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martes, 29 de septiembre de 2015

XIII Encuentro Provincial de Poesía “Hablan los poetas”. Asociación Espejo de Alicante

E.D.A.

+ XIII Encuentro Provincial de Poesía “Hablan los poetas”. Se realizará durante
los días 29, 30 y 31 de Octubre, con el siguiente programa, a grosso modo: En
Octubre, una vez tengamos todas las inscripciones se hará el programa definitivo, en
imprenta.
1. Jueves, día 29, de Octubre de 2015. 20 horas. Encuentro de poesía y lectura de
poemas, por todos los que se inscriban durante el mes de Septiembre de 2015.
Lugar: Casino Mediterráneo de Alicante.
2. Viernes, día 30, de Octubre de 2015. 19 horas. Presentación de la sexta publicación
de E.D.A., titulada: Hablan los poetas. Entre el sentimiento y el pensamiento.
Lugar: Salón de Actos de Vissum. Lectura de poemas por los autores que asistan y
entrega de los correspondientes ejemplares. Vino de honor ofrecido por BOCOPA
y por EDA.
3. Sábado, día 31, de Octubre de 2015. 19 horas. Encuentro de poesía y lectura de
poemas por todos los inscritos durante el mes de Septiembre. Nombramiento de los
nuevos socios de honor. Lugar: Casino Mediterráneo de Alicante.

Avance del III Certamen Ángeles Palazón de cuentos de Navidad

domingo, 27 de septiembre de 2015

Por 3.57 € puedes comprar la versión digital de "El cazador del arco iris".




   (Portada del libro. Un arco iris sobre Cerro Lucero)

Autor Ramón Fernández Palmeral

Versión digital por 3.75 € comprar AQUÍ
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 Libro impreso:

List Price: $14.00/  €13.85 (PEDIDOS A  AMAZON)
5.5" x 8.5" (13.97 x 21.59 cm)
Black & White on Cream paper
410 pages/ páginas
ISBN-13: 978-1517221911 (CreateSpace-Assigned)
ISBN-10: 1517221919
BISAC: Fiction / Biographical


SINOPSIS: “El cazador del arco iris”



     Un guardia civil despierta de la muerte y recuerda a través de varios narradores su vida. Había nacido en 1920 y falleció en 2004, a los 84 años.  Utilizando el recurso de la leyenda del arco iris, por cuyas bases de luz se podía ir o regresar de los cielos, y a su vez del otro mundo. El guardia civil José Ramón Fernández ha regresado y despertado del más allá, y con ayuda de 4 ó 5 narradores, el  destinatario de la narración (el narratario) es su hijo Ramoberto que recibe el mensaje de esta obra narrativa, más que biografía o novela de ficción, y es quien escribe lo que le cuentan los diversos narradores.
      Se inicia la narración cuando el guardia civil despierta en su aldea de nacimiento en Acebumeya (Málaga) en 2015, aldea de ficción que al modo de Yoknapatawapha de Faulkner o la Región de Juan Benet, se utiliza como lugar mítico narrativo, para evitar implicar a los vecinos reales de su verdadera aldea.
    Con apoyos del realismo mágico, la prosa-poética del narrador, investigaciones narrativas novedosas, más las leyendas del lugar, las supersticiones y el mundo de los espíritus que habitan allí se consigue un interés y un suspense, que hace que el lector se interese constantemente por lo que va a suceder en los 90 apartados en que se divide la obra narrativa de 414 páginas.
      Con el trasfondo de los miembros de la familia de los Simontes, se consigue una distraída saga por donde aparecen extraños personajes con anécdotas sorprendentes, propias de gentes ingenuas y en, cierto modo, ignorantes. Unos tiempos sin luz, eléctrica, teléfonos y otras comodidades que chocan brutalmente con la mentalidad del lector actual. Los Fernández  son mezcla de repobladores castellanos y moriscos andaluces.
      El tiempo de la obra narrativa transcurre en una semana en un cortijo aislado del Mayarín (Axarquía malacitana) en junio de 1995, y los tiempos históricos se remontan al siglo XVI, con la batalla del Peñón de Frigiliana de 1569, pasando por la Guerra del Norte de África con el héroe de Nador y su desaparición en 1923, la II República, la guerra civil donde el narrador estuvo como soldado con los nacionales, porque era de la Quinta del Biberón, la represión franquista, los maquis de Ciudad Real y Sierra de Almijara en Frigiliana, la dictadura de Franco, la Transición, la democracia, la terrorismo de etarra, el 23 F y otros asuntos de relevancia histórica.
     El final se cierra con una revelación sorprendente y la marcha del espíritu, fantasma o como se le quiera llamar del guardia civil, que regresa otra vez al más allá por donde se había colado, por un sector del arco del tiempo y del espacio.
     


