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martes, 27 de octubre de 2015

AL GRECO EN SU IV CENTENARIO, por Ramón Palmeral, para el homenaje en Toledo de 2014.



AL GRECO EN SU IV CENTENARIO


Andan los pinceles delirando,
revueltos en orgías de colores
recordando aquellos cielos impuros y herejes
de un Toledo en La Mancha plantada
con visiones espirituales o reacciones emocionales
creando un arte artificial y manirista.

En esta biosfera de vida y tiempos: todo llega,
hasta el impensable IV Centenarios de  una huida
hacia la eternidad, la tuya:  THEOTOKOPOÜLOS,
el griego en forma despectiva te llamaron
por no decirte el hereje que pintaba Cristo en iglesias.

Dejaste Creta, Venecia y Roma por Toledo.
Aquí en esta tierras de La Sagra, en la ballesta del Tajo
desembarcó tu caballete y la  semilla de tus  genes
 en tu hijo natural Jorge Manuel.
Creado no engendrado  en el vientre de Jerónima de las Cuevas:
           Tu amante,
            tu modelo y tu compañera,
            -quizas hereje y morisca-.

Tu obra asoma con vértigos, emociona y espanta.
Unos son Cristos “cruxificados y agonixantes”.
Otros Vírgenes que anuncian al Mesías.
Retratos de santos, caballeros y nobles
 de manos ceñidas  en el pecho o en la  espada.

        Paisajes en llamas del Viacrucis con Toledo al fondo:
             Impregnados de rojo de lanzas,
             amarillos de cigarrales
             verde de Venecia
             y el famoso blanco Greco.

Y cuando nos detenemos en el alma acariciada
por un ángel que se eleva:  -la del Señor de Orgaz-,
vemos la doble  visión conjunta al cielo y de la tierra
como si uno saliera al atardecer con espíritus y fantasmas
y por la espalda sintiéramos las uñas de unos dedo afilados.
   
Y esta galería de retratos de ángeles y hombres
con la indudable rúbrica de un genio inmortal
recordamos a  “El Greco”, al pintor que se afincó en Toledo.


Poema pedido por Grupo de Poetas Manchegos, para ser leído en Toledo 2014

domingo, 25 de octubre de 2015

José Antonio Labordeta. Poeta, cantautor, periodista y comunicador

Labordeta



José Antonio Labordeta nace en Zaragoza el 10 de marzo de 1935. Hijo de Miguel Labordeta y Sara Subías, es el cuarto de cinco hermanos, entre los que se encuentra el gran poeta Miguel Labordeta, cuya influencia vital e intelectual estará muy presente a lo largo de toda su vida.
biofamilia1
Cursa sus estudios primarios en el Colegio Alemán de Zaragoza y en el Colegio Santo Tomás de Aquino, propiedad de la familia Labordeta, y al concluir el Bachillerato se matricula en Derecho, carrera que abandona dos cursos después y se matricula en Filosofía y Letras, donde se licencia en 1960. Durante unos meses se instala en Aix-en-Provence, en cuya universidad ejerce como lector. Durante sus años universitarios José Antonio despliega una gran actividad literaria: funda la revista Orejudín y publica en Papageno, revistas creadas al amparo de la tertulia Niké y de la OPI (Oficina Poética Internacional).
En 1959 publica su primer poemario, titulado Sucede el pensamiento. Será el primero de una larga lista de libros de poemas, memorias, novelas y viajes que publicará a lo largo de toda su vida. El 29 de septiembre de 1964 se casa con Juana de Grandes, con quien tendrá tres hijas, Ana, Ángela y Paula, y dos nietas, Marta y Carmela. Ese biomatrimoniomismo año aprueba las oposiciones de Enseñanzas Medias como profesor de Geografía, Historia y Arte y es destinado al INB Ibáñez Martín de Teruel, ciudad en la que reside durante seis años. Tanto en el Instituto como en el Colegio Menor San Pablo desarrolla una gran actividad docente y cultural junto a otros compañeros y alumnos con los que establecerá una larga y fructífera amistad.En 1968 comienza tímidamente su actividad como cantautor con la grabación de Andros II, un EP de cuatro canciones publicado por Edumsa que será secuestrado por orden gubernativa, y en 1969 participa en el rodaje de Monegros, del director Antonio Artero, a la que seguirán con los años numerosos trabajos en cine y en televisión. Tras dar por finalizado el periodo turolense, regresa a Zaragoza en 1970, donde seguirá impartiendo docencia en el colegio El Buen Pastor y en el IB Ramón Pignatelli. En 1972 funda, junto con compañero y amigo del Instituto de Teruel Eloy Fernández Clemente, la revista cultural Andalán, en la que colaborará muy activamente hasta su desaparición en 1987.
bioteruel2En 1974 publica su primer LP, Cantar i callar, en la prestigiosa colección Chant du Monde. Se trata de un acontecimiento cultural de gran trascendencia. Hasta el final de su vida, José Antonio Labordeta seguirá dando conciertos ininterrumpidamente y grabando canciones emblemáticas como “Aragón”, “Canto a la Libertad”, “Somos” o “La Albada”. Ese mismo año recibe el Premio San Jorge de la DPZ.
En 1976 José-Carlos Mainer publica en Lumen una primera antología poética de José Antonio Labordeta. Paralelamente a su intensa labor cultural y docente, participa muy activamente en la creación del PSA (Partido Socialista de Aragón), que al año siguiente se integrará en el PSP (Partido Socialista Popular) de Tierno Galván. En marzo de 1983 se disuelve el PSA. A partir del año 1985, pide la excedencia del Instituto Pignatelli para dedicarse plenamente a la música, la literatura y el periodismo, ámbitos en los que desarrollará una intensa actividad que dará como resultado la publicación de numerosos trabajos. Durante la década de los 90 realiza para TVE Un país en la mochila, proyecto en el que graba excelentes documentales sobre la España rural.
biocongreso

