Miguel rompió las puertas carcelarias del pasado derribó las puertas del odio, de la revancha, del amor, de la vida y de la muerte, se nos escapó. Miguel es y será el rayo incesante y eterno, que cual luz del otro mundo vivirá entre nosotros, mortales hernandianos, en octubre de otoños y sombras. Viviremos unas jornadas carcelarias en congreso, en comunión cual ejercicios espirituales, pero esta vez con las puertas abiertas, sin recillas ni puñaladas traperas con nuestras cárceles de par en par.