   Ramón Fernández Palmeral
  Alicante, 27 de septiembre 2015



                           COMENTARIO EN LA CONTRAPORTADA

“El cazador del arco iris” es una obra narrativa con elementos poéticos y cierto realismo mágico, es la saga de familia de “Los Simontes”, unos vecinos de Acebumeya (Málaga), la aldea donde suceden cosas extrañas, rodeadas de un mundo mágico y supersticiones, alcanza cotas de un lirismo inusual en estos tiempos de literatura de consumo. Combina curiosas anécdotas con reflexiones filosóficas y análisis subjetivos de un tiempo pasado, donde no existían medios de comunicación como los teléfonos móviles, ni electricidad, ni otras comodidades actuales.
El narrador es un vecino que ha vuelto a la vida de los sentidos y al recuerdo de su biografía desde su nacimiento hasta su vejez, poeta de la palabra, pero también es un historiador ocasional que nos aproxima a los moriscos que vivieron en Acebumeya y Frigiliana del S. XVI, repasando  la Guerra del Norte de África en el Rif y Melilla, la II República, la dictadura de Franco y la dura posguerra vivida por un Guardia Civil, el maquis, y la democracia de las luces en color al final de terribles años en blanco y negro.
Con un estilo ameno y prosa de fácil lectura, el narrador nos va sorprendiendo continuamente en un mundo propio donde nada es lo que parece, ni parece lo que es. Dilata al máximo su capacidad de percepción de la realidad y de la observación llevando a cabo un análisis de su entorno familiar y mental con una investigación profunda de las posibilidades del lenguaje y los giros narrativos donde aparecen otros narradores, lo que da a la obra una segunda perspectiva.


Ramón Fernández es un gran seguidor de las obras de Gabriel García Marquez, Juan Rulfo, Julio Cortázar, José Luis Borjes, Mario Vargas Llosa y del realimso mágico hispanoamericano. Así como de Juan Benet. Aldecoa, Ana María Matute, Miguel Delibes, Julio Llamazares... De tos estos autores hay referencias. 


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                                  PRÓLOGO para EL CAZADOR DEL ARCO IRIS

No  hace falta rescatar del olvido, ni hacer revivir de los rescoldos y de las cenizas de la selva amazónica a Macondo, la aldea perdida de Gabriel García Márquez.

Mucho más cerca, donde habita el arco iris, se encuentra la aldea de Acebumeya que aparece como por arte de magia y con todo lujo de detalles en el fondo de un profundo valle, al lado de un arroyo, en el cruce de caminos hacia la ruta de la miel, al sur cardinal de Málaga, Reconstruida piedra a piedra con los latidos del corazón y los retazos de la memoria de Ramón Fernández Palmeral.

Generaciones enteras de gentes trabajadoras y honradas, hombres y mujeres que vivieron en este lugar, irán apareciendo ante nuestros ojos, tomando forma individual, con sus rostros curtidos, con sus pasiones y sueños, con sus penas y alegrías, con sus increíbles historias y destinos de la pluma de Ramón Fernández Palmeral.

  Al igual que el coronel Aureliano Buendía recordó frente al pelotón de fusilamiento toda su vida y la historia de sus antepasados, como iluminado por un relámpago vertiginoso de una luz azulada y fantasmagórica que hizo aparecer ante él a su querida aldea de  Macondo,  y su memoria quedó arrasada  por una desbandada de metáforas turbulentas, que arrastraron su alma hasta llevarlo a un abismo insondable de amores imperecederos, y de emociones incontrolables , que le sumergieron en la noche de los tiempos más aciagos y remotos .

Un siglo después el militar guardia civl José Ramón Fernández aparece como por hechizo, como la proyección de un sueño fantástico, que servirá para hacer revivir a su aldea de Acebumeya, para que de nuevo, ese glorioso tiempo en que sus antepasados  habitaron en ese mágico lugar vuelva a ser recordado por todos.

Fue en esa época en que la aldea tuvo más de doscientos vecinos, una escuela, una alberca, un manantial llamado de la Sirena y muchos bancales, cuando vivió allí la familia de los Simontes, toda una honorable saga de gente buena, una generación en que los padres inculcaban a los hijos, el respeto y la obediencia a los mayores, la humildad, el temor de Dios y el amor a la Naturaleza.
Un tiempo en que los hombres tenían honor y palabra, en los que tenía más validez un apretón de manos para cerrar un trato, que la firma de un notario y en el que la honra y la fama de las personas era más importante que todas las riquezas juntas.

