MADRE
Pupila en que me miro.
Regazo en el que duermo.
Mis manos en tus manos
dejando todo el peso
de la vida que pesa.
Mis brazos, son medalla
colgados de tu cuello.
Los años, en arrugas
que cada día cuento
por tu rostro surcado
de solinas y vientos.
Vida fui de tu vientre
generoso y abierto,
¡cuántas cosas me has dado!
muchas más que merezco.
Pero sé que eres grande
cuando abres tu pecho
y me quitas las penas
solamente con besos.
Madrecica de alma,
¡cuánto ... cuánto te quiero!
Teresa Rubira
Alicante, 13 de junio 2013