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jueves, 13 de junio de 2013
Antonio Machado recitando a Rubén Darío. En la ficción de una película.
Secuencia de la película Lorca, muerte de un poeta, de 1986, dirigida por Juan Antonio Bardem, en la que se representa a Antonio Machado recitando a Rubén Darío (al que conoió en París en 1902) en su encuentro de 1916 con Federico García Lorca en Baeza.
Federico García Lorca visitó Baeza en dos ocasiones, en 1916 y 1917, ambas en el mes de junio, como miembro del grupo de estudiantes de la Universidad de Granada en pioneros viajes de estudios dirigidos por el profesor de Teoría de la Literatura y de las Artes Martín Domínguez Berrueta. El 8 de junio de 1916, fecha exacta del primer viaje, fue cuando tuvo la oportunidad de conocer al ya reconocido poeta Antonio Machado, por aquel entonces y desde 1912 catedrático de Lengua Francesa en el Instituto de Baeza.
Este encuentro del joven García Lorca con Antonio Machado y con Baeza, contado de primera mano por Rafael Laínez Alcalá, alumno de Machado en el instituto baezano, estuvo en el origen de algunos de sus poemas y escritos sobre el autor de Campos de Castilla y sobre tan antigua ciudad de la Alta Andalucía. Pues bien, Laínez Alcalá dejó escrito en su artículo “Recuerdo de Antonio Machado en Baeza” (Strenae, 1962; en Antonio Chicharro, Antonio Machado y Baeza a través de la crítica, Baeza, Universidad Internacional de Andalucía, 2009, 3ª edición corregida y aumentada)a este respecto lo siguiente:
También recuerdo ahora que por aquellos años, acaso en la primavera de 1916, un día, al filo de las doce, vi un grupo de forasteros acompañados por el arcipreste de la catedral baezana, don Tomás Muñiz de Pablos, que contemplaban la fachada del Seminario, antiguo Palacio de Jabalquinto (…), cercano al Instituto; me incorporé al grupo de turistas lleno de curiosidad y escuché a un grave señor una interesante lección de historia del arte baezano. Supe después que el grupo lo formaban los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada (…) Entre los muchachos (…) iba Federico García Lorca, al que pocos años más tarde conocería yo en Madrid. Aquel día ellos marcharon hacia la catedral, y yo, venciendo mi curiosidad, me volvía al instituto, porque no quería perderme la clase de don Antonio. Al día siguiente mi compañera, Paquita de Urquía, me dio noticia de los viajeros, que los acompañó toda la tarde, y que en el Casino Antiguo, o de los señores, don Antonio había recitado fragmentos de “La tierra de Alvargonzález” y Federico había tocado el piano con mucha gracia.