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viernes, 10 de mayo de 2013

A mi amiga PALMIRA




Me dijiste un día que tu padre
 te puso el nombre de Palmira en recuerdo
 de la antigua ciudad nabatea situada
en el desierto de Siria, nombrada en la Biblia como Tadmir.

Tu bonito y sonoro nombre se repetía
en cada uno de los reciales
que organizaba el Grupo Numen,
 pues la poesía era una de tus muchas
 otras actividades de ocio.

Eras muy buena madre, abuela y amiga de tus amigos.
 Tejas muy buen recuerdo.
Una tarde de primavera
 vino la muerte silenciosa,
y en tu cuerpo anidó.

Se llevó tu cuerpo, pero no tu alma
ni tú recuerdo, porque estos son eternos.
Y como dijera nuestro común
 amigo el filósofo José Antonio Suárez
aunque anide en nuestro cuerpo temporal
 la avariciosa muerte, el Ser es porque es nuestro
 camino, nuestro camino de estrellas en el Infinito,
un viaje hacia Dios.

Te recordaremos siempre, recitando
 con tu voz peculiar en nuestro oído
 como una campana nueva,
 con siembre peculiar, tú siempre
 voluntariosa y jovial.

Ha venido el manotazo duro imprevisto
 y sin esperarlo, ha sido un partir entero,
 sin tiempos de despedidas,
 como si la avara muerta
 que quisiera compartir nada.

Me quedo llorando al borde de tus poemas,
de tus versos y canciones, y el calor
de los besos de saludo que siempre
 me dabas porque entre nosotros hubo un amor fraterno.

Adiós PALMIRA, adiós con resignación
 pero con esperanzas del reencuentro. 

Ramón Palmeral. Alicante, 9 de mayo de 2013