Sorpréndeme las manos con titánicas embestidas
vísteme los labios desbordados de pasión furtiva
muéstrame, en los bordes de tu piel, el cuerpo ligero y
el rostro cálido,
tiernamente, con tu distraída voz, inagotable y vividora.
Quietamente dime la verdad con dos palabras
sencillas, hermosas, vencidas en la melodía prometida,
tejida en las impenetrables manos del poeta.
Y no me preguntes nada.
Sé que dormí el deseo en el soliloquio del alfarero,
aquel que me dijo: “Vendrá la primavera, contigo
vendrá la primavera
y rozará el verso en la noche azulada, la gloria
embellecida y todas sus flores,
lirios, violetas, guirnaldas y rosas deshojadas por un
mirlo inquieto”.
Irremediablemente tienes que decirme
del inmenso abrazo agarrando nuestro pecho,
detenido en todas la bocas abiertas al mundo.
Despiértame de esas fantasías del oráculo,
del presentimiento y de las tentaciones contra
el abismo sin sentido.
Mírame, mañana, desprovista de mi nombre,
seré en tus manos seguro azar, y un amor.
Te observo desde el umbral, arden tus labios y los ojos
de mujer.
Ven a buscarme…
Mónica López Bordón