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domingo, 24 de febrero de 2013

Cuatro poemas de Fernando Mañogil



EL OFICIO DE POETA

He dejado en otras partes
los motivos de estos versos,
he olvidado en otros lares
precipicios de recuerdos.

Siento influencias disímiles
de robustos literatos
y me quedo con la música
que despiertan los vocablos.

Rectifico algunas páginas,
retransmito lo que veo
disfrazando con astucia
algo que es inerte y feo.

Ensalzamos algo fútil,
algo que es perecedero
transformándolo en historia
y llevándolo hacia el cielo.

Barruntamos sobre épocas,
nos distanciamos de los muertos
y con nuevas escrituras
nos seducen los silencios.

Somos uno y todos los porqués
que se fraguan bajo el flexo,
no sabemos lo que hacer
ante la imagen del espejo.



Este oficio es duro y noble,
es difícil de encontrar,
pero cuando lo descubres
sólo cabe ya volar.

 



JUEGO DE PALABRAS

I

Golpean las palabras en la mente,
piden paso con gran algarabía,
las vomito a empellones de tristeza
mientras sucumbe la filantropía.

Las palabras se reordenan indisciplinadamente,
piden un hueco en el papel ensimismado,
piden protagonismo encarecidamente
mientras erupcionan volcanes de vocablos.

Me pierdo en diccionarios,
en gramáticas y pasivas reflejas,
es constante la avaricia
que demuestran estas letras:

unas quieren ir rimadas,
otras sueltas en romances,
originan mis demonios
cuando piden ir delante.

Soy su preso y carcelero,
es un juego de amor-odio,
especulo con sus cuerpos
y si se dejan las adopto.

Las moldeo a mi manera,
las ordeno en mis renglones,
pero alguna travesura
se les escapa por los faldones.

Me suplican cada día
que no escatime en tinta
porque si no su existencia
se diluye en letanías.

Yo soy bueno y decoroso
con quienes me hacen tanto bien
y por eso cuando escribo
finjo estar en un harén.


                        II

Sólo asusto cuando salgo con corbata
a lanzar versos tristes por el ruedo
y me sirvo de capote y de espada
para lidiar a este toro que es la vida.

Temo aquello que no se soluciona,
que perdura en la mente y se hace eterno
y que quema sin remedio la alegría
dejando las cenizas de un recuerdo.

Necesito responder a las preguntas,
preguntarme las respuestas que me ofrecen,
ando solo meditando lo que pienso
y no noto un alivio en la escritura.

Me atormenta la lista de la compra,
las noticias que recibo de las décadas.
No me queda más remedio que temblar
ante tanto regocijo en las quimeras.


Desde ahora ya no salgo sin chistera,
prefiero ser un mago de la rima
y enmascarar los pesares de la vida
con los juegos que me brindan las palabras. 


 

ETERNO ASPIRANTE

Una voz que ya no vuelve
es un eco solitario,
deja lejos de la vida
un rosal de abecedarios.

Una voz que se corrompe
es un pan enmohecido,
distorsiona los silencios
en jardines sin sentido.

Unos versos que no llegan
son viajeros sin destino,
son luciérnagas sin brillo
en los túneles del ruido.

Yo le imploro a la almohada
un descanso acelerado
que reactive mi mente
para asir el bolígrafo.

Yo le pido a la vida
que me otorgue silabarios,
que origine melodías
recogidas en tus labios.

Una mano que escribe
es un dios que está creando,
que separa cielo y tierra
y las junta en un recuadro.
 
Un poeta es el primero
que descubre el sentimiento
que guardan las letras sueltas
antes de fundirlas en versos.

Yo aspiro a ser herrero,
a trabajar en el carbón
pero al final llevo a casa
las migajas de mi producción.




CURRICULUM COMENTADO

Fernando Mañogil Martínez, nace en Almoradí (Alicante), en el seno de una familia humilde, el 26 de agosto de 1982, realizó estudios de Enseñanza General Básica en el C.P. Manuel de Torres de Almoradí, destacando ya en algunos concursos de poesía. En 1996 obtiene el Graduado Escolar y poco después comienza a escribir sus primeros poemas.
            Realizó el bachillerato en el Instituto Antonio Sequeros de la misma localidad, donde conoce a los clásicos: Gustavo Adolfo Bécquer, Garcilaso de la Vega, Federico García Lorca, Miguel Hernández o Antonio Machado entre otros.
            Tras aprobar selectividad en el año 2000 se matricula en la Universidad de Alicante para realizar la Licenciatura en Filología Hispánica, que consigue en 2005. Durante esta etapa descubre la poesía de todos los autores del 27, de Rubén Darío, y especialmente la de César Vallejo y otros autores hispanoamericanos como Gonzalo Rojas o Juan Gelman.
            Continúa escribiendo multitud de poemas sobre diversos momentos de su vida.   Además comienza a mostrar su compromiso con algunos problemas de la sociedad, como podemos ver en muchos de sus poemas.
            Posteriormente trabajó como docente en el sector privado, hasta que oposita y pasa al sector público como profesor de Lengua Castellana y Literatura en el Instituto de Alpuente (Valencia) en calidad de interino, en el año 2009, últimamente ha recopilado todos sus poemas escritos desde 1997 hasta 2010 en un libro titulado Del yo al nosotros (Ed. Círculo rojo).  
            Tras su paso por varios institutos de la provincia de Alicante acaba en noviembre de 2012 su Trabajo de Investigación que muestra las relaciones existentes entre el poeta peruano César Vallejo y los poetas contemporáneos Gonzalo Rojas y Juan Gelman, trabajo supervisado por la doctora Carmen Alemany Bay.