero arañar mi herida,
volver allí, donde entonces,
creía en la eternidad,
y pasear por el parque
y decirte
lo que de sobra ya sabes.
Me pides que me lo calle.
Que te basta el silencioso grito,
Que no deben oírnos.
Es también parte del trato.
Todavía no entiendo por qué

firmamos ese acuerdo con la muerte.




CUANDO TODO SE ACABE

Cuando todo  se acabe…
nos refugiaremos en los recuerdos,
como hace el anciano en su sillón.
Haremos el equipaje,
pero, esta vez, para siempre.
Sorberemos ese último café,
lentamente…
Sostendremos esa calma aparente:
firmeza en los ojos,
tersura en los labios.
Paso equívoco hacia la salida.
¡No mires hacia atrás!...
Pero será demasiado tarde.
De nuevo, Orfeo volverá a perder a su Eurídice.
Ya se sabe, la historia siempre,
siempre se repite.
Sólo cambian los actores.


DESPUÉS DE NADA

Quiero llorar mi pena
y te lo digo
en un atardecer fusilado
por mis ánimos corroídos.
Misericordia exijo
o la hoguera eterna
de Mefistófeles increpo.
Que el alba sucumba
y con ella,
el galope de mi cuerpo
aborrecido y aborrecible.
Regresa o finiquita
la agonía de mi vivir.
El castigo sin venganza
que aún cuenta con la esperanza
de este ser aniquilado
en un tiempo equivocado.
Largo domingo de desolación,
de aullido interminable.
Desatendido corazón
que sólo siente el Nevermore
como el cuervo de un tal Poe.



TANTO TODO

Probemos a amarnos
en silencio
extiende tu mano hacia
mi mejilla. Olvida
el camino recorrido y párate,
justo ahí, en mi oscura inocencia.

Transitemos la misma senda,
en la que las almas se unen
gritando al unísono
que hoy, por fin, son libres.

No habrá un mañana para nosotros,
insomnes pecadores,
que creímos en la luz eterna,
en amores sin límites,
en cimientos siempre firmes,
en los ires y venires
de esta vida de encuentros furtivos
y, casi siempre, insanos.

Amor, ahora que ya sabes
que hemos de morir,
que lo nuestro tiene
los minutos contados, alegrémonos
y demos gracias por estos
últimos besos,
colmados de gracia divina,
pues ellos sí verán el deseado mañana,
pues ellos sí serán contados
cuando las cenizas se apoderen
de nuestros hoy todavía
serviles en esto del amor.




[1] HIERRO, José. Cuadernos de Nueva York, Hiperión, 1998.


EL POEMA
Ni ritmo, ni verso,
sino astucia en  el vocablo.
Que el lector grite
con el cretino trino
del verso descosido.

Estrofas desmembradas
por truncados ritmos
entre azarosas rimas
y transeúntes silencios sinuosos.

¡No ocultes el pensamiento!
Que levite la idea
y se derrame con sutil degüello,
gota a gota,
la balbuciente sangre
de tu oprimido pecho.

Que perdure el rugido de tu alma,
en estos tiempos indecorosos
de brutal barbarie deshonesta.

Que tu pluma,
con dolorosa resignación,
no decaiga cuando
Tú, amigo mío,
yazcas en el olvido
de tus cenizas.

Marta Núñez  
.16/11/2015

Currícumun:


 






Marta Núñez Delegido, Alicante, 1988, aunque ha vivido gran parte de su tiempo en tierras manchegas. Licenciada en Filología Hispánica, Mención en Filología Clásica por la Universidad de Alicante. También cuenta con el Máster de Educación Secundaria. La mayor parte de su formación se centra en torno a la literatura española, concretamente al área de la poesía. Recientemente ha publicado algunos poemas en la revista de difusión internacional Cultura de los cuidados, Años VIII, nº40.
 



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