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martes, 26 de junio de 2012
Poesías de J. Marc. Sancho
(Elche)
Poesía de José Sancho (seudónimo J. Marc. Sancho)
DEL PUENTE DE HIERRO
AL DE BARRACHINA,
TODA UNA VIDA
“LA ALCOBA”
En la quietud de mi alcoba
blanca, sombría y sola
una lamparilla, la visión me roba
con una gigante sombra, que nada controla.
Entre un armario y una silla
una ventana al trasluz me examina,
me miran, una coqueta y una mesilla
con las que mi vida, unas horas camina.
Ante esa luz con embrujo de luna
la que a los dos descalza y desnuda,
y al apagar, sombra y vida, son una
la que el lecho, a descansar me ayuda.
Desde que el día me desata,
en su abrigo, con el sueño me atrapa,
hasta que la madrugada me rescata
de esa fugaz visión que siempre escapa.
Antes y cuando me adentro en el sueño
siento, veo, gozo, padezco, río y lloro,
sensaciones y sentimientos que no enseño
y al despertar vuelvo, al débil resplandor que adoro.
Otro paso, otro día, que si la vida
no rompe la rutina,
ni me da su despedida
volveré a soñar, y llenar de ella mi retina.
“TIENE LA TIERRA”
Tiene la Tierra, sobre su preciosa faz
una ciudad, con el mas bello palmeral,
de luz esmeralda llena su cielo de paz
y es tan hermoso como una aurora boreal.
Surgen de su edén: crepúsculos encarnados,
sueños de victorias con esencias del ayer,
nubes galopando sobre vientos encelados
y parques sombreados, con el placer de leer.
Palacios y mezquitas hispano-musulmanas,
yacimientos de bella arqueología, íbera y romana,
calles que fueron murallas de discrepancias hermanas
en esta Villa: donde surgió, nuestra Dama Ilicitana.
Elche, tú que estás postrada bajo una luz sideral
la de un astro que jamás oscurecerá,
llevas el arraigo en tu mano liberal
y eres pálpito de un corazón, que jamás se parará.
“OH PALMERA”
¡Oh palmera, de mi existencia!
Tú que llenaste mi portal
cuando me alumbró mi madre en tu presencia.
Para que pudiera volver después de esta vida mortal
me impregnaste con el polen de tu esencia,
y la savia que fluye por mis arterias, me volverá frutal.
Muéstrame la belleza, que desde las alturas avista tu vivencia,
háblame de la suavidad y robustez del viento,
de las nubes, la lluvia, los pájaros, de la ausencia.
¡Dime! ¿Por qué mis ojos, ¡aunque lo intento!,
no saben entender, que quiere decirme el aire
cuando su roce siento?
Cuéntame de quien te hable o te mire
en el campo, en la ciudad, en la ribera del mar,
del poeta que en su soledad te admire.
Mándame un ave secular, para avisar y llamar
a quienes tengo que abrazar, en esta vida carnal
antes de acabar, y labrar donde mi semilla tenga que asomar.
A D. Mariano Galant Torregrosa
Al cruzar el umbral de aquellos caminos
revives sombras que a la luz fueron mortal,
al ver a Caín, con envidias en el portal
y lo que al mundo dan, los dioses divinos.
De grave semblante y notoria cultura
ves, la falacia que resurge segura,
al perverso salvaje con amargura
y con fuegos reprende su vil postura.
Conoces derrotas y grandes victorias
tú, que absorbes la miel que le llegó a Platón
y sabes de amores del gran Napoleón,
dinos. ¿Cómo alumbrar sombras con historias?
O como hacer caer muros con trompetas
que por avaricia el ruin hombre fabricó,
como la historia narra lo de Jericó.
¡Aunque..las cuentas hoy son, tetas bien repletas!
La mar es parte de tu vida y bandera
velero que ráfagas de viento lleva
Habaneras y el muelle, el brío renueva
Torrevieja velera, bella y solera.
Querido profesor. ¿Contemplas la peña?
Brava, pequeña y soleada es tu goleta
vuela y avista el navegar su veleta,
su patrón es alcatraz que canta y sueña.
Astuto capitán de mil y un marinero
que desde la mar avistas tierras y pinos,
distingues de almuerzos y viejos vinos
y tiene tu cuerpo alma de bucanero.
Aventurero y pirata en puerto y suelo
de bellos recuerdos y noches sin sueño,
con tu esposa que de su amor eres dueño
y tu amigo y su amada, que navega en el cielo.
Un día vi, a través de las lentes tus ojos
tu corazón de hombre de mar vi llorar,
al ver una gaviota sin poder volar
y morir sofocada y envuelta en cerrojos.
La vida lleva en vuelo nuestro destino
una emoción embarga la honesta alma,
nuestro corazón anda con amor y calma
no sabemos cuan largo será el camino.
En Las Eras de la Sal, me aguarda un profesor
para enseñarme la historia que pasó,
en aquel mal sueño que el ruin se propasó.
Selección de poemas