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martes, 31 de agosto de 2010

LAS VOCES QUE HAY EN MÍ

Alguna de estas noches
me quebrará el sudor
y no transpiraré del mismo género,
me comerá otra sangre.
Mis juntas
como las sombras,
no soportan las luces tan directas.


No me consta patología alguna
bueno, quiero decir
con eso,
que la serosidad
noctívaga
ejercitada al rito
no ha tenido ningún
certero antecedente.


Los síntomas neuróticos:
histeria transitoria.
La hipertensión, estrés.
Cultivar la escritura un cosquilleo
con trazado pueril.


Se me atribuye ahora por mi desliz de sílabas
más actitud onírica
( fascinación extrema
a espaldas de la luz)

Soy como un vaho gris
que no consiente nadie.
Tal vez teman
apegarse a los hechos
fuera de realidades.
Lo cierto es que batallan sus verdades más átonas
deteniendo mis textos.

Hay un dechado
que perfila las letras.
Ahí estamos los dos
con negrita y cursiva
en los renglones puros.
Los márgenes contrarios los omito por regla
pero a veces me vencen como ahora.


No puedo abandonarte.
Se que en los albañales te privarán del agua.
-desatino menor-
Resistencias psiquiátricas
(diagnóstico abreviado)
y esa camisa dura que te cruza el reverso
con los brazos pasivos.


No me desprenderé
de la noche en las manos
con tu rostro mojado como gotas de signos.
Si eso es sudor
quiero alzar para ti
esta piel de mi casta,
la que goza los mapas
lamiendo tus versículos.


Nos amamos lanzando
un golpear sin cólera.
Aquel tamiz de versos nunca nos daba alcance.


Recuerdo casi todo
ahora.
Mientras todos dormían te escribí varias cartas.
Luego vinieron ellos
amenazando el líquido,
cargándome de dudas y temores;
subrayando mis vértebras
con pretinas censoras.


En este soplo
sin manual de fuga me contraigo,
con cierta frigidez que me provoca
hallarme en el secano
donde se que no anidas.

Y yo quiero tu fórmula
Conmigo.


He aprendido de ti
a destilar en tinta .
Te lo digo de frente atenazada.
No se dormirme sola,
necesito primero
que me laves de besos oliéndome y cantando.


En este último acto de silencios y aullidos
solo hay una salida
para no apetecer
no tener que decir.


Hecha y deshecha
por las atrocidades
hay que salir pitando
hacia nuevos rastreos.

Me voy, mas no te quedas.


Con esta desventaja de los dedos cerrados
más allá de la negra longitud,
cerca de los sutiles laberintos
nos arriesgamos
a vivir en los diques
hombro sobre hombro
como en el exilio
de los excéntricos.


Por CARMEN CASTEJÓN
Revitas de Literatura Baquiana. Año 11, nº 65/66