En esta fascinante historia creada por Ramón Fernández, aparecen personajes inolvidables que no nos dejarán indiferentes, anécdotas entrañables, reflexiones sobre la vida. En definitiva un magistral retrato de una saga familiar, reconstruido con toda la fuerza vital de una prosa pujante y de una desbordante creatividad, que hacen del autor uno de los más interesantes y amenos narradores de la actualidad.

Pilar Galán García
Escritora y poeta
Enviado desde mi iPad
16 de septiembre 2015

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 Alemania, México, Puerto Rico, Estado Unidos, California, Chile, Argentina, España, Perú, Ecuador, Rusia, China, Francia, Italia, Gran Bretaña, Australia. Películo, cine. biografía.

martes, 22 de septiembre de 2015

A la muerte el poeta Carlos Sahagún. Por Manuel Parra Pozuelo

EN LA MUERTE DE CARLOS SAHAGÚN

Un gran poeta, un magnífico poeta, cuya figura no ha sido valorada con arreglo a sus méritos ha dejado de existir el día 28 de agosto 2015. Carlos Sahagún había nacido en Onil el 4 de junio de 1938 y nuestra revista tuvo el honor de publicar su poema dedicado a Manuel Molina titulado Palabras frente al mar incluido en su número veintiuno aparecido el 21 de mayo de 2011, estructurado alrededor de uno de los temas más significativos de su poesía, la permanente y desoladora nostalgia del tiempo de la Segunda República, cuya invocación la hace presente y actuante (“y vuelve a ser catorce de abril en la memoria”).
Autor de una breve y selecta obra poética, Carlos Sahagún, licenciado en Filosofía y Letras, Catedrático de Instituto e Inspector de Enseñanza Media, publicó su último poemario, Primer y último oficio en 1980 y su posicionamiento ideológico calificado por algunos críticos como anarcocomunista le condujo a una posición sólidamente
antifranquista aunque alejada de encuadramientos partidarios específicos. Sus últimas ilusiones se relacionan con los movimientos del 15 EME . En cuanto a la valoración de su obra, está unánimemente considerado como uno de los autores más representativos de la generación del cincuenta. Auca de las Letras tiene intención de realizar un homenaje a su memoria.


Manuel Parra Pozuelo (Facebook)



(Poemas de Carlos recogidos por Ramón Palmeral)

COSAS INOLVIDABES
Pero ante todo piensa en esta patria,
en estos hijos que serán un día
nuestros: el niño labrador, el niño
estudiante, los niños ciegos. Dime
qué será de ellos cuando crezcan, cuando
sean altos como yo y desamparados.
Por mí, por nuestro amor de cada día,
nunca olvides, te pido que no olvides.
Los dos nacimos con la guerra. Piensa
lo mal que estuvo aquella guerra para
los pobres. Nuestro amor pudo haber sido
bombardeado, pero no lo fue.
Nuestros padres pudieron haber muerto
y no murieron. ¡Alegría! Todo
se olvida. Es el amor. Pero no. Existen
cosas inolvidables: esos ojos
tuyos, aquella guerra triste, el tiempo
en que vendrán los pájaros, los niños.
Sucederá en España, en esta mala
tierra que tanto amé, que tanto quiero
que ames tú hasta llegar a odiarla. Te amo,
quisiera no acordarme de la patria,
dejar a un lado todo aquello. Pero
no podemos insolidariamente
vivir sin más, amarnos, donde un día
murieron tantos justos, tantos pobres.
Aun a pesar de nuestro amor, recuerda.


NOCHE CERRADA.
Fue en la infancia, a la vera de los caminos, en el humo perdido
de los barcos que se alejaron.
Con ellos se marchaba mi corazón, con rumbo cierto
de eternidad. Y más allá, donde nuestra mirada no llegaba,
por pequeña o por triste, algo nos sostenía.
Dios, el abuelo de los niños, repartiendo
las gaviotas por el azul sin límites, estaba con nosotros
de sol a sol, como los viejos labradores,
y dejaba su mano cansada en nuestros hombros.
Por qué pensar en cosas tristes. Mis padres
volvían del trabajo con ira, se vivía mal en casa,
eran tiempos difíciles y oscuros.
Y, sin embargo, vi palomas, estoy cierto, tuve apego a las
atareadas de mi madre,
directamente conocí la vida
como algo, más o menos alegre, que no tenía final.
Yo siempre tuve un alma navegante
y una gran esperanza.
Desde el punto de vista de aquel niño
todo era claro y mañanero, quiero decir, todo era
mentira, puro engaño. Tú no estabas allí,
ni aquí, a la vera de los caminos, ni en el humo perdido
de los barcos. Un muchacho lloraba
frente al acantilado, bajo la dura enseña
de la noche sin Dios.


