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jueves, 30 de abril de 2020

Un día como hoy 30 de abril nació mi padre hace cien años. José Ramon Fernández (1920-2020)


Con mis padre en San Juan (Alicante) 1994 /Julia y yo



 Un día como hoy 30 de abril de 1920 nació mi padre José Ramón Fernández.  Se casó con su prima hermana Carmen Fernández Fernández y tuvieron 5 hijos.
Con motivo de los cien años de su nacimiento sus 5 hijos hemos publicado un libro de 170 páginas con sus poemas en LULU/Francia.

Estoy muy orgulloso de mi padre que fue Guardia Civil, también trabajó 15 años en destinos ciciles y con 18 años se lo llevaron los nacionales a la guerra civil y estuvo en Sierra Nevada hasta el fin de la guerra, luego 6 años de mili en Madrid. Fue poeta y escribió su biografía.

Recuerdos entre potajes, vino y poesía (inserto en el libro)

      Hoy Viernes Santo de 2020, me he acordado del potaje de vigilia que hacia mi madre por ser Semana Santa. A mi padre le gustaba mucho todo lo que cocinaba mi madre, en especial todos los platos de cuchara. Ella era muy religiosa, y cumplidora de los preceptos de la Santa Madre Iglesia, y mi padre también. Los dos eran religiosos iban juntos cada  domingos a la parroquia de Santa María Goretti a escuchar misa, y santificaban todas la fiestas religiosas y leían la Biblia, libros religiosos y rezaban muchos rosarios.
     El potaje de garbanzos con bacalao y acelgas no podía faltar en un día como este Viernes Santo. Recuerdo que a mi padre le gustaba mucho el bacalao en todas sus variedades: con patatas, con arroz, frito, seco, asada o al pil-pil, como fuera…, porque de niño comían mucho bacalao en El Acebuchal,  era el único pescado que se conservaba bien por falta de frigoríficos. Contaba que cuando estaba en la choza en verano en la Sierra de Almijara cuidando el rebaño de cabras, hacían mucho  arroz blanco con bacalao y unos ajos, que para él era una delicia, por el hambre de los trabajos tan duros del campo.
     Esta tradición del potaje de vigilia se ha mantenido en mi casa de siempre, y lo mismo hace Juli en casa, como una forma de mantener la tradición, porque su madre también lo hacía en Sevilla. La verdad es que cuando era niño no me gustaba el potaje de bacalao, pero con el tiempo, reconozco que es muy nutritivo, y que si se cocina bien está muy rico, y de  postre hacía tortillitas de bacalao rebozadas con miel de caña de Frigiliana.
     A mi padre le gusta el buen comer, entre otros platos preferidos estaban los callos picantes que muchas veces yo compartía con él cuando iba a Málaga. El puchero con la pringá era otro de sus platos  preferidos, el gazpachuelo por las noches, y nunca la faltaba un vaso de vino, que compartíamos, bien dulce del terreno o tinto corriente, pues decía que  era bueno para la circulación. Recuerdo que una vez que se acabó el vino se me ocurrió decirle: «Papá, no queda vino», y muy ceremonioso me respondió: «En la tienda también venden vino». A partir de esta insinuación expeditiva yo empecé a comprar vino en la tienda de abajo.
      Como padre lo recuerdo que nos ayudaba económicamente a todos sus hijos, en lo que podía. Como poeta nos hacía reír cuando nos reunía a toda la familia y nos  leía sus ocurrencias, el más popular de todos era «Ilusión de un año entero» cuando pasábamos  los veranos  en el cortijillo que teníamos en el Mayarín, herencia de mi madre, que compartía pared con el cortijo de mis tíos Antonio y Dolores, ellos 4 hermanos cruzados (mi hermanos me entiende). Yo me lo pasaba muy bien con mi primo Alberto que éramos, más o menos de la misma edad, además de jugar y trabajar en los paseros teníamos que hacer deberes escolares. También estaban Primitiva y Dolorcitas a las que quiero como hermanas.
     Podría hablar mucho más de mis padres, mucho, mucho…, y de los tiempos buenos y no tan buenos, pero las lágrimas me inundan los ojos y no me dejan escribir más.
     ¡Siempre os tengo, a los dos, en mi recuerdo y en mi corazón!
  
