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sábado, 18 de febrero de 2012

Soneto de Jacinto López Gorgés

Como tina sombra negra

COMO una sombra negra, inevitable,
siento tu mano sobre mi cabeza.
Con sólo un manotazo, tu firmeza
puede quebrar mi vida perdurable.

Ya sé que Tú lo puedes todo. Hable
o enmudezca mi voz. Con tu destreza
de omnipotente Dios no hay ya fiereza
que oponer a la tuya, inabarcable.

Pero aparta tu mano, Dios, retira
tu amenaza de juez y de verdugo.
Déjame caminar solo, sin miedo.

Que en el temor de Dios y de su ira
vive el hombre y de ahí nace su credo:
credo del hombre sometido a un yugo.

Revista alicantina "Verbo", 30, abril 1956, p. 28