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miércoles, 31 de julio de 2013

EXILIO: CÁRCEL SIN REJAS




                    A Francisco Giner de los Ríos Morales, en  el 90º  aniversario de su nacimiento. (Madrid,1917).

  
Mar nerjeño no llores por Paco,
mar no más llanto inútil, el exiliado
             se muere cada día, 
                       y cada día brota con bríos.


¿Recuerdas el olor a jazmín del huerto del Rubico?
Cuando el surco se endereza al parir colores,
entre cañaveras, chirimoyos, aguacates y plataneras.
Cuando aquella parte del alma que no se rompe,
                        arranca a llorar de melancolías,
es hora de volver al sueño libre.

Cuando los cielos -se apagan de besos- todo beso
se convierte en flor de esperanza y resiste,
resiste hasta volver para morir mirando.

Giner de los Ríos se fue con el sonido de caracolas
en el recuerdo
a cumplir su destino,  se marchó sin pausa
tras romper  la lanza herrumbrosa de su juventud y
habitó en palacios aztecas y andinos, y…
en jardines dulces de –ramas vivas- sin otoños,
alimentado por versos de Oxaca.

El mar anida en las altas copas de los árboles
del exilio, donde los tigres desterrados se lamen,
secas y viejas heridas, entre laberintos de garras,
afilando de uñas y colmillos en la  -quieta arena de su orilla.

Litoral, orilla, Nerja, mar con marejada de olvidos,
¡Oh Giner de los Océanos!, has vuelto con tu ojos
nuevos y tu poesía eterna e inmortal.


Ramón Fernández Palmeral

27 de agosto 2007
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