                                        Ramón Fernández



miércoles, 15 de abril de 2020

Semblanza de José Ramón Fernández en el I Centenario de su nacimiento (1920-2020)









 


 Libro impreso en LULU de 170 páginas,  y también en e:book en CALAMÉO:

https://www.calameo.com/read/00498832865a86a83bc4a




PREÁMBULO

   
    La celebración de un centenario es ya en sí un acontecer memorable, por cuento implica el reconocimiento social hacia una persona, un hecho, una obra o una trayectoria vital. Pero lo es aún más para nosotros, sus hijos, nietos y biznietos. Queremos dar a conocer la figura de un hombre bueno, gran trabajador y aficionado a la poesía, como fue la de nuestro padre. José Ramón Fernández Fernández nació en la aldea de El Acebuchal, una pedanía del término municipal de Cómpeta (Málaga), el 30 abril de 1920, (En el Registro Civil figura el día 29 de abril, fecha oficial). Este año de 2020 se cumplen los cien años de su nacimiento.
     Nuestro padre se merece este reconocimiento por su obra narrativa poética. En esta nos relata como testigo de una época la posguerra y transición democrática de la historia de nuestro país. Hechos que creemos dignos de conservarlos y publicarlos. También queremos mostrar su gran valía, un ejemplo modélico como esposo, padre y también como poeta. A través de sus versos nos hace recordar a todos tiempos pasados felices. Este homenaje en el centenario de su nacimiento hace particular referencia a su trayectoria poética iniciada en 1945, pero también queremos resaltar su valor emocional y trascendental familiar. Sus versos muestran una gran riqueza humana, capaz de emocionar porque están escritos desde el alma. Parte de su poesía hace una crítica de la época política y social que vivió, casi siempre con cierto sarcasmo y con notas de humor propias de su carácter burlón.
     Por el cariño que siempre le tuvimos a nuestro padre sus dos hijos y tres hijas, nuestro héroe y su ejemplo de vida honesta, hemos preparado una antología que hemos titulado El alba de un corazón gigante. El alba, porque representa el resurgimiento de su memoria en su centenario; corazón gigante, porque así era su corazón, grande y humano. Entendemos que las almas se alimentan de recuerdos.
     En vida de nuestro padre, se recopiló en dos manuscritos encuadernados de tirada familiar: una autobiografía titulada José Ramón: un vecino de El Acebuchal; y un segundo manuscrito, un poemario que lleva por título Un aldeano fulero. También escribió la Historia de El Acebuchal, cuya relación de casas con el nombre de las familias que las habitaban se encuentra recopilada en el libro La aldea de El Acebuchal, cuyos autores somos sus dos hijos, Vicky Fernández y Ramón Fernández, publicada en 2016. Su obra poética es aún inédita, la conservamos sus herederos, hemos querido que se publicara en homenaje a nuestro querido padre coincidiendo en el primer centenario de su nacimiento. No debemos ni queremos dejar pasar esta efeméride, sin recordarlo, pensamos que a él le hará ilusión ver publicadas sus poesías desde cualquier lugar celestial en la que se encuentre su alma.
      El fallecimiento de nuestro padre fue producido por un ictus cerebrovascular agudo, ocurrido en su domicilio y falleció en el Hospital Clínico Virgen de la Victoria de Málaga el 9 de agosto de 2004, a la edad de 84 años. Una parte de sus cenizas reposan en el cementerio de Frigiliana y otra, esparcidas en las lomas de El Acebuchal. Su esposa Carmen, nuestra madre, falleció diez meses más tarde, el 6 de junio de 2005. También está enterrada en el mismo cementerio y comparten nicho.

                       Hijos de José Ramón

NOTA.-
Ejemplares se encuentran en la Biblioteca Municipal de Frigiliana, y en la Biblioteca Municipal de Cómpeta.


domingo, 12 de abril de 2020

Palmeral en Capri (una isla de Italia)

           Palmeral en Capri 2012. Estuve en una exposición.


‘Tu risa’, de Pablo Neruda
Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.
Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, por que tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.
Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.
Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
por que me moriría.