QUEDE MI NOMBRE CARLOS SAHAGUN
Que mi reino no sea
la soledad del héroe pensativo,
sino tu fortaleza amurallada.
Hallen en ti refugio los días claros,
roto ya por mil flancos
el combatido cerco de la noche.
Y cuando zarpe el último navío
rumbo a la decepción definitiva,
quede mi nombre escrito sobre el agua,
indefenso, esperando
la hora en que tú desciendas suavemente,
sabiendo ya el camino, a recordarme.


A IMAGEN DE LA VIDA
Qué niño irá a caballo pensativo
hacia el mar insondable
para contarnos una dura historia
de despojos guerreros y de hambre
como aquel mediodía que revive
aún hoy
bajo los cascos sollozantes.
Tal vez la vida sea para otros
asunto menos grave
música que escuchamos desplegada
dulcemente en el aire
larga espera en la seguridad
de que el tren llegará temprano o tarde.
Mas para mí no puede ser sino dolor
hecho a su imagen.
Mi porvenir y mi principio
son una misma escena inolvidable
el mar que emerge eternamente
al fondo de una calle
y un niño y un caballo derribados
tragados por el oleaje.


CANCION DE INFANCIA
Para que sepas lo que fui de niño
voy a decirte toda la verdad.
Para que sepas cómo fui, aún guardo
mi retrato de entonces junto al mar.

Playa de arena, corazón de arena
hubiera yo querido en tu ciudad.
Que te faltase como me faltaba
-le llamaron post-guerra al hambre-el pan.

Tú con tu casa de muñecas vivas
llenando los rincones de piedad.
Yo, capitán con mi espada de palo,
matando de mentira a los demás.

Si hubieras sido niña rodeada
por todas partes, ay, de soledad,
yo te habría buscado hasta encontrarnos,
hasta ponernos los dos a llorar.

Juntos los dos. Que tu madre nos diga
aquel cuento que no tiene final.
Despertar de la infancia no quisimos
y no sé quién nos hizo despertar.

Pero hoy, que hemos crecido tanto, vamos,
dame la mano y todo volverá.
Somos dos niños que a la vida echaron.
Muchacha -niña-, empieza a caminar.


lunes, 21 de septiembre de 2015

Poesía y música para promover la Paz, la Solidaridad y el Cambio Social en el Mundo. Liceo Poético de Benidorm


Liceo Poético de Benidorm

Archivos adjuntos13:25 (hace 3 horas)


para bcc:
Adjuntamos cartel del evento que organiza el Liceo Poético de Benidorm en la ciudad de Alfaz del Pi para el Movimiento 100 Thousand Poets for Change para promover la paz, la sostenibilidad y el cambio social en el mundo. Este evento se celebra el mismo día en todo el planeta. El Liceo Poético de Benidorm del acto de Alfaz del Pi, organiza también este evento, a través de sus delegaciones, en Suecia, México, Perú, Chile, Argentina, Brasil y Uruguay.
El recital poético musical de España, en el que participarán músicos y poetas invitados de Gijón, Madrid, Murcia, etc., además de los poetas del Liceo Poético de Benidorm, se celebrará el próximo sábado 26 de septiembre a las 19:00 horas en el Auditorio Central de la Casa de Cultura de Alfaz del Pi. Estáis todos invitados. Os esperamos.
Saludos cordiales.
Nieves Viesa, José Luiz Labad, Charo Guarinos, Germán Droogenbrood, Jpsé Povda, Ángel Rebollar, Ángela Álvarez Soto, Francisco Illán Vivas, José Martínez Giménez, Antonio Gravo, Usue Mendaza, Ana Ornes, Luis Miguel Rubio, Josefa Campo, Gloria Lafuente, Mina Pardo, Javier Mederos, Julio Pavanetti, Música Oscar Testa y Esperanza Verdecia

viernes, 18 de septiembre de 2015

El extraño caso de las hermanas Brontë llega a las librerías. biografía

Literatura

El extraño caso de las hermanas Brontë llega a las librerías

La escritora Ángeles Caso narra en su libro la vida de estas tres hermanas creativas y raras de la Inglaterra victoriana

17.09.2015 | 18:39
Las hermanas Brontë, autoras de ´Jane Eyre´ o ´Cumbres Borrascosas´.
Las hermanas Brontë, autoras de ´Jane Eyre´ o ´Cumbres Borrascosas´.