En junio de 1986 nace la Chunta Aragonesista (CHA), formación aragonesista de izquierdas con la que llegará a ser diputado en las Cortes de Aragón (1999) y en el Congreso durante dos legislaturas (2000-2008). Durante todos esos años, Labordeta siempre aportará una nota diferente en el modo de hacer política. Acérrimo defensor del No a la guerra de Irak y contrario al Trasvase del Ebro, algunos de sus enfrentamientos parlamentarios serán sonados, como aquel en que espetó su famosa frase «A la mierda» a algunos diputados del Partido Popular que le estaban interrumpiendo constantemente en su intervención.


Ya fuera de las instituciones, el 28 de noviembre de 2008 se celebra un homenaje multitudinario en el Teatro Principal de Zaragoza con la presencia de las autoridades ciudadanas y autonómicas y numerosos artistas y amigos del homenajeado. Paralelamente al homenaje en el Teatro Principal, el Rolde de Estudios Aragoneses y la SGAE publican el libro-homenaje José Antonio Labordeta. Creación, compromiso, memoria, en el que participan casi un centenar de profesores, escritores, artistas y políticos. En 2010 la Universidad de Zaragoza le nombra Doctor Honoris Causa. El último acto público lo protagoniza el 6 de septiembre de 2010, cuando Carme Chacón, ministro de Defensa, y Ángel Gabilondo, ministro de Educación, le entregan en su casa la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio; un reconocimiento que el Gobierno le concedió por su sabiduría, su pasión, sus convicciones y su defensa de la libertad. José Antonio Labordeta Subías fallece en la madrugada del 19 de septiembre de 2010, en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, a la edad de 75 años, a causa de un cáncer de próstata que le había sido diagnosticado en el año 2006, y que le obligó a permanecer postrado en casa los últimos meses de su vida. Tras su fallecimiento, las muestras de duelo y afecto dentro y fuera de Aragón fueron multitudinarias.