"Tu risa" de Pablo Neruda de 1952

viernes, 10 de abril de 2020

"Mascarilla del alma" poema de Agustín Conchilla


Autorretrato de Jordi Jordá



MASCARILLA DEL ALMA

Olvidada y ausente dormitas en soledad de lecho y oscuridad,
sobre penumbras de cartón, prisionera del alma, prisionera.
Ignorante de virus que acechan como luceros sobre tinieblas,
plegada, sobrante de todos, y necesitada de pocos,
mascarilla de filtro, mascarilla de olvido.

De sueño y embalaje despiertas y te enfrentas al COVID-19,
bicho pequeño, invisible, de expansión grande, más que la mar.
Traspasa fronteras, y tú, mascarilla, tan pequeña, tan delgada,
tan frágil, escuchas briznas de viento y abandonas tu encierro,
mascarilla de protección, mascarilla de vida y esperanza.

Gratos despertares trae tu bravura, tan pequeña, tan divina,
tan preventiva que sujeta partículas sobre perlas de plata,
en mordaza de coladero y esperanza que antepone tejidos
de caricia y suavidad en boca humana, de piel templada,
mascarilla de presa, mascarilla del alma.

Prenda suave y barata abandona las sombras de los mercados
en abrir de párpados y pasa de céntimos a despotismo de euros.
Avaricia de comerciantes en manos de especuladores y piratas
que aumentan tu coste al setecientos por cien, y te distancian
de vida que evapora y extermina a infectados y sanitarios,
mascarilla del alma, mascarilla de piratas y alimañas.

¡Ay, mascarilla del alma!, mascarilla de auxilio y protección,
tan callada, ignorada, y ahora, mascarilla, tan necesitada,
y tan servil, alabada como artista en algarabía de fama.
Ganas puestos y alcanzas rankings de niveles y precios,
mascarilla de distancia, mascarilla de bolsillos que dañan.

Generosidad y protesta florece de manos inquietas, solidarias,
entre lienzos y brazos elásticos, costurera del ama, costurera.
Aguja, hilo, tijera y máquina de coser entrelazas en amores,
 tan delgados, y tan fuertes que protegen a indefensos,
costurera de mascarilla, generosa y entregada,
costurera divina, costurera del alma.



Agustín Conchilla

jueves, 9 de abril de 2020

"Elegía a mi padre", Por Ramón Palmeral.



             ELEGÍA A MI PADRE

«Nuestras vidas son los ríos
que van a para la mar que el morir»,
así cantó Jorge Manrique
a la muerte de su padre.

No me he curado de esta gélida aflicción,
persistente, entre las yerbas secretas del alba,
ni he olvidado aún tus olores corporales
ni tus palabras ni tus risas
ni tu cuerpo noble de cabrero
en la Almijara sierras de peligrosas cornisas.

Ni tu alto plante de guardia civil activo y jubilado
de bigote en las procesiones de Semana Santa
de Málaga dando escolta como gastador
en la procesión del Cristo de la Expiración.

 Cómo se pasa la vida,
 cómo se pasan los recuerdos,
 cómo nos llega la congoja,
 cómo nos llega el dolor intenso,
 de los martillazos en el yunque de
 un corazón  mordido y secreto.

¡Despierta y empínate, háblame!
recuperemos aquel tiempos perdido,
     tiempo no suficiente,
     tiempo ausente,
y la aciaga sensación de no haber vivido
    suficiente tiempo juntos, en pueblos y reuniones,
    en charla y vinos...
Hoy me niego a dar ese tiempo
perdido como pasado.

Cómo se pasa la vida, cómo llega la vejez, qué soledad más bronca, qué duro es el perderte.

«No temas, olvídalo, -me dijo la vil Parca-
 ya es mío, cuidaré de él en la otra vida,
 como si fueras parte la mi propia vida».

     ¡Qué jeta más gran tiene la muerte!
     No tiene sentimientos
     Como en estos tiempos del virus coronado
     Que se lleva las más viejas flores

 Pero no caeré en su trampa: la estafa del olvido.
 en sueños te veo haciendo crucigramas,
 dialogamos y jugamos al ajedrez.

Mientras yo respire, jamás te olvidaré.


       Ramón Fernández “Palmeral”, 5 de abril 2020

Falleció mi padre el 9 de agosto de 2004, y el 30 de abril de este años cumple el I centenario de su nacimiento José Ramón Fernandez.