Todo ese fuego

  • Autora: Ángeles Caso
  • Editorial: Planeta (A la venta desde el 15 de septiembre)
  • Argumento: 'Todo ese fuego es una novela exquisit'a que bucea en la vida de tres asombrosas mujeres, las hermanas Brontë, llenas de talento que consiguieron rebelarse contra las crueles normas de la sociedad.
En lo más alto del pueblo de Haworth, al norte de Inglaterra, entre el cementerio y el paisaje rocoso de los páramos, se levanta una casa de ladrillo oscuro con dos hileras de ventanas blancas. Una vivienda firme y sobria, construida a finales del siglo XVIII para ser el hogar de los pastores anglicanos del lugar. Entre 1820 y 1855, en ese edificio discreto ocurrió un hecho excepcional: allí vivieron y crearon sus obras, escondidas del mundo, tres mujeres geniales, las hermanas Brontë, Charlotte, Emily y Anne.
"Como cachorritos sin dueño, solían pasear solas por los páramos y algunos afirmaban haberlas visto declamando poemas en lo alto de una roca. Aunque lo más raro de todo era que las crías se pasaban el tiempo leyendo y escribiendo. Leían de todo"
Nadie de su entorno lo sospechó. Las Brontë eran raras, desde luego. Tres solteronas, como sin duda las llamarían entonces, a las que muchos recordaban de pequeñas, criándose de una manera un tanto salvaje en compañía de su hermano Branwell. Las hijas del reverendo Patrick Brontë –un irlandés de origen campesino que se había doctorado en Cambridge gracias a una beca– estaban bien educadas y eran corteses y decentes, pero desde niñas tenían costumbres extrañas. Quizá fuera porque habían perdido muy pronto a su madre y, casi de inmediato, a sus dos hermanas mayores, arrasadas por la tuberculosis. El caso es que, como cachorritos sin dueño, solían pasear solas por los páramos, bajo el sol o bajo la nieve, y algunos afirmaban haberlas visto declamando poemas en lo alto de una roca. Aunque lo más raro de todo era lo que hacían dentro de la casa, donde las crías se pasaban el tiempo leyendo y escribiendo.

Leían cualquier cosa: los poemas de Byron o las novelas de Walter Scott, los clásicos, y también sesudas revistas de literatura y hasta los diarios de Londres, con aquellos complejos asuntos políticos tan poco adecuados para unas muchachas y sobre los que luego ellas se atrevían a expresar sus propias opiniones. Y, para colmo, desde muy pequeñas, escribían sin cesar, quién sabía qué, tal vez poemas e historias semejantes a las que leían en los libros, cosas de guerreros y doncellas seducidas y sangrientas batallas. Cosas que podía permitirse Branwell, el varón, pero no unas jovencitas que debían dar ejemplo tan sólo de piedad y virtudes domésticas.

Branwell tenía talento e inteligencia. Todo el mundo sabía que estaba destinado a hacer una gran carrera. Dirigido por su propio padre, era un buen estudiante y poseía grandes dotes para la música y la pintura. Seguramente terminaría por marcharse a Londres y convertirse en alguien importante, un pintor famoso, un escritor reconocido, un político de peso.

Pero el destino de las chicas era otra cosa. Las hijas de un pastor tan sólo podían hacer dos cosas en la vida: casarse o, de no lograrlo, dedicarse a la enseñanza de niñas. Una mujer de su clase no podía permitirse ningún trabajo de tipo manual o que la obligase a estar en contacto con el público, exponiendo su honra. En cuanto a las profesiones de prestigio, las que implicaban conocimientos profundos y gran inteligencia y que conllevaban buenas ganancias y renombre, ese era territorio exclusivo de los hombres, absolutamente vedado al género femenino: una mujer no podía ser médica, ni abogada, ni juez, ni política, ni catedrática, ni ingeniera, ni nada que se le pareciese. Ni siquiera podía acceder a la universidad, aunque sólo fuera por placer.

Una joven de una familia decente sólo debía prepararse para cumplir con el gran cometido de la vida, ser buena esposa y madre. Pero casarse no era un asunto tan fácil: hacía falta poseer una dote aceptable, o belleza, o al menos un carácter sumiso. Las hermanas Brontë no cumplían ninguno de esos requisitos. Su padre no tenía ni un centavo, salvo su exiguo sueldo de párroco de la Iglesia anglicana. La belleza se había olvidado de detenerse sobre la casa rectoral de Haworth y dejar caer allí un poco de su preciado polvo dorado. Y el carácter de las muchachas, con su tendencia a querer saber de todo y a mantener sus opiniones en voz alta, no parecía hacer de ellas las mejores compañeras para un hombre de bien.

