XXXII
No pediré perdón por ser yo misma,
por dejarme morir a media tarde
al cruzar el semáforo del miedo,
por aprender idiomas en tus manos
y recitar poemas a escondidas,
cuando nadie nos ve.
No pediré perdón por abrazarte
-en los lugares públicos
de silencios privados-
con el pretexto estúpido de ser
dos versos conocidos
que hace tiempo que no se tropezaban
en las olas que lloran las metáforas.
No pediré perdón por extrañarte
como extrañan los árboles la lluvia
o los ríos los peces
y las piedras
ruedan ladera abajo con la nieve
en mil bolas de luz.
No pediré perdón por ser feliz
entre letras dormidas,
cada vez que te miro y en tus ojos
encuentro reflejado mi universo.
(Del libro “Los íntimos secretos de la voz”, Premio Nicolás del Hierro 2010. Ciudad Real, 2010)
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