DEL proyecto PALACIO DE CONGRESOS de Alicante
Escrito en el año 2000
...y otros tropelías, así debería
terminar el filo ardiente de este título. Los castillos defensivos, desde antiguo siempre fueron atacados y
asediados y destruidos. Y ahora, es lo
que se quiere hacer: destruirlo, y lo será
con un Palacio de Congresos en el monte Benacantil. Ante los deseos
inequívocos de nuestro babilónico alcalde Alperi, dado a las emgatrópolis, tan
sólo nos queda una única opción: cambiar el Benacantil de lugar, esa es la
única solución que nos queda, preservarlo en una urna, porque si en las
próximas elecciones municipales sal de nuevo reelegido el señor de los anillos,
el Palacio, ese quimera dormida, se levantará en la próxima legislatura como un
cementerio de cemento. O la opción más drástica, cambiar la ciudad de lugar,
llevarla más allá de su actual emplazamiento.
Un castillo es un deseo de defensa, la
huella de nuestra historia y el esfuerzo material de nuestros antepasados. El Castillo de Santa Bárbara (Akra Leuka
griega) es el símbolo testigo de la ciudad de Alicante y su historia al que
quieren enterrar con un esqueleto de hierros, cementos y vidrios: un Palacio de
Congresos será el gran esqueleto de un dinosaurio que al pasar de los años se
comerá todo los terrenos adyacente, minará el subsuelo y los pinos se comerán
sus propias raíces y los lagartos criarán escamas de odio por las laderas
vomitivas y sangrientas.
Cuando se alce el palacio al pie del
monte Benacantil se reirán de nosotros, desde su tumba Jaime II y el rajá azul
de la India, los monos sagrados del
Himalaya, los armiños alcohólicos de vodka, y al pensador de Rodín como bronce
de hombre cansado, a todos le entrará la risa.
Que será de la fortaleza ibérica,
fenicia, romana, árabe y cristina, aragonesas, cárcel franquista, se le dejará
que saque el pescuezo de rocas por fuera de la cúpula gigante, bóveda acristalada y ergonómica (una tapadera de circo y burlas) y los pinos
azules quedará protegidos de los vientos del levante, del clavel y de la rosa
de los vientos del sur, del capricho de los huracanes del Mediterráneo.
¿Es que no hay justicia? Es que nadie
puede contra la decisión del poder municipal abyectos a la lanza de herir
corazones?
Hoy en 2013 es el ADDA (Auditorio de la Diputación de Alicante, quien hace las veces de Palacio de Cogresos).