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jueves, 3 de marzo de 2011
HOY no te hablaré de amor
Estos versos que hoy te escribo
sumido en un gran dolor
ya no te hablarán de amor,
que tengo un pie en el estribo,
y aunque el dedo acusador
me señale siempre altivo
con su tono despectivo,
no demostraré su error,
que me marcho fugitivo
para no hablarte de amor.
Persuadirte es lo que quiero
de que estás equivocada
¡ay! si vieras mi mirada…
¡Brilla más que mil luceros!
Y aunque de ganas me muero,
hoy, no te hablaré de amor,
ni versearé lisonjero,
porque es tanto el dolor
que destila mi venero
que no te hablaré de amor.
Y en la agonía de mi mente
la “a” del abecedario
dice amor constantemente,
la “b” dice beso ardiente,
la “c” sueña consecuente
con tu cariño a diario…
Podría seguir trovador
hasta acabar con la zeta,
mas hoy mi pluma, coqueta,
se niega a escribir de amor.
Y aunque me sangre el puñal
que en el pecho me has clavado,
y la herida sea mortal,
nunca diré –soy cabal–
que me muero enamorado,
o que a fuego abrasador
el corazón desangrado
tu nombre lleva grabado.
Pierde mi amor tu cuidado
que no te hablaré de amor.
Y así, parto a la aventura
a la que me envías de nuevo,
por eso ya no me atrevo,
ni siquiera con mesura,
a hablarte con galanura
ni a mostrarme seductor.
Y aunque deje soñador
un beso que mi locura
prendió cosido a una flor,
no pienses que, caradura,
con un pie en otra llanura,
yo quise hablarte de amor.
Que aunque haya sido un tunante
y puede que algo inconstante,
conquistador, calavera…
te amé tanto a mi manera,
que contigo fui un señor.
Parto, pues, que ya me espera
el horizonte anhelante,
siempre fui buen caminante
y nunca hallé una frontera
que me enfrentara arrogante.
Y como soy previsor
y no quiero ser cargante
me despido a mi manera:
Sin decir adiós siquiera,
que es el despido mejor,
porque jamás yo quisiera
que una lágrima insultante
en mi rostro apareciera
y distraído un instante
pudiera hablarte de amor.
© Antonio Urdiales Camacho ~ 30 Oct 2003