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domingo, 11 de julio de 2010

Ramón Palmeral en la Feria del Libro de Alicante



Quiero empuñar el alma cuando canto


Miguel, siento tus poemas de lucha,
de compromiso, los comparo con los míos
y siento amarga vergüenza
¿cómo digo yo que soy poeta?
¿cómo digo yo que escribo versos?

Quiero como tú empuñar el alma cuando canto,
traspasar las fronteras del más allá,
alcanzar la emoción vital a través de las palabras.



Versos como armas de lucha, como fusiles de palabras,
ser vocero de la injusticia, auriga de las libertades,
fustigador del opresor, reivindicador de los jornaleros
del proletario sometidos al sueldo de la esclavitud.


De ti he aprendido: el poeta no solo es testigo de sí mismo,
sino secretario de su tiempo.
De ti he aprendido: el poeta es viento del pueblo.



España sufre una herida que no se cierra.
Ayudar a España supone ayudarnos a nosotros mismos.
Nos fustigan con ruina los poderosos y
su largo látigo invisible se hace sentir en nuestras espaldas.

Confiábamos en los que prometieron defender
siempre nuestros derechos
ahora, ya, en estos tiempos delincuentes
han vendido al único hijo que tenían: la razón.


Tu Viento del pueblo releo con los dientes
esa cántico salomónico de la verdad
a la espalda de los milicianos
en mochilas llenas de disparos
llenos de balas sin esperanzas,
fuego cruzado entre hermanos
almas heridas en la misma sangre.


Ahora, cuando la crisis canta sobre los más débiles,
los tiburones con sus guadañas de aletas torpedean
la esperanza, la fe en el trabajo,
pero aquí tenéis mi sangre de pensionista,
para que os enceléis en la herida.

Se pedieron mis sueños, ¡he perdido mis sueños!
¿adónde están mis sueños?
¿Quién me ha robado mi sueños?
¿Quién trae la sombra sobre mis hijos?

Ramón Palmeral