A medida que crecían, estaba cada vez más claro que iban a tener que dedicarse a la enseñanza. Al menos, Charlotte y Anne. Emily era demasiado huraña, demasiado sensible, y enfermaba gravemente siempre que se alejaba de casa y debía relacionarse con extraños. Se decidió que se quedase en Haworth, ocupándose junto a una sirvienta de las tareas domésticas y cuidando del padre. Ella convirtió ese espacio en un refugio en el que podía desarrollar al margen de cualquier mirada ajena lo mejor de sí misma: sus interpretaciones al piano, su extraordinaria poesía y, también, el aprendizaje del francés y el alemán, que estudiaba en la cocina, mientras pelaba patatas y horneaba el pan.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Juan Antonio Urbano publica “Las palabras rompen los silencios”, Diario la Verdad

Felicitamos a Juan Antonio Urbano por su publicación “Las palabras rompen los silencios”, el domingo, 6 de septiembre. "La Voz de Espejo"



LAS PALABRAS ROMPEN LOS SILENCIOS
Las flechas de los abecedarios cruzan los cielos. Van abriendo caminos a las palabras que rompen los silencios. Esos silencios dormidos por las poderosas estructuras del dominio con las que los fuertes acallaron los ánimos inertes de los “hijos del hambre”, estructuras que surcaron los tiempos de la historia atándoles con férreos vínculos a sus señores a quienes pertenecían.
Las condiciones de dominio siempre fueros atroces. Los bosques arrodillados rendían pleitesía entregando sumisos  a condes… y barones toda la vida natural que ellos poseían. Y todo eso bajo una oscura atmósfera que chirriaba por no poder repartir aire fresco a la ingente multitud que tenía la entrada prohibida.
Los “hijos de la tierra”, entre las cosechas doradas, de sudor desmedido y exceso de dolor y sacrificio, morían. Y durante el período que la existencia regalaba a sus vidas, moraban encadenados al destino que unas mentes sutiles habían forjado en su propio beneficio, indicando con quién estaba Dios y, con quién, el alma esclava y desheredada de la tierra.
Pero las flechas de los abecedarios cruzan los cielos y van abriendo caminos a las palabras que rompen los silencios de las épocas. Aunque siempre surgen los “señores” que buscan esas flechas para romperlas por miedo a que las ideas que transportan diluyan su grande y poderoso estatus que se otorgaron a través de  la historia ellos mismos, “hijos de la avaricia ciega”.
Los señores feudales de nuestra época tienen nombre, “santo y seña”. Son los dandis del feroz capital que asfixia en los bosques de la miseria bajo una oscura atmósfera que chirría por no poder repartir aire fresco a toda la tierra, a todos los estratos de la sociedad permitiendo que la dignidad de los “hijos de la tierra”, entre las doradas ciudades, atrapados por la maraña u olvidados en las aceras, muera. Pero también son los dueños de las obsoletas dictaduras que siguen ahogando con cadenas y embaucando a los “hijos de la tierra” con falsos sueños de horizontes de plata y yugo, de serpentina y acero, que introdujeron en una urna de cristal ahumado la historia y el tiempo.
Hoy se está oyendo la voz del papa Francisco con visión moderna, por encima de los poderes fácticos y de las voces más antiguas de la iglesia. Coge su arco de cristal y hace tañer su cuerda para que el viento esparza sus flechas, palabras que rompen los silencios para escribir en las jóvenes páginas del siglo XXI el respeto y la predilección que los silencios siempre tuvieron guardados parar los desheredados y para la protección de la naturaleza.
El papa Francisco habla con soltura y decisión de lo que representan las dictaduras: “Las ideologías terminan mal, no tienen en cuenta al pueblo. Fíjense lo que ocurrió con las ideologías del siglo pasado, terminaron siempre en dictaduras”. “Las dictaduras no sirven. No asumen al pueblo”. Esto recuerda a la historia de hace más de doscientos años cuando el Despotismo Ilustrado estaba en su apogeo: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Y también opina de lo que significa el capitalismo desbocado: ”El modelo económico necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad”. Y añade: “En la economía, en la empresa, en la política lo primero es la persona y el hábitat en donde vive”. Además, aborda el tema del consumismo desmedido y advierte contra este peligro en el que es tan fácil caer”. Y del cambio climático. Sobre esto último el papa comenta que hay que tomar medidas para frenarlo, si no se reducirá el agua potable, dañará la agricultura, conducirá a la extinción de algunas plantas y animales. También habla del peligro del aumento en los niveles de los mares que podrían inundar muchas ciudades.
 Todos estos factores erosionan al ser humano, sus libertades, sus principios éticos y deterioran su casa, la naturaleza, casa de todos y no dominio de unos pocos en su provecho.
Francisco está asumiendo su responsabilidad como líder mundial y da un paso al frente, y desde su posición, toma cátedra de opinión e intenta poner en orden el “sin rumbo” que veía en la iglesia y en el mundo.
Las palabras rompen los silencios que anidan en el corazón y abren puertas. En forma de flechas cruzan los cielos de esperanza para el hombre, con su libertad y sus derechos; y para su casa, con su plenitud de vida, colorido y belleza.
                                                                                 Juan Antonio Urbano Cardona