viernes, 23 de octubre de 2015

REENCUENTROS CON MIS RECUERDOS DE MOLINA DE SEGURA, por Carlos Bermejo

REENCUENTROS CON MIS RECUERDOS DE MOLINA DE SEGURA

     El pasado fin de semana estuve en Molina de Segura, pueblo en el que nací y al que me siento ligado por lazos familiares y sentimentales que me retrotraen a mis primeros diecinueve años de edad. Cada vez me gusta más reencontrarme con mis hermanos y con aquellos amigos y conocidos que un día formaron parte de mi entorno social y con los nuevos y jóvenes amigos a los que, virtualmente, he conocido e intimado por medio de Facebook y al encontrarnos por la calle en carne mortal, nos solemos reconocer por las fotos de nuestros perfiles o porque mi hermano José María, me apunta: “Esa o ese, es…” y entonces hablamos y nos sentimos como si fuéramos amigos de toda la vida por lo que sabemos el uno del otro gracias al internet, que usado como medio de relación social, nos une en la distancia.
    Sobre el mediodía del domingo, con un sol otoñal y temperatura veraniega que engañaba a las cigarras que se desgañitaban rechinando en los árboles, estuve paseando por el frondoso Parque de La Compañía y tras pasar por el paseo de los escritores en el que están las placas que, a semejanza del paseo de la Fama de Hollywood, dedica el Ayuntamiento a los escritores más relevantes que ha dado el pueblo en los años de sus existencia y que encabeza mi cuñado Salvador García Aguilar, premio Nadal de novela de 1983, y al tresbolillo las de otros conocidos y buenos escritores entre los que noté la falta de algunos que yo tengo por buenos, tomé asiento en uno de los bancos del Parque en el que por los escasos indicios que subsisten me situé mentalmente y deduje que estaba en el lugar en el que antaño se situaba la huerta de mi padre, que en los duros años de la posguerra civil nos proporcionaban autosuficiencia en alguno de los alimentos básicos para una dieta de subsistencia. Y como últimamente me ocurre, comencé a recordar con cierta añoranza retazos de mi vida que me retrotraen a más de sesenta años de mi actual existencia, relacionados con mi huerta ahora integrada en un hermoso parque que surgió a iniciativa del ultimo alcalde de la dictadura: mi querido primo hermano José “el Gicha”, protagonista de algunos sucesos que narro en mi libro autobiográfico “HISTORIA DE YO”.
   La mayor parte de la superficie de nuestra finca, lindante con la de La Compañía, se dedicaba al trigo, en gran medida y a las patatas en menor. Mi padre tenía fijos a un par de jornaleros de confianza, que se encargaban de las labores de la huerta y que mientras trabajaban a la vez servían de guardianes para ahuyentar a los ladrones, que pese a la represión de la guardia civil, eran muchos los que se arriesgaban a ir a la cárcel o al cuartelillo donde le pegaban una paliza a los reincidentes “Para que no lo hicieran más”, pero como en la Confesión, pagaban la penitencia en bofetadas y salían perdonados del cuartelillo para volver a pecar “setenta veces siete”, para darle de comer a sus familias.
   Pero en el trabajo y la vigilancia de los jornaleros, había horas muertas en las que no estaban y entonces eran mis hermanos mayores y yo alguna vez que otra, los que vigilábamos para ahuyentar a los ladrones de todo tipo, incluido los pájaros. Hubo una época en la que la vigilancia la ejercía mi hermano Juan, el mayor de todos los varones, quien por haber regresado de la guerra y de la cárcel donde estuvo preso y condenado a muerte por “fascista peligroso” y salvado a última hora por la toma de Madrid por los llamados “nacionales” que eran los suyos, tenía licencias de arma largas y cortas e integraba el somatén del pueblo como excombatiente. Pues bien, en alguna de esas horas, se iba a la casa de la finca pertrechado de escopeta de caza con cartuchos rellenos de sal como metralla, que igual servían para disparar a los posibles ladrones si intención de matarlos pero si de salarles el culo y que huyeran rascándose, que para hacer ruido para ahuyentar gorriones, que esos, creo yo, fueron los únicos “pájaros” junto a los estraperlistas que no pasaron hambre en los años de la posguerra. Pero cuando éramos alguno de los tres hermanos restantes, ya no podíamos utilizar la escopeta y si tirar de la cuerda que hacía sonar una serie de botes de hojalata rellenos de pequeñas piedras vivas, que como los papelillos en las fiestas colgaban por encima del trigal en sazón que era cuando los pájaros venían a ponerse las botas. Yo hice algunas veces de guardián del trigo (no del centeno que eso lo popularizó un escritor norteamericano del que supe años después), pero tenía doce o trece años y poca fuerza, por lo que pegaba pocos tirones y los pájaros se aprovechaba de los silencios cuando el vigilante era yo.
   Con el trigo que nos dejaban los pájaros de distintas especie, como los gorriones y el llamado Servicio Nacional del Trigo, al que habia que entregar toda la producción a precios bajos y fijos, para que el Servicio la vendiera a precio tasado y tan alto que casi nadie podía pagar, en mi casa nunca faltó el buen pan de harina de trigo, pues hecha la ley hecha la trampa, y no sé cómo, pero mi padre se las apañaba para no entregar toda la producción, y una vez trillado en la era o en la trilladora colectiva instalada en un descampado por la zona del Huerto Capote, de la que mi primo Carlos “de Estrella”, al servicio de La Compañía, era el encargado, unos sacos iban a parar al Servicio Nacional y otros a esconderse en mi casa, y, desde mi casa, a lo largo de todo el año, salían en pequeñas cantidades para no perderlo todo y ser acusado de estraperlista si te descubrían con él, hacia al molino Aguilar, donde los transportábamos en carretón, con nocturnidad y alevosía, para ser convertido en harina tras horas de espera que se hacían eterna por la cola de pequeños contraventores de la ley que esperaban su turno de molienda y maquila. Sin embargo, y por desconocer el riesgo, esas horas de espera recostado sobre mí saco de trigo y escuchando el rítmico y agradable sonido de los artilugios del molino y como fondo el menos audible del agua que era la fuerza que lo movía, me proporcionaban un grato sopor del que no salía hasta que mi hermano José María, que tambien estaba conmigo en el molino, me decía “levanta que nos toca” y era entonces cuando me espabilaba y veia como el molinero echaba nuestro trigo en la tolva, mientras el dueño de la harina recién molida se apresura a repelar hasta el último vestigio de la suya que quedaba en el gran cajón donde caía la harina molida. Luego el molinero abría la compuerta de la tolva y el trigo comenzaba a caer sobre la piedra en movimiento y al poco, por la canaleta salía blanca como la nieve y tibia como el regazo de una madre, la harina de mi trigo, a la que yo recibía poniendo la mano en la suave catarata que iba a desembocar en el gran cajón. Aquella sensación táctil no la volví a experimentar, hasta que muchos años después, comencé a explorar lo senos de Loli…
    No quise seguir recordando y me levante para ir a ver de cerca “la noria” que elevaba el agua para regar los bancales más altos de la finca de La Compañía. Aquella noria que ahora, convertida en hierática estatua de sí misma, ya no chirria sacando agua de la acequia “Subirana”, como cuando estaba viva y yo la escuchaba en el silencio del atardecer estando de guardián del trigo, mientras giraba y gemía chorreando el agua que se le escapaba por los canjilones, como a mí se me escapa las lágrimas al recordar aquellas vivencias sumido en la nostalgia de aquellos años en los que tenía toda una vida por delante.

