Me asomo a tus ojos, amor,
repaso las sumas y las restas
mientras se consume en mi boca
el rocío de la mañana.
A veces, por un instante
abarco tu imparable ir y venir.
Brillo desatado, intenso,
envuelto a la media luz
de una deshora.
Y escribo.
Escribo forjando la invasión
de un amor en nuestra piel
y entonces, te digo “te amo”
dejándome llevar, envuelta entre letras,
las letras de tantos poemas inundando
mis manos de ébano
reconocidas en la luz deseada
que mira hacia donde nosotros queramos
y orienta las sílabas.
Llega el tiempo de rosas
y te hablo, amor, elegante,
con íntima garganta y su voz,
esa voz que me hizo tan feliz
contando las estrellas en sus aciertos
coronados por los senderos andados.
Me pierdo, de nuevo amor,
en tu tiempo enfurecido
a deshora, y escribo.
Nazco serena entre el mar y su orilla,
ola desatada en tu beso,
en mi brisa, tanta vida
y acaricio la geografía de tu cuerpo
anclada en el vértice que florece al atardecer
para que me oigas amor,
lucero galopando en tus manos.
Y te amo, amor, te amo…
Mónica López Bordón