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lunes, 7 de junio de 2010

Esta mañana no he sabido que disfraz ponerme

Esta mañana no he sabido que disfraz ponerme


Por Eva Serrano (Nuke)

Hace tanto que no pongo buena cara
para ser políticamente correcta
y he adelgazado tanto,
que todos me quedan grandes,
anchos a la altura del hígado.

Quizás hace un tiempo
los hubiera mandado a arreglar,
a coserles un corchete de bruces
y remendarles la careta,
pero ahora amigo mío,
sólo pienso en descoserles la boca
y mandarlos a callar.

Había pensado en regalarlos,
¿pero quién querría un disfraz usado?,
una sonrisa pasada de moda
y esa "cara de todo va bien"
cansada de camuflarse,
de zurcirse las ganas e hilvanar el deseo.

¿Quién querría unos zapatos
con las suelas desgastadas
y colmadas de parches
que sólo recuerdan un camino?
Mejor los dejo custodiando
el fondo del armario
y les ahorro este dilema.

Prefiero este vestido nuevo
hecho a medida de guiñapos y jirones,
que me ciñe el alma hasta dejarla seca
y me gusta cada día un poquito más.

Esta segunda piel que no calla,
se revela y se adapta como un guante a mi pellejo:
me aborda, me borda y me desborda,
me abriga el corazón hasta quemarme
y me desarropa la vida hasta dejarme fría.