Carlos Bermejo
San Vicente, 20 de octubre de 2015
Publicado en Facebook

domingo, 11 de octubre de 2015

Poema dedicado a Ramón Fernandez Palmeral, de María Consuelo Franco



 PARA MI AMIGO RAMÓN FERNÁNDEZ PALMERAL

Compañero literario,
pintor, poeta e ingenio.
alma y sentir de cristal
Que expresas sobre los lienzos.
quiero que llegue a tus vena
perenne reconocimiento
por ser hierba de lirismo
enredada entre mis versos.
Silbarán los vientos,
pasarán los tiempos
y la amistad que te brindo
perdurará en los silencios.
Entre el glaciar de la esencia,
más allá del firmamento.
Con mi afecto infinito,
tu siempre amiga

María Consuelo Franco
Alicante, 9 de octubre de 2015

jueves, 8 de octubre de 2015

Ciclo cultural en torno a Gerald Brenan


La vivienda en la que falleció hace 27 años acogerá en los próximos meses un ciclo de literatura y exposiciones

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Brenan fue un enamorado de Málaga, donde pasó sus últimos años

La última residencia del del hispanista y escritor Gerald Brenan en la barriada de Campanillas de Málaga, donde falleció hace 27 años, retomará este mes de octubre su actividad cultural con un amplio ciclo de actividades sobre la literatura y la impronta del autor inglés en la vida local. El nuevo proyecto arranca el día 30 con un seminario dedicado al escritor Julio Caro Baroja, amigo personal del hispanista, con el que compartió largas temporadas de estancia en su retiro malagueño.
El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, ha asegurado que el proyecto de la Casa de Geral Brenan, un edificio abandonado durante diez años y recientemente remodelado, al que se dota ahora de contenido, busca «potenciar el espíritu de este hispanista, escritor y viajero, que forma parte esencial de la cultura malagueña y que responde al carácter cosmopolita y acogedor de esta ciudad».
El seminario dedicado a Baroja, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, contará con hispanistas y escritores de talla internacional como Tom Burns Marañón, Ian Gibson, Luis Alberto de Cuenca, Carlos Pranger, Alfredo Amestoy, Carmen Caro, Fernando Sánchez Dragó o Cristóbal Salazar.
El proyecto de la Casa de Gerald Brenan incluye otras múltiples actividades como propiciar la producción de espectáculos de literatura y música o artes plásticas, crear debates, siguiendo la impronta del grupo Bloomsbury, donde participen pensadores y artistas de diversas nacionalidades y conseguir que la Casa sea un lugar de encuentro de las culturas anglosajones e hispanas y un lugar de reflexión y nuevas ideas. Para esto, además de la programación del centro, se harán diversas actividades para dar a conocer la obra de Brenan y todo lo que le rodeaba. Desde un concurso de proyectos multidisciplinares de artistas malagueños acerca de la obra de Brenan, hasta una residencia artística de algún escritor o hispanista extranjero.
Las estancias remodeladas de la vieja residencia, donde este enamorado de Andalucía pasó sus último 30 años, mostrarán objetos y libros de la propia biblioteca del hispanista, fotos y tarjetas rescatadas de las casas de los vecinos de Churriana que tuvieron contacto con Brenan.  En la sala multiusos, que contará con un pequeño escenario y será también una biblioteca de consulta, se dará a conocer la bibliografía de Gerald Brenan y de todo su círculo; desde Hemingway, Gamel Woosley o Virginia Woolf, hasta Bertrand Russell, pasando por Julio Caro Baroja.
Fuente:abc.es

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