domingo, 6 de septiembre de 2015

"El cazador del arco iris". Libro impreso. Venta en Amazon. Ramón Fernández Palmeral

                                          (Portada del libro. Un arco iris sobre Cerro Lucero)

Autor Ramón Fernández Palmeral



Versión digital por 3.75 € comprar AQUÍ
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5.5" x 8.5" (13.97 x 21.59 cm)
Black & White on Cream paper
410 pages/ páginas
ISBN-13: 978-1517221911 (CreateSpace-Assigned)
ISBN-10: 1517221919
BISAC: Fiction / Biographical





SINOPSIS: “El cazador del arco iris”


     Un guardia civil despierta de la muerte y recuerda a través de varios narradores su vida. Había nacido en 1920 y falleció en 2004, a los 84 años.  Utilizando el recurso de la leyenda del arco iris, por cuyas bases de luz se podía ir o regresar de los cielos, y a su vez del otro mundo. El guardia civil José Ramón Fernández ha regresado y despertado del más allá, y con ayuda de 4 ó 5 narradores, el  destinatario de la narración (el narratario) es su hijo Ramoberto que recibe el mensaje de esta obra narrativa, más que biografía o novela de ficción, y es quien escribe lo que le cuentan los diversos narradores.
      Se inicia la narración cuando el guardia civil despierta en su aldea de nacimiento en Acebumeya (Málaga) en 2015, aldea de ficción que al modo de Yoknapatawapha de Faulkner o la Región de Juan Benet, se utiliza como lugar mítico narrativo, para evitar implicar a los vecinos reales de su verdadera aldea.
    Con apoyos del realismo mágico, la prosa-poética del narrador, investigaciones narrativas novedosas, más las leyendas del lugar, las supersticiones y el mundo de los espíritus que habitan allí se consigue un interés y un suspense, que hace que el lector se interese constantemente por lo que va a suceder en los 90 apartados en que se divide la obra narrativa de 414 páginas.
      Con el trasfondo de los miembros de la familia de los Simontes, se consigue una distraída saga por donde aparecen extraños personajes con anécdotas sorprendentes, propias de gentes ingenuas y en, cierto modo, ignorantes. Unos tiempos sin luz, eléctrica, teléfonos y otras comodidades que chocan brutalmente con la mentalidad del lector actual. Los Fernández es que es mezcla de reprobadores castellanos y moriscos andaluces.
      El tiempo de la obra narrativa transcurre en una semana en un cortijo aislado del Mayarín (Axarquía malacitana) en junio de 1995, y los tiempos históricos se remontan al siglo XVI, con la batalla del Peñón de Frigiliana de 1569, pasando por la Guerra del Norte de África con el héroe de Nador y su desaparición en 1923, la II República, la guerra civil donde el narrador estuvo como soldado con los nacionales, porque era de la Quinta del Biberón, la represión franquista, los maquis de Ciudad Real y Sierra de Almijara en Frigiliana, la dictadura de Franco, la Transición, la democracia, la terrorismo de etarra, el 23 F y otros asuntos de relevancia histórica.
     El final se cierra con una revelación sorprendente y la marcha del espíritu, fantasma o como se le quiera llamar del guardia civil, que regresa otra vez al más allá por donde se había colado, por un sector del arco del tiempo y del espacio.


