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lunes, 11 de abril de 2011

FUGITIVAS SOMBRAS



Un radiador encadenado al muro.
Un ventanal germinando en dos exactas mitades.
El horizonte erizado de antenas y tejados ocres.
Una alfombra parda salpicada de crepúsculo,
reflejo de alondras y oscuridades.

Un gran espejo austral habitado de éxtasis.
Un fuego rojo inflama y lame la entraña del rincón.
Desnuda la efigie venusina cubre su piel invierno
con mantón de seda negro y pesado.

Trémula imagen uncida al Oriente.

Un cauce muscular en convulsión
hacia donde la mano emborrona
fugitivas sombras de la tarde.

Se apoya contra la pared blanca y sofoca
esa inquietante penumbra que es él mismo.

Y caen, y descienden, gozoso anhelo
sobre el tapiz pardo rasguñando el crepúsculo
aquellos cuerpos amantes
reflejados en el espejo del Sur.

Mercedes Rodríguez Gracía-Olías