                           COMENTARIO EN LA CONTRAPORTADA

“El cazador del arco iris” es una obra narrativa con elementos poéticos y cierto realismo mágico, es la saga de familia de “Los Simontes”, unos vecinos de Acebumeya (Málaga), la aldea donde suceden cosas extrañas, rodeadas de un mundo mágico y supersticiones, alcanza cotas de un lirismo inusual en estos tiempos de literatura de consumo. Combina curiosas anécdotas con reflexiones filosóficas y análisis subjetivos de un tiempo pasado, donde no existían medios de comunicación como los teléfonos móviles, ni electricidad, ni otras comodidades actuales.
El narrador es un vecino que ha vuelto a la vida de los sentidos y al recuerdo de su biografía desde su nacimiento hasta su vejez, poeta de la palabra, pero también es un historiador ocasional que nos aproxima a los moriscos que vivieron en Acebumeya y Frigiliana del S. XVI, repasando  la Guerra del Norte de África en el Rif y Melilla, la II República, la dictadura de Franco y la dura posguerra vivida por un Guardia Civil, el maquis, y la democracia de las luces en color al final de terribles años en blanco y negro.
Con un estilo ameno y prosa de fácil lectura, el narrador nos va sorprendiendo continuamente en un mundo propio donde nada es lo que parece, ni parece lo que es. Dilata al máximo su capacidad de percepción de la realidad y de la observación llevando a cabo un análisis de su entorno familiar y mental con una investigación profunda de las posibilidades del lenguaje y los giros narrativos donde aparecen otros narradores, lo que da a la obra una segunda perspectiva.


Ramón Fernández es un gran seguidor de las obras de Gabriel García Marquez, Juan Rulfo, Julio Cortázar, José Luis Borjes, Mario Vargas Llosa y del realimso mágico hispanoamericano. Así como de Juan Benet. Aldecoa, Ana María Matute, Miguel Delibes, Julio Llamazares... De tos estos autores hya referencias. 

  PRÓLOGO para EL CAZADOR DEL ARCO IRIS

No  hace falta rescatar del olvido, ni hacer revivir de los rescoldos y de las cenizas de la selva amazónica a Macondo, la aldea perdida de Gabriel García Márquez.

Mucho más cerca, donde habita el arco iris, se encuentra la aldea de Acebumeya que aparece como por arte de magia y con todo lujo de detalles en el fondo de un profundo valle, al lado de un arroyo, en el cruce de caminos hacia la ruta de la miel, al sur cardinal de Málaga, Reconstruida piedra a piedra con los latidos del corazón y los retazos de la memoria de Ramón Fernández Palmeral.

Generaciones enteras de gentes trabajadoras y honradas, hombres y mujeres que vivieron en este lugar, irán apareciendo ante nuestros ojos, tomando forma individual, con sus rostros curtidos, con sus pasiones y sueños, con sus penas y alegrías, con sus increíbles historias y destinos de la pluma de Ramón Fernández Palmeral.

  Al igual que el coronel Aureliano Buendía recordó frente al pelotón de fusilamiento toda su vida y la historia de sus antepasados, como iluminado por un relámpago vertiginoso de una luz azulada y fantasmagórica que hizo aparecer ante él a su querida aldea de  Macondo,  y su memoria quedó arrasada  por una desbandada de metáforas turbulentas, que arrastraron su alma hasta llevarlo a un abismo insondable de amores imperecederos, y de emociones incontrolables , que le sumergieron en la noche de los tiempos más aciagos y remotos .

Un siglo después el militar guardia civl José Ramón Fernández aparece como por hechizo, como la proyección de un sueño fantástico, que servirá para hacer revivir a su aldea de Acebumeya, para que de nuevo, ese glorioso tiempo en que sus antepasados  habitaron en ese mágico lugar vuelva a ser recordado por todos.

Fue en esa época en que la aldea tuvo más de doscientos vecinos, una escuela, una alberca, un manantial  que llamaban de la Sirena y muchos bancales, cuando vivió allí la familia de los Simontes, toda una honorable saga de gente buena, una generación en que los padres inculcaban a los hijos, el respeto y la obediencia a los mayores, la humildad, el temor de Dios y el amor a la Naturaleza.

Un tiempo en que los hombres tenían honor y palabra, en los que tenía más validez un apretón de manos para cerrar un trato, que la firma de un notario y en el que la honra y la fama de las personas era más importante que la todas las riquezas juntas.

En esta fascinante historia creada por Ramón Fernández, aparecen personajes inolvidables que no nos dejarán indiferentes, anécdotas entrañables, reflexiones sobre la vida. En definitiva un magistral retrato de una saga familiar, reconstruido con toda la fuerza vital de una prosa pujante y de una desbordante creatividad, que hacen del autor uno de los más interesantes y amenos narradores de la actualidad.

Pilar Galán García
Escritora y poeta
Enviado desde mi iPad
16 de septiembre 2015

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